Orizaba, Ver.- La vida sufre un cambio radical cuando algún ser querido desaparece. De la mano vienen enfermedades como la diabetes, la ansiedad, la hipertensión, los cuadros de tristeza donde el hambre desaparece o llega hasta convertirse en insaciable. De paso las instituciones de salud mental, que tendrían que dar un buen servicio a aquellos que no saben cómo enfrentar el problema, sólo se concretan en muchas ocasiones a pedirles que piensen que nunca regresarán a casa.
Familiares de desaparecidos viven un calvario a diario. Dicen que es difícil entender que existan profesionales de la psicología que no estén humanizados. “Nos tratan mal, en diferentes casos en la segunda sesión piden que nos hagamos a la idea de que ya no vendrán: nos tratan con una gran frialdad, lo que a muchos de nosotros nos ha obligado a dejar la terapia. Sí la necesitamos, pero al toparnos con profesionistas de ese tipo preferimos no llevar un tratamiento de éstos”.
A veces algunos son tratados en los departamentos de los DIF, pero tienen que pagar la consulta y quienes los atienden no tienen la preparación suficiente para llevarlos en su seguimiento. “Otro problema es que en ocasiones los canalizan a cierto DIF, pero que está muy lejos y no viajan”.
Sobre los efectos físicos que tiene esta ausencia en el cuerpo de los familiares de los desaparecidos dijeron que son diferentes, según el caso, algunos tienen que enfrentar la declaración de que ahora son diabéticos, o que el llamado asesino silencioso, es decir la hipertensión, ya llegó a su vida, también sufren trastornos alimenticios, pueden ser exceso en el consumo de comida o la ausencia de ésta.
“Llegar con el médico y que te diga que ahora eres hipertenso es una carga más para nosotros, no es fácil”, por lo que una solución sería que existiera una dependencia como el DIF, como la Secretaría de Salud, que se dedicara a otorgar una atención integral para los familiares de los desaparecidos, pero sobre todo que sea la atención humanitaria.
Los familiares aseguran que se requieren de mayores recursos económicos para los procesos que se tienen que hacer, como el perfil genético mitocondrial, pues al menos para uno de éstos se requieren alrededor de 10 mil pesos.
Otro aspecto que consideraron necesario es la existencia de un cementerio ministerial, un Servicio Médico Forense, banco de datos de ADN.
“Debe haber una Fiscalía Especializada en Orizaba porque sólo la hay en Córdoba, los fiscales no tienen materiales, cuando se presenta la denuncia le siguen pidiendo a las familias las copias de la fotografía porque no hay hojas para imprimir”.
Sobre las edades de aquellos que salen de casa pero ya no regresan, dijeron que oscilan entre los 15 y 45 años, y se dedican a diversas actividades, son gente productiva.
TESTIMONIOS
Ana Lilia, madre de Yael, quien desapareció a los 15 de años de edad y no ha regresado a casa desde hace seis años, destacó que la vida nunca vuelve a ser igual, a la madre se le muere una parte de su existencia y del corazón.
“Mi hijo despareció hace seis años. Su ausencia pega más cuando vienen fechas como su cumpleaños, día de la madre, en diciembre, porque se recuerda lo que hacia él. Vamos sobreviviendo”, dijo.
Compartió que durante este tiempo diversas enfermedades han tocado a su puerta, pero no pierde la esperanza de un día volver a saber algo de su hijo, todos los días esa luz de esperanza se hace presente, pero insistió en que su vida cambió.
Indicó que ahora que entrarán nuevos diputados locales deberían otorgar mayor presupuesto a la Fiscalía General del Estado y a todas aquellas oficinas que dependen de ésta, pero que tienen que atender el tema de los desaparecidos.
De acuerdo con sacerdotes de la Diócesis de Orizaba, la Iglesia Católica ha asumido un papel cada vez más cerca de estas familias. Cada primer sábado de mes se reza el rosario y los días 12 de mes se efectúa una eucaristía para pedir no sólo por los desaparecidos, sino por sus parientes.
“Se hace la oración por los hermanos desaparecidos y sus familias. La casa de la misericordia tiene un momento para acompañar a las familias y aconsejarlas, pero también tenemos una labor que es escuchar, éste es el trabajo de tanatólogos y psicólogos”.
ESTADÍSTICA
De acuerdo con el Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas de la Secretaría de Gobernación (Segob), correspondiente al fuero federal y hasta abril de este año, el reporte era de 207 casos en la entidad veracruzana, de los cuales sólo dos correspondieron a 2018, seis a 2017 y nueve a 2016, los demás corresponde a 2015 y 2014.
Este reporte indica que los municipios veracruzanos con el mayor número desaparecidos extraviados del fuero federal al 30 de abril de 2018 lo encabeza Veracruz con 39 casos, seguido de Xalapa con 25, Coatzacoalcos con 21, Córdoba con 14 y Poza Rica con 11.