Se casaron con su “príncipe azul”, como muchas mujeres, ilusionadas; con la idea de que lo hacían con el hombre de su vida, de que ese amor sería interminable. Ahora son amas de casa portadoras del VIH que les fue transmitido por ellos, por quien menos lo hubieran imaginado. ¿Qué fue lo que falló? Se preguntan.
Alma Lilia tiene apenas 39 años, fue diagnosticada con VIH en 2011, pero tiene dos meses que empezó a necesitar y tomar medicamento, pues su cuerpo había estado combatiendo el virus por sí solo.
Su vida de pareja era como cualquier otra, sus problemas eran qué hacer de comer y estar pendiente de sus hijos. Estaba segura de que ella era fiel y pensó que recibiría lo mismo de su esposo, “pero nada es para siempre y nunca terminas de conocer a la gente”.
“Al recibir el diagnóstico, mi esposo estaba en Centro Médico en la Ciudad de México, me dan el diagnóstico porque él empieza con la toxoplasmosis, ahora sé que se llama así pero es una atrofia en el cerebro”, recuerda.
Esa es una de las infecciones oportunistas más frecuentes en casos de Sida. Al conocer la situación de su esposo, le pidieron un estudio a ella y su hijo de entonces año y medio que realizó en un laboratorio particular, puesto que en ese centro apenas se conoció su caso empezó a ser discriminada.
“Mi hijo no salió reactivo y yo sí”, asienta como con cierto alivio, como aceptando lo que sucedió. Aunque muchas veces le preguntó a su esposo qué había sucedido, hasta el último de sus días le negó tener Sida. Él dejó de tomar los retrovirales, “se dejó morir”, dice.
Miedo fue lo primero sintió, poco o nada conocía de la enfermedad y lo único que pensaba era en la muerte.
Yo tenía miedo, no tanto por morirme, sino porque quién iba a cuidar a mi hijo. Mi esposo se iba a morir pronto y yo a lo mejor en unos meses. No tienes ni idea de cuándo fue. Tú dices, yo pensé que todo estaba bien. Es que te engañaron, te defraudaron, la lealtad que nunca te tuvieron y aparte un diagnóstico clínico que tú sabes que te vas a morir. Qué fue lo que falló
Aunque ahora ya asimiló su condición, no fue nada sencillo aceptarlo y reintegrarse a su ambiente de trabajo y con sus hijos porque ella misma creaba los estigmas.
“No los dejaba besarme, lavaba mi plato con cloro porque todavía tenía la desinformación y los mismos miedos que te empiezan a crear desde antes, cuando empecé a conocer los casos, a saber, ahora yo le doy la información a mi familia, mi entorno, los más cercanos”.
Hoy, Alma Lilia es comerciante, tiene una pareja serodiscordante quien conoce su enfermedad, la ama y cuida. “Yo se lo dije, nos cuidamos perfecto, yo sé lo que quiero vivir, la calidad de vida que me quiero dar y sé que mis medicamentos es lo más esencial”.
Beatriz tiene 55 años, tiene 20 años que vive con VIH, cuando se lo diagnosticaron su marido era agente judicial. Cuando lo supo entró en shock, no sabía qué hacer. Su refugio al recibir la noticia fue una banqueta donde pasó minutos o quizá horas llorando.
Para mi fue algo nuevo, algo que nunca pensé que me diera. No conocía la enfermedad, no sabía de qué me hablaban, no sabía nada. Cuando a él le dijeron ‘su esposa posiblemente tenga VIH pero usted ya tiene Sida’ le pidieron apegarse al tratamiento y posiblemente viviría un año, a mi me dieron más oportunidades de vida, uno o dos años
Después de ocho años de matrimonio su preocupación fue desde el inicio el futuro de sus hijos y también pensaba únicamente en la muerte. Entonces, caminaba en medio de las vías del tren como esperando ese momento.
Fue su madre quien le ayudó a asimilar la enfermedad, ella no la juzgó y le hizo saber que se trataba de un padecimiento cualquiera que lo único que requería era apegarse a su tratamiento.
Con sus hermanas no fue así, algunas de ellas no la dejaban si quiera entrar al baño por temor al “contagio”, no querían tomar ni comer en los mismos recipientes por la idea de que sus hijos podrían ser infectados.
“Decían: si ella va a entrar al baño, yo no voy a entrar, ahí que todos estén sidosos como ella, todos se van a morir”, eran las palabras de una de sus hermanas.
Sus tres hijos también se hicieron la prueba de VIH pero ninguno tiene el virus. Poco a poco, con el cariño de ellos y su madre, ha podido sobrellevar la enfermedad.
Al principio mi organismo no estaba acostumbrado a esos medicamentos, era un rechazo total, sentía mareos, dolor de cabeza, vómitos, el olor de la comida me molestaba, para mi fue una etapa muy difícil porque tenía que aguantar los malestares y hacer la comida para mis hijos, llevarlos a la escuela y todo
Poco a poco sus hijos fueron sabiendo del padecimiento de su madre, decidió decírselo a la mayor de ellos con la idea de prepararla, para evitar que pasara por una situación similar.
Actualmente vende comida y limpia casas por tardes. Su expareja falleció a los dos meses de haber sido diagnosticado y ella está convencida de que dando a conocer su testimonio a amas de casa como ella, contribuye en prevenir la enfermedad.
“Que no les pase lo mismo, que nunca se queden calladas, que pidan información, que les digan cómo usar el condón. Yo le digo a las mujeres, jóvenes, señoritas, amas de casa y hasta hombres, que se cuiden, usen el condón, que vayan a pedir información”, añadió.
MUJERES CASADAS, LAS MÁS VULNERABLES
Investigaciones revelan que el matrimonio suele ser un factor de “riesgo importante” para que las mujeres adquieran el virus del VIH/Sida, pues en el 90% de los casos de mujeres lo adquirieron con su pareja estable, expresó Patricia Ponce Jiménez, coordinadora del Grupo Multisectorial de VIH/Sida en Veracruz.
Refirió que la entidad es el estado con mayor número de casos acumulados en VIH-SIDA en mujeres, aportando el 26% al contexto nacional, siendo la media nacional de 19.4%.
Previo a presentar el video “Debajo de los laureles. Relatos de mujeres conVIH/Sida”, expuso que Veracruz es primer lugar en nuevos casos de mujeres con VIH/Sida, aportando al contexto nacional el 48%, cuando la media nacionales de 17.4%.
Indicó que es importante destacar que la entidad tiene también el primer lugar del país en mortalidad femenina y por si fuera poco se ubica en el primer lugar nacional con muertes maternas por VIH/Sida, aportando el 15% del total nacional y esos son los datos duros de nuestra entidad.
Señaló que en México las mujeres representan el 33% de las personas afectadas por el VIH/Sida y el 40% de ellas tiene entre 15 y 29 años de edad, pero además en su mayoría son pobres y con baja instrucción.
Sostuvo que en el 90% de los casos la infección fue por contagio de su pareja estable y está comprobado que en las relaciones heterosexuales las mujeres son dos a cuatro veces más vulnerables y las investigaciones revelan que el matrimonio suele ser un factor de riesgo importante.
Precisó que las mujeres adquieren el virus a edades más tempranas que los hombres y aunque son diagnosticadas menos tardíamente, expresó que durante los primeros cinco años del tratamiento más del 50% de las mujeres infectadas abandonan el tratamiento frente a un 36% de los varones.
Explicó que esto quiere decir que cuatro de cada seis hombres lo continuarán, en contraposición tres de cada seis mujeres dejan el tratamiento.
Las cosas a nivel nacional y mundial son críticas en el caso de las mujeres, pues a nivel mundial un poco más de la mitad de los casos está representado por mujeres que son cerca de 20 millones de 15 años y más. Abundó que del total de las nuevas infecciones que se dieron en el mundo en 2018, el 47% afectó a esta población que son mujeres jóvenes y adolescentes.
Resaltó que el Sida es la principal causa de muerte entre mujeres de edad productiva y reproductiva en los países de desarrollo como el nuestro. Solo en América Latina las mujeres representan el 29% de las nuevas infecciones, siendo nuevamente las jóvenes entre 15 y 24 años las más afectadas.
“Las mujeres somos más afectadas que los hombres debido a diversas situaciones, pues en general viven en contextos de mayor desigualdad social y económica, pero además tienen menor acceso a la educación sexual y reproductiva”, indicó.
Señaló que las mujeres poseen pocas herramientas para negociar el uso del condón, así como prácticas sexuales seguras debido a las relaciones de poder entre los géneros. Además, sostuvo que tienden a ser más estigmatizadas y criminalizadas por estereotipos y normas socioculturales.
Indicó que la tasa de mortalidad femenina se ha incrementado durante toda la epidemia, siendo actualmente del 1.5 por cada 100 mil habitantes.