Un mundo fantástico, en que había cajas de magia y un monociclo fue la vida que se formó el “Payaso Many”, quien se convirtió en una figura emblemática de los festejos infantiles por muchos años y quien falleció este fin de semana tras más de 40 años de hacer sonreír a pequeños y adultos.
Toda su vida encarnó a un payaso vagabundo. Su maquillaje que reflejaba tristeza e indumentaria correspondía a ese tipo de payaso.
Los inicios del Payaso Many
En sus inicios trabajaba descalzo, así lo recuerda Luis Ayala Alarcón, fotógrafo xalapeño y vecino por varias décadas Víctor Leonardo Sánchez, mejor conocido como el “Payaso Many”, recuerda que llegó a Xalapa con el circo Atayde Hermanos, pero el destino quiso que el autobús en el que viajaba junto a su esposa e hijos, se descompusiera, “por lo que se quedó en nuestra casa a vivir por un tiempo, porque mi familia vivía en el inmueble más cercano al lugar donde se instalaban los circos que llegaban a Xalapa”.
Su familia, recuerda, vivía en el número 77 en la calle Fraternidad, donde ahora está el hospital del ISSSTE, en San Bruno.
Al no poder irse con el circo, el payaso Maní pidió alojamiento y se quedó a vivir a Xalapa, donde gracias a sus trajes increíbles, súper elegantes, vivió en su mundo fantástico.
Con tristeza, recuerda que hace poco los encontró en la Plaza Lerdo, donde tuvieron oportunidad de platicar de los tiempos en que se conocieron y de su vida. “Estaba orgulloso de que sus hijos tuvieran una buena vida y nos tomamos una última fotografía de dos personas que por su destino cambiaron su vida al conocerse”.
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Se quedó en Xalapa por accidente
Apunta que desde el año 1977 en que decidió quedarse en Xalapa, hizo su vida fuera del circo y le dio vida al payaso Many, que se convirtió en un icono de la ciudad.
Aunque nació en Venezuela, se convirtió en el payaso xalapeño más famoso e hizo su vida en Xalapa. “Muchos hoy podemos recordar que seguramente en alguna ocasión Many estuvo en nuestra fiesta, porque era el payaso que todo el mundo quería tener en sus festejos”.
Con muchos esfuerzos, tras meses de vivir en una casa donde se le dio alojamiento arregló su vida, vendió el carro que traía, que estaba descompuesto, y empezó a trabajar en fiestas, animando a los pequeños. Y con los años se volvió una celebridad.
Él era un gran hombre, muy trabajador. “Era muy humano, siempre feliz, nunca lo vi enojado, lo recuerdo con ese acento venezolano. Para mí como niño era impresionante ver a Maní sin maquillaje. Lo veía entrar al cuarto, cambiarse y salir maquillado”.
Eran parte de su vida, sus aparatos como una escalera, un monociclo, sus cajas de magia que eran lo más importante para trabajar en las fiestas infantiles.
El payaso Many fue velado el domingo en la Funeraria del DIF, ubicada en la calle Sayago, hoy se hizo una misa de cuerpo presente en la Parroquia San Isidro El Labrador, ubicada en San Roque, para que mañana martes sea sepultado en el Panteón Municipal Bosques de Xalapa.
En sus últimos momentos estuvo acompañado por compañeros, infinidad de payasos, que llegaron a darle el último adiós.