“Yo no nací quemada ni nací deforme. Yo resisto… Cada cicatriz física o del alma refleja no solo resistencia sino algo más valioso: nuestra existencia”, expresó en Xalapa María Elena Ríos, saxofonista oaxaqueña sobreviviente de un ataque feminicida con ácido.
En su participación en la jornada “Sobrevivientes: las voces nunca escuchadas”, que se prolongó por cerca de tres horas en Casa del Lago de la Universidad Veracruzana, la joven manifestó que no se necesita que sea 25 de noviembre o 25 de cada mes para recordar que en México hay violencia contra las mujeres y también muerte.
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“Tampoco es necesario ser feminista para reconocer que en México a las mujeres nos están matando y hay otra muerte, la que se da cuando el espíritu se desprende del cuerpo”, puntualizó.
“El país –añadió- tiene un sistema machista, misógino, patriarcal, racista y clasista que nos convierte en una sociedad que nos mantiene reprimidas desde hace más de 500 años”.
La estudiante de música en la Universidad Nacional Autónoma de México emitió un discurso centrado en la resistencia ante las distintas discriminaciones, por color de piel, por lengua originaria, por características físicas y por género.
Hay que denunciar hechos de injusticia
Desde el arte, dijo que ella continuará haciendo denuncia, y llamó a todas las demás personas a denunciar hechos de injusticia, y a no cerrar los ojos ante las desigualdades y la violencia.
Con un conversatorio y sesión musical, “Sobrevivientes: las voces nunca escuchadas” se convirtió en una charla-testimonial, en un espacio de denuncia pública, pero también en un lugar de mujeres valientes sin temor a mostrarse fuertes pero al mismo tiempo vulnerables y con el reclamo de una justicia que, afirman, les ha sido negada.
Ana Valderrama, Juliana, Ivonne y María Elena, moderadas por Anabel Ojeda, subrayaron que no son víctimas sino sobrevivientes de violencia ejercida por agresores que están libres.
Coordinada por la Unidad de Género de la Universidad Veracruzana y la colectiva Sobrevivientes de Feminicidio, en la sesión hubo coincidencia en la importancia de nombrar las distintas violencias y todo el sistema que las sostiene.
También dijeron reconocer las estadísticas de mujeres asesinadas en razón de género por día, que van a la alza.
Ana Valderrama recordó los inicios en Xalapa de la colectiva Sobrevivientes de Feminicidio, que actualmente está vigente en otras partes del país.
Enfatizó en la violencia institucional, que describió como tortura institucional: “Son tratos inhumanos, degradantes y repetitivos. Ahí está el problema, en el aparato de acceso a la justicia, donde todo está viciado y hecho para no entender y desistir de denunciar”.
“La justicia se construye”, se escuchó en Casa del Lago, donde Juliana, a pesar de decir que le costaba hablar, compartió cómo cambió su vida después de una agresión.
Aclaró que la lucha no es contra los hombres, sino contra quienes son agresores y contra los feminicidas que están libres y son una amenaza para otras mujeres e incluso para otros hombres.
Ivonne también compartió parte de su historia, no toda, dijo, porque aún falta mucho por sanar y está en proceso. A pesar de las lágrimas, retomó el aliento para exhortar a denunciar, a resistir las trabas y las barreras. Hubo convocatoria también para crear redes de apoyo.
Casa del Lago fue durante dos horas un lugar de emociones y sentimientos encontrados, para luego dar paso a la música interpretada por Elena Ríos, Maribel Lira Báez y Fabrizio Vargas Saavedra.