Entre dos de las avenidas urbanas más transitadas de Xalapa se encuentra el único Centro de Educación para la Sustentabilidad (CES) de las escuelas normales de Veracruz. Es un orgullo, expresa María del Pilar Aranda, responsable también de un huerto escolar sustentable.
Desde este espacio de la Escuela Normal Veracruzana “Enrique C. Rébsamen” se apuesta por la sustentabilidad y se cultiva maíz, acelgas, zanahorias, betabel, chícharos, tomate, ejote y distintas verduras, dependiendo de la temporada.
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Además de tener una línea formativa de educación ambiental, María del Pilar Aranda explica que hay una vinculación con varias instituciones, entre ellas el Banco de Alimentos, la Universidad Veracruzana, Instituto de Ecología y Secretaría de la Defensa Nacional, por mencionar algunas.
En el CES, además de la maestra hay once docentes formados en diferentes disciplinas, quienes desde 2017 trabajan de manera colaborativa para mantener el huerto y un área de compostaje, así como el programa de manejo integral de residuos sólidos y el de biodiversidad.
“El Centro puede ser comparado con una isla en un archipiélago natural de Xalapa, pues cerca están algunos parquecitos, así como los cerros del Macuiltépetl, de la Galaxia y Molinos de San Roque. Son pequeños pulmones que se deben preservar”, indica el biólogo Francisco Mejía Alarcón.
Un recorrido por el invernadero y el huerto, donde además hay hierbas de olor y plantas medicinales, permite observar en algunos sitios lo que a simple vista pareciera un desorden o crecimiento de hierba no deseada.
No es así, aclaran los docentes, pues el proyecto de jardín comestible se desarrolla con el cuidado necesario para evitar el impacto en el uso de suelo. También se aprovecha el crecimiento de “plantas amigas” que ayudan a combatir plagas.
En el huerto se puede observar una gran cantidad de mariposas blancas, a las cuales se les permite “tomar un aperitivo” en las plantas capuchinas. Y sí se fumiga pero con “menjunjes” cuya base son plantas con ajos y cebollas.
A diferencia de los cultivos masivos que utilizan pesticidas, en este lugar se difunde en estudiantes, colaboradores y visitantes la protección al suelo y el ambiente.
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¿Cómo emular el campo en la ciudad?
El trabajo, explican los profesores, tiene como base la agroecología y la permacultura, con el fin de fortalecer lo ambiental y lo social; además, el espacio cultivable emula, en la medida de lo posible, el funcionamiento natural del campo, donde hay un equilibrio en las interacciones entre plantas y bichos.
Así, se puede ver una diversidad de flores, plantas comestibles y medicinales, pero “asociadas”. Por ejemplo, hay una cama donde crecen juntas las leguminosas y las hortalizas de hoja de verde, porque las primeras aportan los nutrientes que las segundas necesitan del suelo.
Otro ejemplo es el de la zanahoria, que tiende a desarrollar una plaga importante, pero si se siembra con cebollín, este le ayuda a controlarla.
El Centro y el huerto son de puertas abiertas a estudiantes, trabajadores de la Normal, escuelas y público general, lo único que se tiene que hacer, si se es externo, es realizar una solicitud formal, por escrito, al director de la Escuela Normal.
Actualmente hay talleres, asesorías, clases didácticas vivenciales y recorridos interactivos. La misión, dicen María del Pilar Aranda y Francisco Mejía, es convocar al contacto con la naturaleza, a reconectar con el planeta y contagiar el interés por crear huertos propios en escuelas y en casas particulares.
Hay que generar sentido de pertenencia en el lugar en el que estamos para darle un valor, pues un huerto requiere mucho esfuerzo, incluido el físico
Los docentes invitan a fortalecer los lazos con la naturaleza y sumar esfuerzos para conservar los recursos naturales para el futuro, bajo una visión de responsabilidad y compromiso.