Rufino García Ortiz, cuya fotografía recorrió el mundo como sinónimo del abuso policial, puntualiza que el 23 de diciembre de 2015 durante la manifestación de jubilados y pensionados del IPE, pensó que si se paraba frente a ellos lograría persuadirlos y detenerlos, pero ya traían la consigna.
“Fue muy frustrante por todo lo que nos hicieron, y lo recuerdo con mucho orgullo porque gracias a lo que hicimos, ese día en todo el estado muchos empezaron a percibir su salario. Yo sufrí empujones porque nos echaron hacia acá, a la explanada de la plaza Lerdo, y yo rompí la valla para intentar volver a tomar la calle y entonces me dieron varios golpes en la espalda", dice García Ortiz, el hombre en muletas parado solo frente a decenas de policías.
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Gabriel May recuerda ese día con mucha dignidad, pues a pesar de no superar en número al contingente policiaco le hicieron que se retirara.
Añade que a él lo golpearon algunos elementos con el puño cerrado, lo empujaron con los escudos plásticos y hasta le robaron el teléfono celular.
Fue muy duro, dice, verse heridos por un gobierno que no les respetó y no se tentó el corazón para ir en contra de personas indefensas, pero lo peor es que no se ha hecho justicia, lamenta.
Por su parte, María Nicolasa González Riande recuerda aquel día con mucha rabia y dolor, y aún está muy dolida porque los trataron como a delincuentes.
Escuchar el ruido de las botas de los policías marchar sobre la calle la llenó de terror, comparte, y sólo recordarlo le enoja porque no se ha hecho justicia.
Recuerda cómo la empujaban con sus escudos para desalojarlos, lo que le provocó mucho dolor en el cuello. “Fue muy rudo el trato que nos dieron cuando éramos personas mayores, casi ancianos”.
Socorro del Carmen Gutiérrez Vásquez transformó todo su dolor y enojo en versos, y compuso las décimas que declama en el documental que se hizo sobre el hecho.
Recuerda que estaba en medio del tumulto cuando empezaron a empujarlos, por lo que aquello era como una marea donde los jubilados eran arrastrados por la fuerza policial.
Llegó a su casa llorando de coraje y de impotencia porque vio cómo algunos sufrieron crisis nerviosas, a otros se les subió el azúcar y la presión, y muchas otras personas lloraban.
Con ella coincide Javier Pucheta, quien señala que a algunas maestras les subió la presión y la glucosa debido al susto que se llevaron porque nunca habían visto que elementos de la policía del estado golpearan de esa manera a los ciudadanos y menos a maestros y jubilados de la tercera edad.
Recuerda que la calle de Enríquez estaba llena de camionetas y camiones de la policía y cuando él se dirigía hacia la plaza Lerdo una amiga suya que se alejaba corriendo le dijo “no vayas, está lleno de policías”.
Añade que el jefe de la Guardia Civil, sin uniforme, estaba en la esquina de Lucio y Enríquez desde donde daba órdenes a través de su radio. “Lo reconocimos, fue impresionante. Yo estaba en la orilla de la plaza, frente al palacio de gobierno, y no me alcanzaron a pegar, yo nunca había vivido algo así”, insiste.
Por su parte, Mirta Peña señala “no queremos dar un mensaje de sólo resiliencia, sí somos resilientes, pero no somos tarugos, tenemos una memoria colectiva y los aquí presentes no olvidamos; perdonamos sí, pero no olvidamos”.
Señala que los principales orquestadores de esa agresión fueron Javier Duarte, que está en prisión por otros delitos, pero no por el saqueo que hizo al IPE. Asimismo está Flavino Ríos Alvarado, quien no da la cara. “Anda en los comercios y ahí se enfrenta con los jubilados que tenemos mucha dignidad y se lo decimos en su cara y sale corriendo, porque no tiene cara para decir que él no fue el agresor”.
A mí me consta que los policías se bajaban de las tanquetas, las mujeres decían: vámonos a fregar viejitos. La consigna era clara,. ¡Quítenme el ruido!”.
Adrián Mendieta comparte que él venía en la esquina de Enríquez y Leandro Valle cuando empezó el forcejeo y los gritos y de inmediato se hizo la formación policial. “Recuerdo a un jefe de la policía que señaló a uno de nuestros compañeros y dijo: vamos por ese cabrón. No supe de quién se trataba, era una amenaza directa”.
Por su parte, Dolores Martínez Amilpa, presidenta de la Copipev, indica que los policías se presentaron con macanas, toletes eléctricos, que están prohibidos y una de las maestras resultó con luxaciones y aún hay varias que reciben asistencia psicológica porque para las personas mayores, una agresión de esa naturaleza, es muy fuerte.