Las universidades, en su carácter de instituciones públicas al servicio de los aprendizajes, la cultura y la igualdad social, también deben hacer una apuesta radical por articular nociones comunes que forjen un nuevo abecedario y una nueva cultura verdaderamente libre de violencia contra las mujeres asegura Martín Aguilar Sánchez, rector de la Universidad Veracruzana (UV).
En el marco de la inauguración del evento “25N. Por la erradicación de las violencias contra las Mujeres”, el funcionario universitario destaca el trabajo realizado desde el Observatorio Universitario de Violencia contra las Mujeres de la UV por investigar y monitorear este flagelo ya que con esto permite mirar “a la cara” a la violencia, pero además conocer la gestión colectiva de esas miradas a mediano y largo plazo. “No hay convivencia posible, ni íntima ni pública, que se sostenga más tiempo sobre la desigualdad y la violencia contra las mujeres y las niñas”, destaca.
Aguilar Sánchez reconoce que la lucha en contra de la violencia de género no es solo una opción política y ética, sino que en ella está también en juego el derecho a una vida libre de violencia, incluso donde “todo parece estar perdido”. “Es una orientación, yo diría revolucionaria, que nadie nos puede arrebatar”, apunta.
Durante su discurso, el rector de la UV destaca que las agresiones contra mujeres y niñas en México le hablan de manera directa a la sociedad al recordar que estas no son víctimas excepcionales de un poder irracional, sino que son parte del idioma habitual de una sociedad que, como la moneda que domina, tiene dos caras: la primera la de las libertades y la democracia y la segunda, la de los feminicidios.
En este marco, reconoce que el camino a seguir es no aceptar la violencia física, económica y laboral hacia las mujeres; no normalizar los feminicidios y tramar infinitas revoluciones culturales pequeñas y globales y al mismo tiempo ir creciendo y aprendiendo con ellas. “¿Qué pasa si desarrollamos otras formas de solidaridad y convivencia humana que se puedan sostener y desde ahí compartir lo que nos daña? El lenguaje de los cuidados, que es una de las grandes aportaciones del movimiento feminista, ha demostrado ser un contrapoder profundamente reparador colaborativo y al alcance de cualquiera que esté dispuesto a desmantelar las desigualdades de géneros prevaleciente nuestras sociedades”, concluye.