Eunice María Avid Nava, egresada de la segunda generación del Doctorado en Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Veracruzana (UV), desarrolló un modelo de evaluación sistémica de redes urbanas verdes ante el cambio climático.
Dicho trabajo forma parte de su tesis intitulada “Redes verdes neurálgicas para la resiliencia ante el cambio climático. Indicadores de evaluación y estrategias de planificación de la infraestructura verde urbana multifunción. Caso de aplicación: ciudad de Veracruz, Ver.”, la cual fue aprobada con Mención Honorífica.
Contó que desde que cursaba una maestría le interesó este tema, ya que observó que en las ciudades hay escasas áreas de vegetación y no son suficientes.
“Hay poco conocimiento del uso adecuado de la vegetación, y aunque es un tema que ha sido estudiado se desconocen todos los beneficios que aporta.”
Al ingresar al doctorado, adscrito a la Facultad de Arquitectura, se dio cuenta de que no es adecuado usar el término redes verdes neurálgicas como una analogía conceptual, ya que al investigar se percató de las similitudes entre su objeto de estudio y las neurociencias.
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“Encuentro que el concepto de conectoma (mapa de las conexiones entre las neuronas del cerebro) es todo un mundo de conocimientos interrelacionados y detecto que ya había un autor que habló sobre él en un sentido urbano.”
Derivado de esto planteó la existencia de un “conectoma verde urbano” –en referencia a la infraestructura en las ciudades– y la construcción de un modelo que evalúe su pertinencia y resiliencia ante el cambio climático.
En su tesis, Eunice María Avid también analiza aspectos tangibles y cuantitativos como la cantidad de las áreas verdes, qué sucede con las manchas forestales, cómo se conectan entre sí, la opinión de los ciudadanos sobre ellas y la resiliencia.
Parte del trabajo contempló investigar los indicadores documentales para determinar si existen las normativas, las regulaciones y una planificación de las mismas a nivel personal, en una ciudad y región.
Lo aplicó en la zona conocida como El Coyol, la cual cuenta con un sistema de lagunas, para analizar la infraestructura verde y la azul. Para ello desarrolló indicadores divididos en tres ejes: observación de las redes verdes; el conectoma, y aportación a la resiliencia climática. Los resultados la llevaron a propuestas para mejorar la zona y hacerla parte del conector urbano positivo.
“Las recomendaciones se encaminaron principalmente hacia la naturalización de los estacionamientos y varios edificios, así como a reforestar el área en correlación a la protección de los humedales.”
El proyecto fue presentado a las autoridades del Ayuntamiento de Veracruz, que se mostraron interesadas y le ofrecieron aplicar el modelo en el centro histórico del municipio, pues en ese momento trabajaban en su renovación.
Al hacer la evaluación de este espacio notó que “el puntaje fue muy bajo porque faltan estrategias donde realmente se priorice y sea respetada la vegetación en la ciudad”.
Enfatizó que dicho modelo puede aplicarse a diferentes escalas: en una ciudad, región e incluso en una zona industrial, como fue el caso de en la ciudad de Vitoria Gasteiz, España, donde analizó la conectividad de las áreas verdes con la finalidad de demostrar cuán importante es conservarlas e incrementarlas.
“Es un modelo flexible que permite comparar y contrastar las fortalezas y las debilidades de un sistema que se mueve por un marco regulatorio, políticas públicas, conexiones entre los ciudadanos y las redes verdes”, finalizó.