Un estudio de Save The Children revela que en Veracruz, la falta de alimentos, atención médica, educación y la pobreza son condiciones que llevan a niños y jóvenes a buscar trabajo para satisfacer sus necesidades básicas.
El estado de Veracruz se encuentra entre las cinco entidades con mayores condiciones de riesgo de trabajo infantil en México, según el Atlas sobre riesgo de trabajo infantil en México publicado por Save The Children.
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El Atlas destaca a los estados de Chiapas, Oaxaca, Michoacán, Puebla y Veracruz como aquellos con mayor riesgo de trabajo infantil. Además, Veracruz se encuentra entre las cinco entidades con mayores carencias infantiles en términos de inasistencia escolar, acceso a la alimentación y tasa de fecundidad adolescente.
Por falta de recursos los niños y niñas deben trabajar
Save The Children también señala que la falta de acceso a alimentos en estados como Veracruz lleva a que los adultos en los hogares omitan comidas para asegurar una alimentación suficiente para sus hijos, lo que aumenta considerablemente el riesgo de que los niños trabajen para contribuir al ingreso familiar.
En cuanto a la desigualdad, los mayores índices de pobreza se encuentran en Chiapas, Puebla y Veracruz. Esta desigualdad refleja la falta de oportunidades y acceso a bienes y servicios indispensables para el bienestar de los niños y adolescentes.
El trabajo infantil se define como cualquier actividad laboral que priva a los niños y adolescentes de su niñez, su potencial y su dignidad, y que perjudica su desarrollo físico y psicológico. El inicio prematuro del trabajo limita el acceso a una educación óptima y puede llevar al abandono escolar.
En 2020, aproximadamente 28.5 millones de niños y adolescentes vivían en México, de los cuales 3.3 millones realizaban trabajo infantil, lo que representa el 11.5 por ciento. Los sectores primario, servicios, comercio, industria e industria de la construcción son los principales sectores en los que trabajan los niños y adolescentes.
De acuerdo con Save The Children, la atención al trabajo infantil debe abordarse desde una perspectiva familiar, ya que la familia es la red principal de apoyo para evitar que los niños se vean obligados a trabajar.
Cualquier política pública dirigida a combatir el trabajo infantil debe atender las necesidades de los niños y sus familias, ya que mejorar la calidad de vida de la familia implica una mejora en la calidad de vida de los niños y, por lo tanto, una reducción del riesgo de trabajo infantil.