En 2022, la casa, lo doméstico y el rol de cuidadoras siguen siendo los principales factores que mantienen a las mujeres en estado de subordinación y marginación, afirma Pilar Velázquez Lacoste, investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México.
“Es en la casa donde se construyen una serie de identidades y mensajes anclados en la marginalidad, subordinación, exclusión sistemática, simbólica y real”, expresó la socióloga en la Feria Internacional del Libro Universitario.
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En su participación en el foro académico “Tiempos de Cambio: movimientos sociales, democracia y políticas públicas” sostuvo que si bien es en la casa donde surgen estas desigualdades, después son consensuadas por la sociedad y legitimadas por el imaginario social dominante que apunta a que “así debe de ser”.
Familias deben hacer conciencia de problema
La académica opina que no habrá avance en esta problemática si no se hace conciencia de que es en la familia donde están los orígenes de la violencia, una de las más cruentas de la que México da cuenta cotidianamente y que va en aumento.
Y es que señala que en las familias hay una serie de rituales donde constantemente se dice que todas y todos somos diferentes, jugamos unos papeles diferentes y que así debe ser aun cuando una mujer trabaje muchas más horas que las que su condición le permite.
La especialista considera que lo que sucede en la privacidad de la casa sigue siendo uno de los obstáculos, retos y desafíos a entender para poder enfrentar y comprender casi la totalidad de los problemas que viven las niñas y mujeres en los demás espacios.
Lamenta que en pleno siglo XXI se siga pensando a las mujeres estrictamente vinculadas con la domesticidad y no con el ámbito político, público, laboral, académico, deportivo o científico.
Es en este lugar, enfatiza, donde se perpetúa una lógica tradicional que no va aparejada con los principios de la modernidad: justicia, autonomía y libertad.
Lo doméstico en México, señala, está radicalmente feminizado y totalmente diferenciado en razón de las horas que dedican las mujeres a los quehaceres del hogar a diferencia de lo que dedican los hombres.
De acuerdo con sus reflexiones, los varones sí saben que detentan una identidad y una subjetividad distinta a quienes ahí juegan o desempeñan el papel de mujeres.
Piensa que igual que sucedía en el siglo XIX, ahora muchas mujeres siguen como ángeles del hogar, reinas del hogar, esposas y madres, y no son entendidas de manera individual ni como ciudadanas ni como trabajadoras.
Reitera que es en la casa donde se construyen ideas que llevan a los problemas que prevalecen: el feminicidio, el acoso sexual y laboral, y las distintas expresiones que existen hoy en razón de desigualdad de género.
¿Cuál es la solución a la violencia doméstica?
La integrante del Centro de Investigaciones y Estudios de Género- UNAM cree que para empezar a cambiar las dinámicas los varones deben comenzar por asumir una responsabilidad por convivir en una misma esfera.
Indica que en este proceso no ayuda ver a las mujeres como víctimas históricas de los hombres que no apoyan en nada sino más bien pensar en términos complejos en que varones y mujeres son responsables de los actos, pensamientos y actitudes que hay en un espacio de interacción.
Menciona que a todas las personas que conviven en un mismo lugar les compete impulsar cambios, desde cooperar en el trabajo doméstico hasta hacer autocrítica.
“La finalidad es ver qué puedo hacer yo (hombre o mujer) para mi pleno desarrollo de la identidad, la libertad, el uso del tiempo y mi cuidado que no solo me favorezca a mí sino a todas las personas con las que convivo”.
Apunta que de ninguna manera significa pensar desde una lógica donde hay un bando de hombres contra mujeres o viceversa, sino pensar en términos de que estamos en una cultura donde sus códigos nos mantienen en desigualdad y aun así los incorporamos y asumimos, pero son susceptibles de modificación y transformación colectiva.