En el siglo XXI es urgente trabajar por espacios educativos seguros para las minorías sexuales y de género pues las escuelas están entre los lugares más peligrosos para las personas LGBTQ+, expresa el doctor en psicología Ignacio Lozano Verduzco.
En el Seminario Permanente de Salud Mental del Sistema Educativo de Salud para el Bienestar expuso que por burlas, chistes e insultos, más de la mitad de quienes se identifican en la diversidad sexual y de género manifiesta sentirse insegura en sus escuelas y piensa que ir a ellas es un riesgo.
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Veracruz, tercer lugar del país con mayor población LGBTQ+
A pesar de que no hay datos sociodemográficos de personas menores de 15 años, la Encuesta Nacional sobre Diversidad Sexual y de Género 2021 indica que Veracruz es el tercer lugar del país con mayor población LGBTQ+.
Con 308 mil personas identificadas en esta comunidad, solo está por debajo de la Ciudad de México, que cuenta 311 mil personas, y el Estado de México, que concentra 490 mil personas.
En cuanto al nivel educativo, a nivel nacional más de la mitad de esta población (62 por ciento) cuenta con un nivel educativo medio superior o superior. En contraste con la población no LGBTQ+, el porcentaje que cuenta con estos mismos niveles educativos es de 46.4 por ciento.
Lo anterior puede relacionarse con que la población LGBTQ+ está en edades más jóvenes y ha alcanzado una mayor escolarización, lo cual, apunta Ignacio Lozano Verduzco, debe ser tomado en cuenta ante el señalamiento, acoso, violencia psicológica y, en menor medida, violencia física y sexual.
Aunque puntualiza que la producción de conocimiento sobre esta realidad no tiene más de 10 años, asegura que sí se sabe que una tercera parte de estudiantes evita ir a los baños porque los considera peligrosos.
Señala además la nula intervención de las autoridades educativas en las violencias contra las personas LGBTQ+ en las escuelas y que 50 por ciento de estas personas ha reportado escuchar comentarios y señalamientos discriminatorios de manera regular o algunas veces.
Resalta que como figuras y autoridades pedagógicas no decir nada implica asociarse con quien está acosando, con impactos que trascienden el espacio educativo y temporal.
“Guardar silencio implica legitimar que esos comentarios, que esas formas de violencia, son válidas y que la escuela es un espacio donde eso se puede llevar a cabo”, expresó el investigador y profesor de la Universidad Pedagógica Nacional.
Estudiantes no asisten por comentarios a su orientación sexual
Otro dato que compartió en el seminario virtual es que casi 40 por ciento de estudiantes no ha asistido por lo menos un día al año por los comentarios realizados con su orientación sexual o identidad de género.
Se pronuncia por realizar mayor investigación y visibilizar el impacto que el acoso, el señalamiento y los distintos tipos de violencia tienen en la salud física y mental de las personas de la comunidad LGBTQ+ en las escuelas.
Explica que quienes están primaria o secundaria están aprendiendo a interiorizar reglas de cómo deben comportarse y algunas tienen que ver con sexualidad, pero cuando hay trasgresión a las reglas sociales no dichas, viene el acoso.
“Solo hasta ese momento, por comentarios, la persona sabe que hizo algo indebido socialmente y quienes son testigos de ese castigo y señalamiento aprenden que esa conducta es inadecuada y saben que si la hacen serán señaladas”.
“El hecho de no querer ir a la escuela por acosos o señalamientos es algo grave que se debe decir cuantas veces sea necesario”, apuntó.