Ante el aumento de la pobreza, el desempleo y los problemas ambientales, el emprendimiento social es una de las alternativas para las sociedades actuales y del futuro, opina el especialista en comercio Jesús Gerardo Delgado Rivas.
El investigador explica que el emprendimiento social busca crear rendimientos económicos reutilizables, con un incremento de los beneficios para toda la población. En conferencia magistral coordinada por la Universidad Veracruzana, aclaró que el emprendimiento social no es sinónimo de hacer caridad sino de hacer negocios de manera más justa con el entorno.
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Desde la academia, la docencia o cualquier sector, apunta que este tipo de emprendimiento responde a las preguntas y necesidades de una población donde los problemas de distinta índole van en aumento.
Ante la crisis sanitaria por Covid-19 opina que en los próximos años será más notoria la pobreza, que tiene al menos una de las siguientes carencias sociales: rezago educativo, acceso a los servicios de salud y a la alimentación.
También, a servicios básicos de vivienda y a la seguridad social, por mencionar algunos. Más que una mirada pesimista indica que se debe observar el panorama como un área de oportunidad donde la creatividad, la innovación y el pensamiento ético son fundamentales.
Algunos de los ejemplos que menciona son la economía circular a partir del reciclaje, la innovación y emprendimiento en pro de las personas en situación de discapacidad y las iniciativas relacionadas con cultura alimentaria y nutricional.
El miembro del Sistema Nacional de Investigadores declara que México está lejos de alcanzar los objetivos de la agenda 2030, pero las metas siguen siendo las mismas.
Trabajar para reducir la pobreza, el hambre, el impacto negativo al medio ambiente y las desigualdades, así como avanzar en acceso a salud, bienestar y educación de calidad.
Estos emprendurismos –dice- tienen que ir hacia saneamiento, energía no contaminante, trabajo decente y crecimiento económico, ciudades y comunidades sostenibles, acción por el clima, vida submarina, vida de ecosistemas terrestres, paz, justicia, entre otros.
“¿Por qué nosotros no podemos incorporar modelos de negocio más amigables, inclusivos y con esquemas donde los beneficiarios sean más importantes”, cuestiona.
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En ese sentido, señala como importante que en los estados del país la educación superior se convierta en sinónimo de mejora en la calidad educativa con miras a al emprendimiento social.
Para generar proyectos de este tipo explica que hay cuatro competencias a desarrollar, La primera es la relacionada con la tarea o trabajo a realizar, y con innovación, creatividad y resolución de problemas.
Otra competencia es sobre las relaciones sociales, liderazgo, capacidad de relaciones afectivas, trabajo en equipo y motivación. Una competencia más tiene que ver con el desarrollo de capacidades personales, iniciativa privada, autonomía, adaptabilidad, tenacidad, perseverancia, confianza en sí mismo, actitud mental positiva y capacidad para asumir riesgos.
Además, competencia filosófica y ética, relacionada con código y sentido ético, conciencia del otro, pensamiento crítico e implicación en la realidad social.