Con el cambio climático y la vulnerabilidad a un mayor número de desastres naturales es urgente la formación de una cultura de seguridad y de preparación e intervención psicosocial, opina la experta en protección civil Gloria Luz Ortiz Espejel.
En conferencia virtual, la especialista puntualizó que también es un desastre una situación de estrés colectivo, la cual puede afectar a toda una comunidad o a algunos grupos.
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“Aunque la crisis es una reacción inicial natural, las consecuencias pueden incluir trastornos psiquiátricos de mayor duración e intensidad”, advirtió.
¿Quiénes están propensos a una situación de estrés colectivo durante desastres naturales?
Entre las personas con mayor vulnerabilidad nombró a las mayores de 60 años, a responsables de la toma de decisiones médicas, militares, civiles, y a rescatistas, brigadistas y voluntarias.
“Los profesionales deben operar en situaciones de gran confusión y escasez de recursos, y a veces lo hacen sin una preparación adecuada. Por lo tanto, también pueden verse afectados o convertirse en víctimas de la situación, experimentando serias alteraciones”.
“La fuente principal de trauma emocional es el desastre en sí, pero las fuentes de traumatización no terminan cuando el desastre termina y cuando las víctimas son rescatadas”, aclaró.
Ortiz Espejel afirmó que es el tiempo para reforzar la cultura de preparación e intervención psicosocial, sobre todo porque históricamente en México la mayor afectación es por fenómenos hidrometeorológicos (78.8 por ciento).
En el caso de Veracruz, por su ubicación geográfica, está considerada dentro del grupo de entidades vulnerables.
Para ejemplificar, la especialista cita el caso de Veracruz en 2010, cuando por los huracanes Karl y Matthew se convirtió en una de las entidades más afectadas con 23 defunciones y más de medio millón de damnificados.
Anota que el suceso precipitante, como la pérdida de un ser querido, bienes, empleo, etc., derivado del desastre, impacta a la persona, la familia, la comunidad y el sistema cultural.
“Cuando la población se ve afectada por una calamidad entra en un estado de crisis que involucra al individuo, quien estaba previamente estable, seguro y funcionando adecuadamente como miembro de un grupo familiar o social, integrado en un entorno comunitario que forma parte de una amplia cultura social”.
Al centrarse en las pérdidas económicas, anota que la depresión, otras formas de angustia y trastornos mentales regularmente pasan desapercibidos.
“En los planes de emergencia es esencial incluir la atención psicológica y social para la población en general. Esto se puede lograr a través de programas de capacitación e información. Se debe fomentar una cultura de protección civil que ayude a minimizar los efectos postraumáticos”, sostuvo.
¿Cuáles son algunas recomendaciones ante desastres naturales?
Entre las sugerencia nombradas están los simulacros, descritos como “un medio para sensibilizar a personas y grupos frente a un desastre, al contribuir a reducir el pánico que podría surgir”.
“Son recursos importantes para la preparación psicológica de la comunidad, incluyendo la capacitación y el adiestramiento”, señaló.
Otras recomendaciones son promover actividades creativas que permitan encauzar de manera saludable las reacciones emocionales que afectan a los damnificados.
Los planes de emergencia, dijo, deben incluir el análisis de vulnerabilidad de la población, así como el conocimiento sobre desastres, conducta de los damnificados y técnicas de intervención.
También, identificación de los elementos de vulnerabilidad, así como la evaluación y estimación anticipada de las pérdidas potenciales para la población.
Además, información sobre lo ocurrido y sobre quiénes son los más afectados; evaluación de los grupos afectados por pérdidas y problemas psicológicos relacionados, y educación continua sobre el entorno ambiental y las formas adecuadas de reacción durante emergencias.
Sobre la preparación psicológica de la comunidad expuesta a riesgo, dice que se ha observado que algunos grupos o comunidades están en mayor riesgo, no solo por su ubicación geográfica, sino también porque, a nivel psicológico, suelen ser más vulnerables.
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