Estrés, trastornos de ansiedad y depresión inducida son solo algunas de las consecuencias de la violencia en la educación médica en México que persisten, se normalizan y aceptan como parte de un entrenamiento, lamenta el doctor en bioética Ricardo Páez Moreno.
En la conmemoración de los 60 años del internado médico en el país, expone la necesidad de crear un sistema que escuche las quejas de los médicos estudiantes en un marco de privacidad y confidencialidad que obligue a las instituciones a dar respuesta.
- Te puede interesar: La modalidad híbrida en la UV llegó para quedarse: Vicerrector
Desde el enfoque de la salud basado en derechos humanos, el investigador del Programa Universitario de Bioética de la Universidad Nacional Autónoma de México señala tres problemas específicos.
Enumera las carencias en el sistema educativo de los médicos, la falta de una organización que vea por los intereses de los médicos y la falta de supervisión, donde ve la fuente de errores. Entre los puntos básicos menciona la escasa participación de las universidades en la educación de los residentes; las jornadas extenuantes a las que son sometidos al ser utilizados como fuerza de trabajo a bajo sueldo, y el entorno inseguro al que son sometidos al prestar su servicio social.
El investigador enfatiza en la indefinición de responsabilidad del sistema educativo médico (universidad u hospital) y en un sistema sanitario que ha descargado buena parte de la atención de la salud en los médicos estudiantes.
Ejemplifica que en el caso del servicio social, se convierten en “saca trabajo” y su labor representa hasta el 30 por ciento de lo que se hace en algunas instituciones, sin que haya una remuneración acorde. “No se define su rol como trabajadores con sus respectivos derechos. Son ‘mano de obra barata’ o explotada. Además, el Estado no afronta la carencia de una asistencia sanitaria universal y de calidad, aunado al bajo presupuesto asignado al sector salud”.
Observa que ni la universidad se encarga del entrenamiento médico adecuado de los estudiantes ni el hospital deja de tratarlos como trabajadores sin realmente serlo. Por otra parte, opina que el que la población en general viva en un contexto de violencia generalizado no significa que no se deba tomar en cuenta la falta de medidas protectoras de los pasantes de medicina, quienes a veces se han ido a lugares inseguros con la idea de quizá no regresar.
¿Qué violencias padecen los estudiantes de medicina?
En el aula magna de la Facultad de Medicina de la Universidad Veracruzana, el invitado citó libros y estudios de distintas instituciones educativas que apuntan a tres niveles de violencia: subjetiva, simbólica y objetiva-sistémica.
La mayor prevalencia está en el maltrato psicológico, los gritos y malos tratos de los jefes, trabajos excesivos, acoso sexual e insinuaciones, y falta de respeto a los horarios de comidas y de clases.
Vuelve a leer: Sufrió bullying de niño y ahora protege a menores con proyecto; su historia
Asimismo, hostigamiento, discriminación, llamados de atención de manera incorrecta, humillante y prepotente; tono de voz altanero, frialdad en el trato y humillación directa. En este sistema —dice— crece la dominación motivada por el abuso de poder, el complejo de superioridad, el estrés laboral y la rivalidad o competencia de ver quién es mejor.
Aunque el orden de los agresores varía dependiendo de la institución que presenta sus estudios, expuso que persisten los enfermeros, médicos de planta, docentes asistenciales y hasta los mismos residentes.
En esta estructura, señala, los médicos estudiantes se resignan y agachan la cabeza ante el temor de que se les acabe el internado; además, tienen miedo a las represalias. Sobre los síntomas de estas agresiones, los estudios indican que hay sensación de abandono, impotencia, angustia, estrés y tristeza con efectos en la salud mental y en las interrelaciones familiares. Así, por la edad y las horas que duermen en el día, se dan casos de ansiedad y depresión inducida.
Ricardo Páez Moreno puntualiza que en México se cumple un círculo de explotación generador de violencia cuyos principales receptores son los pacientes, quienes representan el eslabón más vulnerable en una cadena de fenómenos y de violencia invisibilizada.
¿Falta trabajo para denunciar abusos contra estudiantes?
Mónica Sandoval García, directora de la Facultad de Medicina de la Universidad Veracruzana, aceptó que aún hay mucho trabajo que realizar para que los estudiantes hagan valer sus derechos y se atrevan a denunciar abusos cuando realizan su internado o servicio social.
En entrevista indicó que ya hay mecanismos implementados y está incorporada desde los primeros semestres de la carrera la experiencia educativa de bioética, pese a ello, el proceso es lento.
“Uno de los principales factores es que los alumnos no conocen sus derechos y, por ende, no reportan las situaciones que están viviendo; es un desconocimiento que no hemos identificado a qué se debe”, expresó.
Tras conferencia del doctor en bioética Ricardo Páez Moreno con motivo del 60 aniversario del internado médico en México en la que habló del acoso sexual que han vivido algunas médicas internas, dice que está instalada la Coordinación de Equidad de Género. “Nosotros estamos obligados a dar atención; saben que pueden hacer los reportes de manera confidencial o pública y nosotros debemos intervenir”.
Aunque en este momento dice que no hay ningún reporte, afirma que sí los ha habido y se les ha dado un seguimiento al cien por ciento. Entre otros mecanismos con los que cuentan, explica que antes de que los jóvenes se vayan a las unidades hospitalarias se les da un curso de inducción sobre a quién deben dirigirse, cuáles son sus derechos y obligaciones.
“Se van de la Universidad pero tenemos una coordinadora de internado que tiene calendarizadas todas las supervisiones; aun así hemos tenido alumnos que renuncian y se acercan cuando ya tomaron la decisión”.
Entre las principales causas de baja nombra la depresión y la ansiedad, “que tal vez ya tenían pero se recrudecen en esta etapa o ahí inician”.
Reiteró que tienen reuniones con los médicos estudiantes y no se atreven a decir el nombre de la persona agresora ni de manera confidencial, por lo cual acepta que necesitan empoderarlos.
Actualmente trabajan con el Observatorio de Educación Médica y Derechos Humanos (OBEME) y confía en que con la creación de una aplicación que ya está en prueba piloto haya un avance más rápido en la promoción de los derechos humanos de estudiantes de medicina en las unidades médicas.
¿Por qué guardan silencio los estudiantes?
Un servicio social seguro piden estudiantes de la Facultad de Medicina región Xalapa de la Universidad Veracruzana, quienes coinciden en que además de abusos de distinta índole, desde que ingresan son “aleccionados” en una cultura de miedo y resignación.
Sin revelar sus nombres, cuestionan además por qué desde su ingreso a las carreras se les crea un ambiente de incertidumbre ante lo que deberán enfrentar cuando hagan su residencia y servicio social. En la conmemoración de los 60 años del internado médico en México, efectuada en la Facultad de Medicina, expusieron el temor a hablar, al cual le empiezan a hacer frente con marchas realizadas en fechas pasadas.
Recordaron que no hay garantías de seguridad cuando son enviados a pueblos o comunidades serranas y hay trágicos resultados de ese deslinde de responsabilidad. Los estudiantes puntualizan que las autoridades deben garantizarles seguridad y una mejora en las condiciones en las que se da su servicio social, pues están los datos con nombres y fechas de ataques violentos y asesinatos.
Al respecto, el doctor de la UV, Domingo Vázquez Martínez, menciona que en este tema sí trabajan para poner sobre la mesa la problemática.
Entre las acciones adelantó que ya se trabaja con una aplicación para que cuando los estudiantes, pasantes, internos y residentes vayan a los hospitales no se sientan abandonados por la Universidad.
Lee más: UV: alumnos de medicina exigen mayor seguridad para prácticas profesionales
En la aplicación, que está en prueba piloto, dijo que los estudiantes podrán hacer sus quejas con lo que se busca un empoderamiento. “Ciertamente denunciar es difícil porque sí ha habido consecuencias y sí las hemos vivido”, expuso para luego llamar a los médicos estudiantes a romper el silencio.