Organizaciones civiles y la Coordinación de Sustentabilidad de la Facultad de Sociología UV convocan a la población a sumarse a las acciones para conocer y valorar los manantiales y ríos que atraviesan por el centro de Xalapa y la zona conurbada.
Ante el cada vez más grave acceso al agua limpia y potable en la ciudad, puntualizan la importancia de mirar a los cuerpos de agua que, en su mayoría, sufren la contaminación generada por la población.
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“Es urgente la acción ciudadana para rescatar estas fuentes de vida. Restablezcamos la confianza vecinal, fortalezcamos la capacidad de organizarnos y actuemos en consecuencia”, indica la antropóloga y maestra en Desarrollo Social, María de los Ángeles Muñoz.
Continúan los recorridos por manantiales de Xalapa
El llamado de la docente de la Facultad de Sociología-UV se da previo al cuarto recorrido por los manantiales de Xalapa, programa que impulsa el trabajo colaborativo a favor del bien común.
El domingo 25 de junio a las 11 horas, en el IMAC, el grupo se reunirá para salir con rumbo al río Carneros, aguas arriba de la Represa del Carmen.
La organización “Custodios del Archipiélago” anota que el arroyo Amoyolapan o río Carneros es uno de los más icónicos y maltratados de la ciudad.
En el recorrido, adelanta que empezarán en la antigua Represa del Carmen y continuarán agua arriba con el fin de identificar dónde se empieza a contaminar y por que qué no es visible en todo su recorrido.
En anteriores recorridos, los “Custodios” y sus invitados han conocido el agua que fluye por Xalapa en distintos lugares, entre ellos, Xallitic, pues aseguran que es posible conocer cómo el agua que allí nace se conecta con el arroyo Techacapan, un cuerpo de agua escondido en pleno centro de la ciudad.
El Techacapan tiene una trayectoria hasta llegar al barrio de Los Berros y ya hay experiencia de defensa del arroyo, explica.
En esta misma línea de acción, el antropólogo Julio Mendoza, integrante de Sendas AC, subraya la necesidad de colaborar desde todas las áreas.
En su participación en conversatorio en el 9º Festival Junio con Ambiente, dijo que el problema de escasez de agua no es algo que se vaya a solucionar en un breve periodo de tiempo, “es un problema que va a ir agudizando año con año”, enfatizó.
Hay que estar preparados se viene una crisis climática: Katia Romero
Katia Romero León, coordinadora de la Maestría en Economía Ambiental y Ecológica de la Universidad Veracruzana, expresa que la población debe estar preparada para la adaptación a los nuevos tiempos con una crisis climática encima.
En el 9º Festival Junio con Ambiente, expuso que en Xalapa, cada familia utiliza 318 litros de agua en promedio por día, cuando hay municipios como Banderilla donde cuentan con mil litros por familia y para periodos largos.
En ese contexto, apunta que sí es incómodo llenar botes y que es natural la molestia contra el gobierno, pero también es necesario sensibilizarse ante la problemática, ver cómo padecen la escasez otras personas y, a partir de ahí, racionar el uso del líquido.
Puntualiza que se le puede dar un valor económico a los días en los cuales hay mayor escasez de agua, un valor que se puede trasladar a los sistemas de cosecha de agua de lluvia (Scall), pues en términos costo-efectividad los resultados son positivos.
Los Scall, sostiene, no son nada más una idea ambiental y hasta un tanto soñadora, también contribuyen benéficamente a la economía de los hogares.
La investigadora, integrante del equipo de un programa piloto de Scall promovido por Sendas AC, expone las ventajas de esta alternativa, especialmente en personas con alta vulnerabilidad económica e hídrica.
Explica que en economía existe el término elasticidad, que alude a la sensibilidad que las personas podemos tener ante una problemática; refiere que todas las personas como consumidoras o usuarias contamos con una sensibilidad.
Cuando nos quedamos sin agua, ¿qué tan sensibles somos al problema?
Menciona que depende del dinero que se tenga, pues si hay para llamar y pagar un pipa o si se tiene una cisterna, no se será tan sensible porque hubo cómo solventar ese problema de manera privada por algo por lo que normalmente no se paga.
Detalla que cuando los ingresos son bajos y no hay posibilidad de pagar una pipa, hay que comprar garrafones; con el programa de los Scall observaron familias que adquirían 12 garrafones al mes y otras, hasta 32, con lo que destinaban el 34 por ciento de su ingreso.
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A un año de la implementación de Scall, con filtros para tomar directamente la toma del agua como si fueran bebederos, observaron una reducción de hasta el 93 por ciento en la compra de garrafones porque hubo confianza para ingerirla.
En ese sentido, señala que hay que eliminar mitos y la percepción de que los productos, por estar en el mercado, son de mejor calidad.
“Cuando vemos el costo del Scall y que su mantenimiento depende de un individuo o una familia, cada quien se hace cargo de su problema, se hace hace responsable, y eso también da independencia económica”, opina la académica.