Xalapa, Ver.- Para Angélica Ramírez, su misión de vida tanto en el arte como en la pedagogía se ha cumplido. A sus más de 60 años, continúa dando clases de ballet clásico a niñas de entre 7 y 11 años, así como a alumnas avanzadas. En 2002 ganó la beca para Creadores con Trayectoria del Instituto Veracruzano de la Cultura por su coreografía “Mariposa de sueños”, basada en poesía de creadoras veracruzanas.
Egresada de la Escuela Normal Veracruzana, estuvo frente a grupo en la escuela Enrique C. Rébsamen durante 30 años; a la par la pasión por la danza que desde siempre tuvo le llevó a ser alumna pionera de la Facultad de Danza de la Universidad Veracruzana en 1975 de donde egresó en 1982, cuando fue becada para estudiar la Metodología de la Escuela cubana de danza en Cuba.
El grupo de danza Katarsis que creó al lado de su esposo el músico y compositor Francisco González Christen en 2002 celebrará su 20 aniversario este año, por lo que piensa reponer la coreografía “Luz de esperanza”, que es una de las que más le gustan, así como algunas otras que interpretarán el grupo de bailarines fieles que hasta ahora le acompañan entre los que se encuentra Julia Tapia, Michelle Pérez, Eugenia Castellanos y Rafael Domínguez y las bailarinas invitadas Claudia Olvera en danza odissi y Diana Barrón en danzas orientales.
Desde el año 2000, de manera independiente, el grupo Katarsis Danza de Cámara participó en diversos proyectos y en 2002 ganó la beca para grupos artísticos que les permitió llevar su arte a 15 poblaciones del estado.
Ese año también participaron en el programa Miércoles de danza que les permitía a once grupos independientes presentarse alternadamente en espacios como el Centro Recreativo Xalapeño, El Ágora de la Ciudad, Casa del Lago, y la sala chica del Teatro del Estado, entre otros.
Recuerda con mucho cariño la coreografía “Mariposa de sueños” que tuvo mucha aceptación y fue muy aplaudida bajo la dirección de teatro de la maestra Laura Moss.
En 2003 Katarsis abrió su espacio para dar clases de ballet y danza contemporánea a niñas y jóvenes en la calle Magnolia de esta ciudad, donde permaneció hasta 2007, cuando lo trasladaron a su domicilio particular para continuar dando clases, posteriormente abrieron nuevamente el espacio en la calle Adalberto Tejeda, donde hasta el día de hoy permanece, y cuyas alumnas han participado en diversos festivales con coreografías suyas, lo que le representa una enorme satisfacción.
“Mi misión de vida en el arte está cumplida”, dice Angélica Rivera quien desciende de una familia de docentes y cuyos hijos son también maestros: Rosaura González Ramírez de canto y su hijo Francisco, de idiomas.
Hasta hoy sigue creando coreografías y la docencia forma parte de su vida, por lo que cuando deje este planeta su deseo es que le coloquen las zapatillas de ballet.