Xalapa, Ver.- En 2004, en Banderilla, Gloria Elena Acevedo Rodríguez, quien en ese entonces sólo había terminado la primaria, vio la necesidad de 'jalar' a sus hijos y sacarlos del ambiente, del barrio, pero junto con ellos había otros jóvenes, por lo cual los atrajo y les empezó a dar clases de arte y lectura. Hoy su mayor satisfacción es verlos convertidos en ingenieros, arquitectos y gente de bien. “Ese es el pago más maravilloso”, dice.
Entrevistada en su casa ubicada en el camino hacia San Antonio, en Tlalnelhuayocan, regularmente recibe entre 12 y 15 niños de esa región, que están muy atrasados pues no cuentan en sus casas con internet ni celulares, mucho menos computadoras.
Al enterarse de que los niños y niñas no estaban estudiando, les invitó a su casa, donde ella pone todo el material didáctico, libros, el internet y dos teléfonos celulares, pero más que nada pone empeño, atención y dirección para que los asistentes se puedan poner al corriente y no vayan a reprobar el periodo lectivo. Les ha prometido que si lo logran como premio les enseñará a pintar, así como a cuidar y cultivar la tierra.
En 2004, cuando Gloria Elena se dio cuenta que para motivar a sus hijos al estudio tenía que ponerles el ejemplo, entró a la secundaria para trabajadores, al terminarla ingresó a la preparatoria abierta y así llegó a la Universidad Veracruzana, donde en 2007 ingresó a la carrera de Pedagogía, que concluyó en 2011.
La también pintora y escritora, entonces enseñaba arte, teatro, declamación y la elaboración de juguetes artesanales que al exponer una vez por año, los niños podían vender.
Desde aquella época, su misión ha sido inculcarles el cariño por los libros, por el saber, y para que vean la necesidad y satisfacción que da terminar una carrera; sin embargo sus enseñanzas no son tradicionales, pues de repente hace un alto para ofrecerles un té, algunos dulces hechos en casa y lo mismo les saca a ejercitarse a la vez que repiten las tablas de multiplicar. Con el dibujo, también les introduce las matemáticas, ya que lo hacen con coordenadas.
La pedagoga, quien previamente había retomado sus actividades de arte y lectura en la calle Aldama, de la colonia Guadalupe Victoria de San Andrés Tlalnelhuayocan, inició también clases de arte y agropecuarias con los padres de sus alumnos, a los que invitaba los sábados a su casa para sembrar maíz, calabaza, piña y una gran variedad de hortalizas. También a ordeñar cabras y hacer quesos.
A este grupo le enseñó a pintar sobre piedras, madera y tela, con colores surgidos de la buganvilia, achiote, cempasúchil y Jamaica, porque “si no tenemos los materiales los creamos”, aseguró la pintora que desde un principio les induce a pintar en lienzo “para que creen un error propio o un triunfo”.
El proyecto agropecuario, indica, se trata de que sus alumnos conozcan sus raíces mexicanas porque muchos ya no conocen los metates ni los elementos que debe tener una ofrenda de día de muertos, asimismo les enseña el ciclo del maíz, que reiniciará en enero con la nueva siembra.