Tlalnelhuayocan, Ver.- Las familias que habitan en la privada Durazno de Rancho Viejo, municipio de Tlalnelhuayocan no duermen y pasan la noche en vela rezando para que San Miguel, cuya fiesta se celebra este día, les cuide y proteja ante la intensa lluvia que cayó antenoche, haciendo cada vez más grande el socavón que ya llegó a los límites de sus propiedades.
Las autoridades municipales, a cuyo frente se encuentra el alcalde David Aguirre Ángeles, tienen conocimiento desde el primero de agosto y no han hecho nada, sólo les prometen pero hasta este momento no han realizado acción alguna que salvaguarde la seguridad de decenas de personas que habitan en esa zona desde hace unos 30 años, la más antigua y 13 años, los que llegaron después.
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Ante este panorama desconsolador, pues las familias se sienten solas y olvidadas, piden el apoyo tanto del gobernador Cuitláhuac García Jiménez, como de la ciudadanía a través de la donación de escombro, pues están en la mejor disposición de trabajar para prevenir una desgracia mayor debido a que el socavón que inició desde las primeras lluvias de junio y julio y se ha ido agudizando al grado de haber desaparecido un terreno, que afortunadamente no había sido construido.
Francisco Martínez Herrera, Guadalupe García Domínguez, Oliveria Miranda Córdoba, Eugenio Ceballos Saldaña, Paulina Morales Sangabriel, Luis Hernández Méndez, así como María Virginia Hernández García, aseguran que ya fueron a revisar el deslizamiento de la tierra en el terreno que es completamente arenoso tanto Protección Civil municipal como estatal, sin embargo, los meses han pasado haciendo el socavó cada vez más grande y profundo, donde se observa una honda zanja, donde la lluvia se ha llevado a su paso la tierra y arena que van a salir metros abajo, donde han afectado a al menos tres productores de trucha que han perdido sus cosechas de entre mil y 2 mil 500 crías.
Dicen que el viernes pasado se reunieron con el alcalde, quien de manera diplomática evadió hacer frente al problema donde necesitan que desde la parte alta se ponga solución a las descargas de agua, ya que ha crecido mucho la población, sin embargo las construcciones no están reguladas.
Este es un problema nuevo, insiste Guadalupe García Domínguez, quien fue la primera en construir su casa en el número 1 de la privada Durazno, en terrenos ejidales. “En 30 años, nunca se había visto nada así”, comenta al insistir que están siendo afectados por la falta de infraestructura para desviar el agua tanto de lluvia como de los drenajes de la parte alta del poblado.
Ante la indiferencia e insensibilidad de las autoridades municipales, con sus propios recursos han tratado de detener el problema al construir una cuneta por la cual pretenden desviar el agua, la cual sí funciona, pero no saben hasta cuándo ante las constantes lluvias, puesto que el gran socavón que pasó de un terreno a otro y tiene una profundidad y dimensión que pone en peligro las construcciones a su alrededor y amenaza con llevarse todo a su paso.
El terreno en el que inició el deslave era plano, afirman, pero metros más abajo donde ya no hay tal terreno hay un nacimiento de agua que lo agravará poniendo en peligro a quienes habitan en las partes bajas, como ya sucedió con las granjas de trucha de Fidel Martínez Rodríguez y Manuel Martínez, quienes han perdido toda su cosecha que constaba de entre dos mil y dos mil 550, lo mismo que Luis Hernández Méndez, quien perdió mil truchas.
Al visitar a Fidel Martínez Rodríguez en su restaurancito La paz en el camino a Meza Chica, del mismo municipio, cuyo patio y estanques quedaron cubiertos de arena con la pérdida total de sus truchas, comenta que cada vez que llueve pasa lo mismo, pues mientras no se arregle el problema en la parte alta de Rancho Viejo, las aguas seguirán afectándoles y arrasando con sus cosechas de trucha y llenando de arena todo a su paso, sus estanques, su patio, su bodega, los baños del restaurancito, por lo que ahí a pleno rayo del sol trataba el solo de retirar toneladas de arena.
Ante la insensibilidad de las autoridades municipales, a las que esperaban este día luego del torrencial aguacero de la noche anterior y que brillaron por su ausencia, los vecinos de la privada Durazno piden el apoyo del gobernador Cuitláhuac García Jiménez, pues ya no duermen, han perdido su paz y ante cualquier amenaza de lluvia se la pasan con el “Jesús en la boca”.