Emiliano Zapata, Ver.- La tercera ola por Covid-19 se ensaña con Rinconada, municipio de Emiliano Zapata, cuyos ingresos dependen en un 100 por ciento de la derrama económica generada por los turistas. Apenas veían una mejora cuando les llegó “el otro golpe”.
En entrevista, comerciantes con establecimientos ubicados en la avenida Independencia, que es la principal, coincidieron en que la segunda quincena de agosto la caída de ventas fue abrumadora. “Septiembre pinta igual”.
Comparten que hubo necesidad de reducir las plantillas laborales, bajar salarios, dar menos días de trabajo o cerrar temporalmente.
Karina, quien trabaja en uno de los cuatro hoteles del poblado, explica que todo es una cadena porque quienes más solicitan hospedaje son los visitantes y proveedores de mercancía.
En “Antojería Donají”, las colaboradoras agradecen contar con empleo, pero ahora descansan un día más sin goce de sueldo. Igual que Karina, hay quienes viajan de otras localidades y pagan 50 pesos diarios de transporte.
Con un salario de entre 150 y 200 pesos, menos los gastos generados por traslado, apuntan que la vida es cada vez más difícil.
Los sueldos siguen igual y nada más vemos cómo sube todo lo que tenemos que comprar
“Estamos tratando de resistir”, expresa don Antonio Gutiérrez González, quien a sus 67 años vende artesanías, abarrotes y una diversidad de artículos.
Don Toño afirma que seguir de pie se debe en gran parte a que no paga renta, de lo contrario, le sería imposible evitar la quiebra. Lamenta el desempleo y la falta de apoyos del gobierno.
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“Otra cosa es la luz. Yo pongo una mesita con pepitas, dulces y chocolates y ya me cobran tarifa 2 porque es negocio. En Rinconada no nos hemos podido recuperar. Solo dos o tres negocios ahí la van llevando. Qué le hacemos, hay que luchar”, manifiesta.
A pesar de la adversidad, Azucena Durán Medina ve el futuro con optimismo, igual que los demás pobladores. La profesional en administración de empresas rememora que además de la crisis sanitaria ellos ya habían recibido otro golpe.
Recordó que con la construcción del libramiento bajó el número de turistas, camioneros y viajeros: “La infraestructura y la tecnología tienen beneficios, pero también pueden afectar a muchas personas”, indicó.
Y es que antes de la obra mencionada había 96 negocios dedicados a la venta de antojitos y ahora quedan menos de 25.
Durán Medina, quien da empleo a 30 personas en su restaurante “Carolina”, apunta que Rinconada es un pueblo de gente trabajadora y con fe en que vendrán tiempos mejores.
“Acá hay mujeres luchonas. Antes era raro que las viera uno trabajando, pero ahora hay muchas jefas de familias en un país en pausa. De Rinconada a Cerro Gordo es un parador turístico y tenemos la confianza en que pronto haya una reactivación”, señaló.