Sin importar la edad o condición socioeconómica o cultural, todas las personas que han tenido que confinarse para cuidarse y disminuir la propagación del Covid-19 están propensas al “Síndrome de la Cabaña”, expone en entrevista Juan Carlos Ortiz Honc, doctorado en Desarrollo Humano.
El especialista en salud mental explica que este síndrome se caracteriza por tener miedo, parecido al que viven personas con trastorno de ansiedad, o por desarrollar una serie de pensamientos catastrofistas. A nivel fisiológico puede traducirse en manifestaciones como taquicardia, hiperventilación y sudoración. “El síndrome no solo nos afecta cuando tenemos que estar confinados, también se han presentado afectaciones cuando las personas salen y tienen que enfrentarse a esta ‘situación de calle’, denominada en nuestro país, la nueva normalidad”, dijo.
Si bien ha sido a raíz de la pandemia por coronavirus que los medios de comunicación de distintas partes del mundo han dedicado espacios al Síndrome de la Cabaña, el psicoterapeuta aclara que no se trata de algo reciente; sus antecedentes se remontan al siglo pasado.
Detalla que este síndrome es conocido en inglés como “Cabin Fever”, un término que se empezó a utilizar en Estados Unidos en el siglo XX para describir un estado mental que algunas personas viven al encontrarse aisladas en una cabaña o casa por los intensos fríos y los temporales de invierno.
También lo han vivido los astronautas que han permanecido en el espacio por largos periodos de tiempo. Se identifica por meses de aislamiento, soledad y aburrimiento.
En el caso del aislamiento por la contingencia sanitaria, menciona que están expuestos a tener el síndrome incluso quienes necesitan salir para comprar alimentos algún día de la semana, y hasta los niños, quienes requieren de sociabilización con otros chicos y otras personas.
Juan Carlos Ortiz expresa que probablemente las personas con enfermedades previas —ahora llamadas comorbilidades— y los adultos mayores a partir de los 60 años sean las personas más vulnerables.
“Individuos o parejas que han debido permanecer en sus departamentos o casas, ya sea en zonas urbanas o rurales, máxime que en algunos centros comerciales para adquirir sus alimentos no se les permite entrar o han sido restringidos los horarios en los que pueden adquirirlos, de tal manera que además de aislados han padecido de discriminación social, más allá de la que comúnmente enfrentan algunas personas de la llamada tercera edad”.
LOS SÍNTOMAS
El psicoterapeuta Humanista Gestalt refiere que, en esencia, el aislamiento y la desesperación son las quejas y a su vez los síntomas más frecuentes de las personas que están viviendo el Síndrome de la Cabaña.
Compartió que una investigación que se desarrolló en Estados Unidos en los años 80 arrojó que los síntomas más frecuentes son: sensación de insatisfacción en el hogar, desasosiego, aburrimiento, irritabilidad y necesidad de romper la rutina.
¿Pero cuándo es necesario solicitar apoyo emocional o psicológico de un profesional? “Cuando las descripciones o quejas de las personas que viven este aislamiento físico, emocional y psicológico se tornan en ansiedad, miedos, irritabilidad, enojo o violencia, ya sea manifestado hacia sí mismo o hacia las personas que cohabitan con ellas”. Aún más, cuando se presentan la depresión y el abuso de sustancias nocivas a la salud como el tabaquismo, alcohol o drogas. Ortiz Honc celebra que a pesar de las circunstancias actuales exista la facilidad de la psicoterapia en línea.
SOLUCIONES
En el estado de Veracruz se ha puesto en marcha el semáforo epidemiológico. Actualmente está en riesgo máximo y no hay certeza de cuándo se podrá acabar el confinamiento. Ante ello, Juan Carlos Ortiz considera que mientras se viva esta situación es necesario realizar algunas actividades.
Entre las alternativas sugiere dedicar tiempo a las artes manuales o un “hobby” para combatir el aburrimiento; establecer comunicación telefónica con familiares y amigos; coordinar reuniones por videoconferencia y, sobre todo, mantener una alimentación y hábitos de vida saludables.
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El especialista dice que el síndrome puede generar miedo en quienes tienen que regresar a sus trabajos o en ciudades donde se va permitiendo el desconfinamiento: “Para superarlo, en cada caso se requiere adaptar a quien lo padece a partir de sus propias necesidades, recursos y dificultades existentes”.
Entre los puntos a tomar en cuenta enumera: que la persona encuentre una meta u objetivo propio y un sentido para tomar el riesgo de volver a sus labores habituales, tener claro cuáles son los cuidados para evitar el contagio, así como cuidar la salud en general y el fortalecimiento del sistema inmunológico de manera natural.
Precisó que todo esto le permitirá a la persona aumentar la seguridad y confianza en que puede hacerlo: “En síntesis, es necesario considerar que el Síndrome de la Cabaña tiene un antes, un durante y un después, por lo que podemos tanto prevenirlo como encontrarle una solución cuando se presente y otra cuando se pueda volver a la nueva normalidad”.