Xalapa, Ver.- Minerva Chores Sánchez concluyó su carrera en Sociología en la Universidad Veracruzana (UV) a sus 50 años, pero desde hace muchos años ha hecho trabajo comunitario de apoyo y empoderamiento de las mujeres. Este lunes 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, recibirá la Medalla Insurgente María de Teresa Medina y Miranda por parte del Ayuntamiento de Xalapa.
Cuando recibió la noticia se conmovió hasta las lágrimas, no podía creer que su trabajo pudiera ser reconocido porque nunca lo hizo con esa intención. Ahora "Mine", como la llaman sus amigos, tiene más claro que nunca que hacer comunidad es hacer cultura de paz y que vivir de otra forma sin ser individualista, es posible.
“Nunca lo pensé, todo lo que hago no es pensando en que algún día me lo agradezcan o me lo reconozcan, yo lo hago porque me gusta hacerlo. Mi participación aquí siempre ha sido voluntaria”, dijo emocionada.
Sentada en uno de los sillones del Centro Comunitario de Tradiciones, Oficios y Saberes (Cecomu), a un lado de los muebles y materiales que llevan casi un año, lo mismo de la pandemia por el Covid-19, en espera de reactivar las actividades, también reconoce que esto no ha sido nada sencillo porque son muchas personas acostumbradas a que todo lo tenga que hacer el gobierno, justo lo contrario a lo que ellas han logrado por su propia iniciativa.
Lleva viviendo cerca de 35 años en Chiltoyac, congregación ubicada a 40 minutos de la capital del estado. A sus 13 años, llegó a la comunidad para estudiar la Telesecundaria, ahí se enamoró y se casó.
Al terminar la secundaria se convirtió en ama de casa, sus dos hijos Nereo y Pilar le exigían toda la atención y no pudo continuar sus estudios en ese momento.
Fue hasta sus 44 años, que decidió seguir estudiando tras llegar a un acuerdo con su esposo, que trabajaba de albañil en Xalapa, con el compromiso de que no desatendería el trabajo de casa. Estudio la preparatoria y después Sociología en la Universidad Veracruzana.
“Uno como ama de casa, hace las cosas, pero no debe desatender el hogar, para mi fue un sacrificio estudiar, económicamente y porque no podía abandonar los quehaceres, tenía que cumplir con ellos”, recordó.
A sus 50 años, era ya licenciada en Sociología motivada por sus hijos que, en ese momento, el mayor, ya se había graduado como ingeniero electromecánico.
Pese a que la situación no era la mejor, Mine asegura que siempre le ha gustado trabajar y si bien estudiar significó un reto, no lo veía imposible. Tenía que levantarse muy temprano y acostarse muy noche para no desatender su hogar y muy de mañana tener listo el “bastimento” de su marido; esto provocó incluso que terminara yendo al médico y vitaminarse.
“Hacía mole, vendía tamales, he trabajado en el Instituto Veracruzano para la Educación de los Adultos y siempre he tenido entraditas de dinero, no mucho, pero me ayudaba para mis carros porque la Facultad de Humanidades, económicamente no es costoso”, abundó.
Pero incluso antes de todo esto, Minerva ya era cofundadora del Centro Comunitario de Tradiciones, Oficios y Saberes (Cecomu) que inició en 2012, luego de una propuesta y vínculo con la Universidad Veracruzana.
“En los pueblos que tienen historia, viene mucha gente a investigar, entonces el vínculo fue Cristina Núñez Madrazo con quien siempre existió una amistad desde antes porque mi esposo fue agente municipal en 1998-2001 y entonces llegó buscándolo a él para hacer una investigación y ahí la conocimos. Después ella regresó proponiéndonos esto para hacer labor comunitaria y hacer la propuesta porque Chiltoyac tiene mucha historia y tradición”, recordó.
Gracias a eso también pudo hacer labor con la gente de la comunidad y empezó a conocer todas las problemáticas que existen participando en el módulo del DIF. Desde allí, ya se organizaba con grupos de mujeres para coser ropa, hacer huertos y una cocina comunitaria.
“Ahí me empecé a identificar mucho con toda la gente porque yo también viví violencia en mi casa, con mi familia, con mi papá y empecé a encontrar muchas mujeres violentadas, muchos niños violentados, viejitos violentados y me empecé a identificar con la gente y empezamos a hacer trabajo desde ahí”.
Labor en el Cecomu
En el Centro Comunitario (Cecomu) lo primero que empezaron a hacer fue rescatar la danza, pero fundarlo no fue fácil porque requirió de un trabajo arduo y tardado. Desde 2011 empezaron a pedir permiso a la comunidad para instalarlo, se hizo una asamblea con los ejidatarios, todo el pueblo, así como los padres de familia de la escuela primaria dado que desde el inicio buscaban tener una hectárea de terreno que tiene la parcela de la Escuela Primaria Úrsulo Galván, lo que se les concedió.
Aunque en ese terreno ya desarrollan algunas actividades también cuentan con una casa que les renta una compañera a un costo muy accesible donde realizan talleres, tienen una cocina y realizan reuniones y la parcela donde ponen a prueba pequeños proyectos piloto, así como el taller de adobe, y donde se tiene un temazcal comunitario y en ocasiones taller de alfarería con los adultos.
“Los talleres son varios y solo es un grupo que hacemos todo con mujeres, niños, adultos, y somos como 30 los que estamos activos en el centro comunitario. A los niños les gusta mucho la alfarería y leemos también con ellos, estamos motivándoles al gusto por la lectura, también hacemos talleres de cocina tradicional, el año pasado fue con los jóvenes de la telesecundaria y desde ahí puede verse como los niños o jóvenes tienen a decir, ‘yo no porque no soy mujer’, ‘cómo voy a hacer una tortilla o un tamal’, pero a mi desde la lectura me gusta sentarlos juntos porque ellos se apartan, pero aquí no, aquí nos vamos a sentar todos juntos”, abundó.
El lunes, Mine desea ir acompañada por “sus mujeres” a recibir su premio; de no ser posible, ya le ofrecieron esperarla en el Cecomu con la comida preparada para celebrarle a ella, para celebrar con ella y todo lo que juntas han podido lograr.