Rosa María Aguilar Alejo dio prioridad al cuidado de su hijo recién nacido, por lo que no dudó en dejar el trabajo para dedicarse a las labores del hogar, en las que no hay horario, día de descanso ni salario.
A pesar de que el trabajo en casa es agotador y puede llegar a ser abrumador debido a la rutina, Rosa María sabe hoy que no se equivocó, que eligió el camino correcto, aunque nunca había reflexionado en que no tiene salario.
Entrevistada vía telefónica, recordó que al inicio de su matrimonio ella y su esposo trabajaban, sin embargo su primer embarazo fue de alto riesgo, lo que le impidió seguir trabajando, y gracias al reposo que guardó su bebé nació sin complicaciones.
En ese momento, ella ponderó la posibilidad de regresar a su trabajo, pero se enamoró de su hijo, estaba arrobada con su desarrollo y no quería perdérselo, por otro lado, no confiaba en alguna persona para dejarlo bajo su cuidado.
Reflexiona que pudo tomar esa decisión gracias a que el salario de su esposo les permitía vivir con modestia, sin carencias; pues ella dedicada al hogar tenía la posibilidad de cuidar de los recursos y ahorrar.
Reitera que en casa el trabajo es pesado, máxime ahora que debido a la pandemia no puede contratar ayuda, lo que le hace ir distribuyendo su tiempo entre todas las labores, por lo que cuando le toca lavar no puede hacer algunas otras. Así, cuando le toca el aseo de alguna área de la casa, sabe que la otra parte está más limpia y no urge “darle una manita de gato”.
Si bien sabe que tiene la posibilidad de descansar cuando quiera porque no está sujeta a horarios, dice que no puede hacerlo porque debe hacer de almorzar y comer, con lo que se ensucian los trastos y la cocina.
En esos casos, la actitud es muy importante para no desesperar ante tanto trabajo, pues de otra manera enfermaría, por lo que se ha impuesto un régimen de ejercicio, y gracias a las redes sociales toma una clase de bordado que es a la vez una terapia y también toma otra clase de yoga, indica Rosa María.
El tiempo le ha mostrado que puede hacer de su trabajo algo más relajado y hasta agradable, pues al manejar su tiempo también pudo inscribirse a la Escuela Industrial Concepción Quirós Pérez.
Concluye que si hubiera tenido un salario hubiera podido apoyar a su esposo en la construcción de su casa y haber tenido quizá una vida más holgada, pero está contenta de que actualmente las labores del hogar se están dividiendo más equitativamente entre hombres y mujeres, ya que preparar la comida entre ambos es una forma de convivir y acompañarse.
Día de las Trabajadoras del Hogar
El trabajo doméstico consiste en el trabajo realizado en un hogar y para él, incluidas las tareas domésticas, el cuidado de niños y otros cuidados personales. De manera genérica se puede diferenciar entre remunerado y no remunerado. Trabajo del hogar es el nombre con el que las trabajadoras reivindican su actividad económica, productiva, aclara la Conapred en boletín informativo.
Para diferenciar las labores domésticas que se realizan en casa, generalmente no remunerado y realizado por integrantes de la familia, las trabajadoras del hogar han definido que se les denomine de esa manera, precisamente porque lo que exigen en primera instancia es que se les reconozca como trabajadoras y que en correspondencia con esta condición, tengan acceso igual al goce de los derechos como cualquier trabajador y trabajadora.
Los movimientos sociales y organizaciones de trabajadoras del hogar consideran el 30 de marzo como el Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar, precisamente con la intención de colocar en la agenda pública su situación de discriminación sistemática y llamar la atención ante la indiferencia social. En 1988, en Bogotá, Colombia, tuvo lugar el primer Congreso de Trabajadoras del Hogar, donde se conformó la Confederación Latinoamericana y del Caribe de Trabajadoras del Hogar (Conlatraho), y se instituyó el 30 de marzo como Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar, como fecha conmemorativa y de reivindicación de los derechos de este sector compuesto en su mayoría por mujeres indígenas o empobrecidas.
Los datos
En México, más de un tercio de las mujeres entre 15 y 59 años (36%) se dedica al trabajo del hogar no remunerado. En el caso de las que hablan una lengua indígena, la proporción aumenta a casi la mitad (46%) (Conapred 2018).
Las mujeres contribuyen con 86% del valor económico de la preparación no remunerada de alimentos.
Los hombres proporcionan el 14% restante (Inegi 2015).
El valor del trabajo del hogar no remunerado y de cuidados equivale a 24.2% del Producto Interno Bruto (PIB) del país, siendo las mujeres quienes aportan tres cuartos del mismo (Inegi 2015).