Aunque nadie en la localidad de Tuzamapan quiere recordar, los limones regados sobre la banqueta de la avenida Justo Sierra quedaron como testigos de la tragedia que enlutó a todo el pueblo.
Es mediodía en la localidad perteneciente al municipio de Coatepec y las calles se encuentran desiertas. Los niños no fueron a clases y muchos comercios prefirieron no abrir sus puertas. Los que sí abrieron tuvieron apenas unas cuántas ventas. "Nadie quiere salir a la calle. La gente está triste, impactada y asustada por lo que pasó", asegura una mujer, quien con paraguas en mano salió de su casa a comprar pollo para la comida.
Sin detener el paso, la joven mujer reconoce que las riñas son comunes entre algunos jóvenes de esta localidad y de zonas aledañas; sin embargo, nunca un suceso había alcanzado la magnitud del ataque del jueves pasado. "Dicen que fue por un pleito que traían algunos de los muchachos. Yo la verdad es que no sé con quién se habrían metido como para que viniera a hacer algo tan horrible como lo que pasó", señaló mientras abría la puerta de su vivienda. El sonido del seguro da por terminada la charla.
VÍCTIMAS, JÓVENES DE BIEN
La poca gente que hay en la calle prefiere no hablar, pareciera que aún no acaban de entender la razón por la que se dio el hecho que enlutó a las familias de Óscar Alberto, Aldo, Miguel, Manuel L. y Manuel C. "Uno de los jóvenes vivía allá", asegura una mujer mientras señala una vivienda en la que ya han sido colocadas sillas para recibir el cuerpo de una de las víctimas.
Pero no se necesitan palabras, la tristeza es notoria en el rostro de los habitantes de la comunidad que perdió a cinco de sus integrantes la tarde del jueves, cuando un grupo armado disparó en contra de personas que se encontraban empacando limones, matando a cinco y dejando a otros cuatro heridos.
Ante la falta de clientes, la mujer que atiende una papelería en el centro de Tuzamapan prefiere cerrar. Ella reconoce que conocía a una de las víctimas, hermano de una de sus amigas, y que se trataba de un joven trabajador que no se metía en problemas, por lo pide que no se les involucre en nada turbio ni se les criminalice. "Eran jóvenes de bien, trabajadores. Algunos tenían esposas e hijos que se quedaron solos", señala.
En esto coincide otra mujer de la localidad, quien con lágrimas en los ojos explicó que se trataba de jóvenes conocidos por todos y trabajadores. Explica que a la gente apenas le está "cayendo el 20 de lo que pasó", ya que nunca se había presentado un hecho violento de esa magnitud. "Pues como en todos lados, hay violencia, pero nunca se había visto algo como esto. La regazón de balas que dejaron, ahí se nota la saña con la que los atacaron", precisó.
CAMBIARON CARNAVAL POR VELORIOS
Ayer viernes debería haber sido un día de fiesta en Tuzamapan por el inicio del carnaval; sin embargo, el crimen enlutó a la comunidad y obligó a cancelar la festividad. Los vestidos de la corte real se guardarán hasta agosto y es que nadie tiene ánimos para celebrar. "Se suspendió todo. Había un baile y ya avisaron que tampoco se va a hacer o que lo van a posponer. ¿Quién cree que va a querer fiesta ahorita?", narró un hombre sentado en la banqueta.
En lugar de los puestos de venta y del paseo del carnaval con más de 100 años de tradición, en diversas calles de la localidad fueron colocadas carpas y lonas para llevar a cabo la velación de las víctimas. Y es que, a pesar de que hasta el mediodía los cuerpos de los cinco hombres asesinados no habían sido entregados a sus familiares, ya se habían dispuesto flores, veladoras, coronas y lonas para recibirlos.
En el transcurso del día un grupo de personas recorrió casa por casa para solicitar apoyo económico o en especie para las familias de las personas que fallecieron. Incluso el apoyo llegó de comunidades aledañas, como Jalcomulco y Mahuixtlán.
En medio de un clima de incertidumbre, la gente de la zona exigió a las autoridades que se dé con los responsables del crimen y que se incremente la vigilancia de la zona. Ya que, aunque luego del crimen decenas de elementos policiacos arribaron a la comunidad, antes de esto, aseguran los pobladores, era escasa la presencia de policías.
"Ahora sí ya tienen ahí su retén y hasta el helicóptero se trajeron, pero antes nada. Cómo es posible que alguien pueda traer armas, disparar como 100 veces e irse tan tranquilos. Ahí está fallando algo", concluyó un hombre que salió de su casa para comprar un refresco de 3 litros en el único local de la avenida Justo Sierra que abrió este viernes.