Xalapa, Ver.- A lo lejos silba el tren. Decenas de personas apuran su paso para cruzar de un lado a otro de las vías. Niños y jóvenes cargando mochilas, hombres y mujeres llevando bolsas, ciclistas y motociclistas dándose prisa; todos buscan ganarle al tren que cada vez está más cerca.
El sonido se hace más intenso y un juego de luces se comienza a ver en el horizonte. En menos de un minuto la maquinaria y tres contenedores pasan a toda velocidad a escasos 10 metros de la casa de Mateo, quien pareciera no notarlo.
Con más de 20 años viviendo junto a las vías, el hombre se ha acostumbrado al ruido, al aire y a la vibración continúa incluso segundos después de que la maquinaria ha pasado. “Uno se acostumbra a todo, imagínese si todavía me molestara no tendría yo descanso porque el tren pasa tanto de día como de noche por aquí”, dice entre risas.
EL TREN, UN VECINO MÁS DE MILES DE XALAPEÑOS
Xalapa, la capital del estado, es atravesada por 10 kilómetros de vías férreas que abarcan desde la entrada de Coatepec hasta la avenida Lázaro Cárdenas. Vía Banderilla, el tramo supera los 12 kilómetros y al menos un 80% de éstas pasan por zonas urbanas —algunas densamente pobladas—.
Para miles de familias que viven a escasos metros de las vías que atraviesan la región, el tren se han convertido en un vecino más. Uno ruidoso y algo molesto, pero vecino al fin.
Fíjese que cuando llegué a vivir aquí, hace 28 años, pensé que nunca iba yo a poder acostumbrarme al ruido que hace. Pero si me pregunta ahora le puedo decir que hay días que ni me entero que el tren pasó
Asegura Antonia, cuya vivienda se encuentra ubicada en la colonia Zapata.
La mujer abre las puertas de su casa y platica animada que hace casi una década eran pocas las casas en la zona, que ahora tiene una alta densidad poblacional. Explica que en esa época era más fuerte la vibración de los trenes que pasaban varias veces por día, sin embargo, con el paso de los años y el crecimiento ha disminuido. “Lo que sigue siendo generándome un poco de preocupación es el tema de los descarrilamientos o de los accidentes que ya se han presentado”, aseguró.
Antonia sale de su casa y señala un punto específico en el que un taxista perdió la vida hace 5 años, cuando un vagón del tren se desprendió e impactó a la unidad. “Justo ahí un taxista fue embestido por el tren” y añade “esa es de las cosas que sí dan miedo, que se suelte un contendedor y la carga se vaya sobre nuestras casas”, señaló.
En caso de que ocurra un descarrilamiento, la casa de Antonia podría salir afectada, sin embargo, la mujer reconoce que en la familia no hay un plan de emergencia y que los documentos personales y objetos valiosos “están todos desperdigados”, por lo que reconoce que ésta debería ser una obligación para las miles de familias que viven cerca de las vías. “Es algo que uno no hace porque piensa que no va a pasar, pero creo que como vecinos de estas zonas consideradas de riesgo deberíamos tener más en cuenta”, reconoció.
RUIDO, VIDRIOS ROTOS Y CUARTEADURAS, DAÑOS DEL TREN
Las vías del tren sirven como una división de las colonias azteca y Sebastián Lerdo de Tejada y en ambos lados los vecinos han aprendido a vivir con las molestias que genera el paso de este medio de transporte. Y es que aunque son pocos los trenes que circulan ya al día, los que lo hacen dejan a su paso vibraciones que ya han provocado vidrios rotos o daños a sus casas.
“Sí es cierto que uno se acostumbra, pero hay veces que pasa muy rápido o que pita muy alto y es cuando causa molestias, ya que hace que retumbe la casa, sobre todo las que son más pequeñas”, aseguró Laura, quien vive en una casa de dos cuartos y un solo piso en la colonia Azteca.
La mujer vive con sus dos perros, pero en ocasiones cuida a su nieta, una pequeña de tres años que sí sufre por el paso de los trenes que no tienen hora ni día fijo para pasar. Explicó que muchas veces el tren la agarra distraída o peor aún, dormida, y ya le ha causado varios sustos importantes.
Si supieras qué días pasa o en qué horas pues ya la distraes o la sacas a pasear a esas horas, pero no, puede pasar de mañana, de tarde o de noche
Para ella, la advertencia de que la ampliación del puerto de Veracruz podría incrementar el número de trenes que circulan diariamente por Xalapa representa una amenaza y riesgo. El peligro de los descarrilamientos es constante y sobre todo existe temor por la falta de mantenimiento que tienen las vías. Hay varios durmientes que tienen problemas y eso nos preocupa que no se ve a trabajadores que hagan mantenimiento constante a las vías que garanticen que esté todo en buenas condiciones”, lamentó.
Al otro lado de las vías, en la colonia Sebastián Lerdo de Tejada, Raúl vive y trabaja junto a las vías. En su casa atiende una tienda de abarrotes y asegura que para él el tren no representa un peligro, esto a pesar de que en caso de una emergencia serían cientos las personas que tendrían que evacuar por una calle de apenas dos carriles. “Uno se acostumbra a todo y si te toca pues te toca”, señaló. “Uno eligió vivir aquí por lo que sea y la verdad es que tampoco se puede vivir con el temor”, expresó de manera calmada.
Sin embargo, tras unos segundos reconoce que sí le preocuparía que en caso de un accidente con los vagones se encuentren sus hijos en casa de visita. “Pues ojalá que el día que pase me agarre solo y no con ellos”, apuntó.
EN BANDERILLA, EL TREN TAMBIÉN CIRCULA EN ZONAS URBANAS
Minutos después de que el tren pasó cruzando la colonia Salvador Díaz Mirón del municipio de Banderilla, Teodoro sale de su casa. Ajeno al ruido que provocó el paso, sacude una camisa de manga larga que se pone de manera inmediata. Para él el tren es ya un vecino más.
Señaló que cuando llegó a vivir en la zona las noches eran muy complicadas, ya que el sonido del silbato, pero sobre todo la vibración que provoca en las casas la maquinaria, no lo dejaban dormir, sin embargo, fue cuestión de meses para que se acostumbrara. “Y ahorita ya ni lo escucho”.
Reconoció que no sabe con exactitud cuántos trenes pasan por su colonia, pero calcula que son aproximadamente tres los que van de norte a sur o de sur a norte al día mientras, que en la noche solo algunos días a la semana.
El hombre, que viste ropa de trabajo, recuerda que hace unos años, cuando el tren transportaba pasajeros, los vecinos incluso lo utilizaban como medio para llegar a sus casas de polizones, ya que se subían con el tren en movimiento y se bajaban cuadras adelante para no caminar. Sin embargo, señala que esta actividad provocó mutilaciones de algunos vecinos, sobre todo jóvenes, que debido a un mal cálculo caían a las vías.
Hoy, cuenta, los trenes ya van cerrados y casi nadie se acerca a su paso. Y aunque el tren ya no es “tan amigable” como era antes, las vías siguen siendo el lugar de juego de decenas de niños y jóvenes que se reúnen por las tardes para echar la reta, caminar o simplemente sentarse a platicar o a ver su teléfono celular. “Las vías ahí están y pues se usan para muchas cosas”, cuenta antes de regresar a trabajar.