¿Vainilla pura?, el enemigo son los saborizantes artificiales

Pese a lo complejo del escenario, cientos de productores en los municipios de Castillo de Teayo, Cazones de Herrera, entre otros, siguen apostando a la vainilla y defendiendo la denominación de origen “Vainilla de Papantla”

Karla Cancino | Diario de Xalapa

  · martes 9 de noviembre de 2021

La vainilla tiene además que resistir a la competencia desleal del saborizante artificial cuyo costo es “infinitamente” / Foto: Eduardo Murillo | Diario de Xalapa

Gutiérrez Zamora, Ver.- El huracán Grace, que impactó este año en el norte de la entidad, se convirtió en un enemigo más de la producción de la vainilla veracruzana que ya tenía que lidiar con los saqueos clandestinos que los “coyotes” realizan en los plantíos.

Considerada como la segunda especia más cara del mundo -solo por debajo del azafrán- y uno de los dos sabores preferidos en el mundo, la vainilla tiene además que resistir a la competencia desleal del saborizante artificial cuyo costo es “infinitamente” menor al de la esencia natural.

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Pese a lo complejo del escenario, cientos de productores en los municipios de Papantla, Castillo de Teayo, Cazones de Herrera, Chumatlán, Coahuitlán, Coatzintla, Coxquihui, Coyutla, Espinal, Filomeno Mata, Gutiérrez Zamora, Martínez de la Torre, Mecatlán, Misantla, Poza Rica, Tecolutla, Tihuatlán, Tuxpan y Zozocolco de Hidalgo siguen apostando a la vainilla y defendiendo la denominación de origen “Vainilla de Papantla” que comparten junto a 19 municipios poblanos.

 

 

Vainilla, entre saqueos y desastres naturales

Ubicada en el kilómetro 50 de la Carretera Poza Rica–Veracruz, Gaya Vainilla y especias es una de las empresas veracruzanas que se dedica a la producción de vainilla, así como a la elaboración y comercialización de productos derivados.

Al igual que a otros productores independientes y empresas, el impacto de Grace les dejó daños importantes a los acahuales de la empresa lo que a su vez pone en riesgo la producción de este año. “Del impacto del huracán, dos días después regresamos a trabajar y en el momento en el que entramos todos y vimos el tiradero que había, nos soltamos a llorar. El huracán nos tiró todo”, cuenta Imelda Saqui, trabajadora de Gaya.

Imelda, encargada de las ventas en la tienda explica que, a pesar del daño causado, en los días siguientes al huracán se pudo volver a montar las matas y se pudo salvar parte de la cosecha debido a que la planta es “noble” y permitió que se recuperara. Sin embargo, advierte que la siguiente amenaza está cerca. Y es que, en los meses siguientes, los plantíos de vainilla podrían perder más del 50 por ciento debido a los robos. Este delito, explica la comerciante, impacta no sólo en la cantidad de vainilla que los productores venden sino en la calidad, ya que para lograr salvar sus cosechas cortan la vainilla antes de tiempo.

“Hay mucho saqueo y desgraciadamente esto impide que llegue a término. Quieras o no esto si cambia su sabor y afecta porque quienes se dedican a esta planta hacen una labor titánica que se viene debajo en una noche cuando se meten y saquean”.

Y es que, después que se siembra la planta se tienen que esperar tres años para que florezca por primera vez. Luego de esto, se tiene que polinizar de manera manual, flor a flor y esperar nueve meses más para obtener una sola vaina por cada orquídea.

Mientras Imelda habla, un hombre entra a las instalaciones de la empresa a ofrecerle su vainilla. La mujer le informa que la época de compra es hasta noviembre. La respuesta cambia por completo el rostro del adulto mayor. “Para entonces ya no me va a quedar nada. Yo la tengo que cortar ahorita para que no me la ganen”, dice y deja sus datos en la recepción por si la empresa adelanta su periodo de compra.

“Ahí está la muestra de que los saqueos son la principal plaga que está acabando con la vainilla en esta zona”, lamenta Imelda. Añade que se trata de un problema histórico que no ha sido resuelto y que ha provocado que las zonas de cultivos se cambien por productos más fáciles como el limón o la naranja.