Nunca pensé que lo iba a venir a buscar así, alcanza a decir, entre el llanto y desconsuelo Elvia del Carmen Paredes, acompañada de sus dos hijos, al recoger la urna con las cenizas de su esposo muerto en Estados Unidos.
La pandemia por el Covid-19 que le ha quitado la vida a más de 2 mil veracruzanos, le arrebató a su familia uno de sus grandes amores. El dolor es todavía mayor porque él murió lejos de todos, en el país del norte al que salió a buscar una mejor calidad de vida para los suyos.
Su esposo Simón Romero Pérez tenía 55 años, era cocinero en un restaurante de Nueva York y no lo vieron durante los últimos 20 años, pero todo ese tiempo siempre lo sintieron cerca porque no pasó un solo día sin que escucharan su voz.
“Nunca pensé que él iba a llegar así, para que sus hijos lo volvieran a ver, en esta pandemia le tocó la mala suerte de no regresar caminando por su propio pie para llegar a casa”, agrega sollozando.
Cuando enfermó de Covid-19 nunca imaginaron que no lo volverían a ver, pero esa enfermedad es cruel y después de varios días hospitalizado supieron de su muerte.
Todos los días hablábamos, diario, no había un día que no habláramos y cuando él se enfermó no pensábamos que lo iban a internar, él estuvo ocho días internado y falleció
A don Simón lo recordarán por haber sido un buen esposo, padre, y abuelo, el desconsuelo es porque dejó a sus dos hijos y sus nietos con la esperanza de conocerlo o verlo otra vez. Para la familia es imposible lidiar con ese dolor.
“Esto es muy difícil de creer, nunca pensé que lo iba a venir a buscar así, él decía que se iba a regresar, pero así pasaron 20 años y solo así regresó (…) En esta pandemia le tocó la mala suerte de no regresar caminando”.
José era “bus boy” en Nueva York
Con un cubrebocas de color negro, Elvis Castro Ramírez llegó del puerto de Veracruz a Xalapa a recoger lo que nunca hubiera imaginado; las cenizas de su hermano muerto en Nueva York.
Su hermano José Francisco Castro era “bus boy”, se le llama así al empleado de restaurante que despeja de las mesas los platos sucios, fija los manteles y coloca nuevamente los servicios.
Llevaba alrededor de 15 años en la “ciudad de los rascacielos” a la que se fue buscando cumplir sus sueños.
En Veracruz tiene un hijo, pero al separarse de su madre, rehizo su vida en Estados Unidos, donde dejó a otros tres hijos en la orfandad.
Su hermano no falleció de Covid-19, como varios de los repatriados, él murió de cáncer en el estómago a sus 36 años a finales de febrero, pero por la pandemia los trámites se atrasaron y apenas pudieron pasar sus cenizas.
En Nueva York viven a la fecha sus padres, quienes llevan cerca de 30 años allá y otro de sus hermanos ya nacionalizado, por lo que Francisco decidió también probar suerte.
Aunque Elvis también se aventuró a cruzar la frontera, no estuvo más de seis meses y regresó al puerto de Veracruz donde actualmente labora.
Ahora, con las cenizas de su hermano sobre sus manos regresó a Veracruz con la esperanza de que pueda realizarse una misa o algunos rezos que les permitan ponerlo en manos de Dios y que descanse en paz.