La “ansiedad”, como lo nombra Diego, lo ha hecho manejar de madrugada o sobre la carretera Xalapa-Coatepec, donde recuerda que en un accidente perdió totalmente su vehículo en 2018.
Desde que inició el confinamiento pensó que sería temporal la “ley seca”, medida aplicada en el municipio de Xalapa. A los casi cinco meses en casa, ya buscó y encontró comercios que le venden de lunes a viernes después de las 15 horas, pero no los fines de semana.
“Es arriesgarse para ir por un pomo, pero a veces te gana la ansiedad por tomar. De por sí ya tienes ansiedad de estar encerrado, no salir a lugares que acostumbrabas a salir y te encuentras limitantes como ésta”, cuenta vía telefónica.
Para el segundo fin de semana de agosto, Diego compró una botella de Bacardí, de un litro, en 250 pesos hasta la puerta de su casa, precio que refirió se lo “respetaron” porque ha encontrado comercios que le suben hasta 70 pesos por pieza, más envío.
“Se quieren hacer ricos en un fin de semana vendiéndote el pomo a ese precio”, añadió.
El servicio de motos le cuesta 20 o 25 pesos, prestación que poco ocupa porque prefiere salir a buscar su botella idónea y de paso, salir de casa ocupando un cubrebocas y gel antibacterial en su bolsillo.
En su búsqueda ha encontrado sitios “clandestinos en Xalapa”; las tienditas en las colonias de la periferia de la capital del estado, otra en la avenida Ruiz Cortines y una más en la avenida Miguel Alemán.
Son tiendas pequeñas que sí te venden, solo te dicen trae tu morral o si vas en coche mejor (…) A veces me digo, chi**** a su madre, a donde vendan voy por alcohol para tratar de simular que todo sigue como antes.
En cuanto a Pablo, amigo de Diego, vive en La Pradera –perteneciente al municipio de Emiliano Zapata– y él no asume como “ansiedad” la necesidad de comprar cada fin de semana bebidas alcohólicas.
De su quincena, destina no más de 300 pesos para comprar algunas cervezas o dos botellas a degustar mientras continúan en confinamiento para prevenir contagio de Covid-19.
“No me afecta tanto la ley seca, me es indiferente, supongo que para quienes sí es porque extrañan el convivio social, no tanto el alcohol, pero es un factor de este convivio y lo necesitan para desahogar lo de la semana”, infirió Pablo.
Ambos jóvenes realizan frecuentemente videollamadas por la aplicación “House party”, donde simulan que están en la casa de alguno de los dos con todo su grupo de amigos; esto con la finalidad de mantener contacto y salir virtualmente del encierro.