/ jueves 31 de mayo de 2018

Violencia en residencias médicas, una cuestión de vida o muerte

Maltrato y desgaste profesional en médicos residentes en México están bien documentados

El pasado 22 de mayo se dio a conocer en los medios de comunicación el suicidio de Zyanya Estefanía, médica residente de primer año (R1) en el Hospital del Niño Poblano (HNP).

De acuerdo con versiones de sus allegados, Zyanya era víctima de maltratos en dicho hospital, lo que consideran pudo orillarla a tomar esa decisión. De acuerdo con el comunicado oficial de las autoridades del HNP se rechaza categóricamente que en dicho nosocomio se registre algún tipo de maltrato hacia el personal médico y que, por otra parte, en el departamento de Enseñanza del HNP no se tiene registro de quejas de parte de residentes en lo que va del presente año. En tanto, la Secretaría de Salud del estado recuerda que existe una norma oficial para la formación de médicos especialistas y que la misma es observada y respetada en el HNP.

Más allá del impacto y la trascendencia social que tiene la pérdida de toda vida humana y que motivan la solidaridad con la víctima y sus allegados, en este caso concreto es importante para la profesión médica y, en especial, para los responsables y participantes de la educación médica en el país considerar hasta dónde las condiciones en las que se forman los médicos especialistas pueden propiciar tan lamentables decisiones por parte de las y los médicos residentes.




Hay que recordar que el maltrato (bullying / mobbing) y el desgaste (burnout) profesional en médicos residentes en México y el extranjero están bien documentados en diversas investigaciones científicas. En 2014, Silvia Ortiz-León y colaboradores publicaron en la revista Cirugía y Cirujanos de la Academia Mexicana de Cirugía, los resultados de una investigación realizada en médicos residentes de la Ciudad de México y encontraron que 98.5% (sí, casi el 100%) de los residentes (mujeres y hombres por igual) reportaron haber sufrido por lo menos un evento de acoso en los últimos seis meses. Concluyen que “La alta frecuencia de acoso dentro de la formación de los médicos residentes amerita atención”.

Martín Acosta y colaboradoras, en 2017, publicó en el libro Determinaciones sociales en el sistema de salud mexicano. Repercusiones y afectaciones en la salud de médicos residentes los resultados de una investigación en la que realizó entrevistas a profundidad a médicos residentes. Resalta, para documentar y entender el caso de Zyanya, el reporte de estrés, ansiedad, depresión e ideación suicida entre los residentes, hombres y mujeres, de pediatría, medicina interna, cirugía general y traumatología y ortopedia. Viene al caso transcribir textualmente dos de estos testimonios:

“Me he sentido muy deprimida y aunque estoy medicada no veo claro. Ya no veo sentido a seguir viviendo, hasta he pensado en empastillarme y decir adiós. De hecho ya me despedí de mis amigos” (Testimonio de mujer, residente de pediatría).

“La verdad no sé qué hacer a veces quisiera morirme para que esto acabe” (Testimonio de un hombre, residente de Traumatología y ortopedia).

Más allá de la investigación científica al respecto, hay que recordar las observaciones que el Honorable Congreso de la Unión realizó en 2013, respecto a la violencia a los derechos humanos que sufren en el país los médicos residentes, entre otros aspectos menciona que:

“A contracorriente de la cultura de los derechos humanos que en nuestro país cobra cada vez más fuerza, el trabajo de los residentes médicos ha quedado a la zaga, pues éstos reciben tratos crueles e inhumanos y sufren una explotación laboral que quizás no tenga parangón, lo que es inadmisible ya que en las residencias médicas se forman los futuros especialistas que tendrán en sus manos la vida y salud de todos los mexicanos. Pero además, […] los médicos se protegen unos a otros sin importar la gravedad de los hechos que se les imputen a alguno de ellos, razón por la que ha tardado en salir a la luz esta espeluznante situación….



“En las instituciones hospitalarias, que deberían ser ejemplo de humanismo, las y los médicos titulados, que acceden a una residencia […] reciben, por una costumbre añeja, una violencia constante, que se traduce en una explotación laboral inconcebible, insultos, humillaciones, amenazas, incluso hasta golpes y, por encima de toda una misoginia que resulta intolerable y alarmante…

“A los residentes se les niegan los descansos, muchas veces se les tienen parados todo el día, no se le permite ingerir sus alimentos, se les impide dormir y hasta satisfacer sus necesidades fisiológicas, entre otros tormentos. Esto a cambio de míseros salarios. Violencia, que no sólo es ejercida por los médicos sino por los residentes de mayor antigüedad, con la complicidad de éstos. La frase, que usan para arrinconar a estos jóvenes médicos, es “si no sirves, vete”. Con las mujeres usan adicionalmente otras, “estás fea”, “ya estás vieja”; sumado al hostigamiento, no sólo laboral, sino sexual, como norma permanente. Lo que ocasiona que pocas mujeres concluyan sus estudios de especialidad. En concreto, las mujeres son objeto de humillaciones y obstáculos por su sola calidad de mujeres.

“Al respecto los residentes han referido que los médicos “con mayor experiencia” les dicen que este innombrable trato es normal y que el aceptarlo es parte de su capacitación para ejercer la medicina, “que les forma carácter”...

“Este maltrato afecta la salud física y psicológica de los residentes, y además lleva a que muchos de estos jóvenes, que serían de enorme valor para impulsar una salud de calidad entre nuestro pueblo, deserten…”1

A raíz de los elementos expuestos, el Congreso de la Unión acuerda:

Primero. La Comisión Permanente del Congreso de la Unión exhorta a la Secretaría de Salud para que en su calidad de coordinadora del Sistema Nacional de Salud, adopte las medidas necesarias para prevenir y en su caso sancionar los casos de violencia laboral y psicológica de que pudieren ser objeto los médicos residentes adscritos a las instituciones que integran el Sistema Nacional de Salud.

Segundo. La Comisión Permanente exhorta a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y a las comisiones estatales de los derechos humanos, para que inicien una investigación de oficio sobre la violencia a los derechos humanos que sufren en el país los médicos residentes.




En respuesta a la mencionada exhortación, la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Puebla (CDHP), en marzo de 2015, emite la Recomendación 3/2015 en la que expone los resultados de la “Encuesta sobre la investigación de oficio sobre la presunta violación a los derechos humanos de los médicos residentes en el estado de Puebla” contestada, entre otros, por médicos residentes del HNP. Hay que destacar que 72% de los entrevistados considera que ha sido víctima de agravio por parte del personal del hospital, 81% ha recibido tratos crueles, inhumanos o degradantes, 69% ha sufrido algún acto de violencia física o psicológica como médico residente y 67% considera que se le ha violado algún derecho humano como médico residente.

En consideración, entre otros, de los resultados expuestos, para la CDHP quedó acreditado que en el estado de Puebla, existen médicos residentes a quienes “… les han sido inferidos agravios por parte de personal de los hospitales; han llegado a sufrir violencia psicológica y/o física y trato degradante, por parte de sus titulares en algunos nosocomios del Sector Salud en el estado de Puebla en los cuales se encuentran estudiando y prestando sus servicios”. En consecuencia, “para este organismo, resulta preocupante conocer las condiciones en la que prestan sus servicios los médicos residentes, ya que a los Servicios de Salud del estado de Puebla le corresponde garantizar los aspectos éticos y el bienestar físico y psicológico, así como hacer respetar la dignidad de estos profesionistas…”

La CDHP agrega que de las respuestas a la encuesta:

“… se obtuvieron indicios suficientes que permiten establecer que algunos médicos residentes adscritos a los Hospitales Generales e Integrales en el estado les han inferidos tratos degradantes, por parte del personal de los hospitales a los que se encuentran adscritos, que afectan su dignidad y no existe un medio de defensa contra estos actos; lo anterior, en atención a que de manera coincidente señalaron que sí han sufrido y/o conocen casos de maltrato físico y/o psicológico, por parte de los médicos adscritos, además el diseño de la encuesta permitió que expusieran sus comentarios, de donde se deduce que los profesores adjuntos y los jefes en el área en que se desarrolla sus funciones, que los tratan de manera despectiva y humillante; que les gritan delante de pacientes o sus familiares y personal de los nosocomios; que se dirigen hacia ellos con palabras altisonantes y comentarios ofensivos; son acusados de diferentes conductas de manera falsa; que son castigados con guardias extras o también conocidas como “guardias complementarias”; que en ocasiones realizan las funciones de los médicos titulares lo que genera excesiva carga de trabajo; y que es una práctica aceptada, que al ingresar a su residencia se les informa que no pueden hacer ningún tipo de reclamo o exigencia.” (p: 22 inciso 38).





La respuesta de la Secretaría de Salud y de los Servicios de Salud del Estado de Puebla fue negar los resultados de la encuesta realizada por la CDHEP. De igual manera, lo hace ahora en el caso de Zyanya, el HNP rechaza que haya maltrato a los médicos residentes. Por su parte la Secretaría de Salud estatal afirma que el HNP se apega a la normatividad correspondiente y la Facultad de Medicina de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, a quien corresponde avalar los estudios realizados en el HNP, hace gala de disimulo y renuncia irresponsablemente a las funciones que por ley le corresponden.

Es evidente que las autoridades del Sistema Nacional de Salud han sido omisas ante esta situación y las universidades totalmente incompetentes para resguardar el derecho a la educación y a una vida digna y libre de violencia de los estudiantes inscritos en sus programas de formación de médicos especialistas.

Como nos lo recordó en 2016 la muerte de Gabriel Apolo y ahora en 2018 la de Zyanya Estefanía atender esta situación ya es cuestión de vida o muerte. Que en paz descansen.

FRANCISCO DOMINGO VÁZQUEZ MARTÍNEZ, Coordinador del Observatorio de Educación Médica y Derechos Humanos del Instituto de Salud Pública de la Universidad Veracruzana (UV).

El pasado 22 de mayo se dio a conocer en los medios de comunicación el suicidio de Zyanya Estefanía, médica residente de primer año (R1) en el Hospital del Niño Poblano (HNP).

De acuerdo con versiones de sus allegados, Zyanya era víctima de maltratos en dicho hospital, lo que consideran pudo orillarla a tomar esa decisión. De acuerdo con el comunicado oficial de las autoridades del HNP se rechaza categóricamente que en dicho nosocomio se registre algún tipo de maltrato hacia el personal médico y que, por otra parte, en el departamento de Enseñanza del HNP no se tiene registro de quejas de parte de residentes en lo que va del presente año. En tanto, la Secretaría de Salud del estado recuerda que existe una norma oficial para la formación de médicos especialistas y que la misma es observada y respetada en el HNP.

Más allá del impacto y la trascendencia social que tiene la pérdida de toda vida humana y que motivan la solidaridad con la víctima y sus allegados, en este caso concreto es importante para la profesión médica y, en especial, para los responsables y participantes de la educación médica en el país considerar hasta dónde las condiciones en las que se forman los médicos especialistas pueden propiciar tan lamentables decisiones por parte de las y los médicos residentes.




Hay que recordar que el maltrato (bullying / mobbing) y el desgaste (burnout) profesional en médicos residentes en México y el extranjero están bien documentados en diversas investigaciones científicas. En 2014, Silvia Ortiz-León y colaboradores publicaron en la revista Cirugía y Cirujanos de la Academia Mexicana de Cirugía, los resultados de una investigación realizada en médicos residentes de la Ciudad de México y encontraron que 98.5% (sí, casi el 100%) de los residentes (mujeres y hombres por igual) reportaron haber sufrido por lo menos un evento de acoso en los últimos seis meses. Concluyen que “La alta frecuencia de acoso dentro de la formación de los médicos residentes amerita atención”.

Martín Acosta y colaboradoras, en 2017, publicó en el libro Determinaciones sociales en el sistema de salud mexicano. Repercusiones y afectaciones en la salud de médicos residentes los resultados de una investigación en la que realizó entrevistas a profundidad a médicos residentes. Resalta, para documentar y entender el caso de Zyanya, el reporte de estrés, ansiedad, depresión e ideación suicida entre los residentes, hombres y mujeres, de pediatría, medicina interna, cirugía general y traumatología y ortopedia. Viene al caso transcribir textualmente dos de estos testimonios:

“Me he sentido muy deprimida y aunque estoy medicada no veo claro. Ya no veo sentido a seguir viviendo, hasta he pensado en empastillarme y decir adiós. De hecho ya me despedí de mis amigos” (Testimonio de mujer, residente de pediatría).

“La verdad no sé qué hacer a veces quisiera morirme para que esto acabe” (Testimonio de un hombre, residente de Traumatología y ortopedia).

Más allá de la investigación científica al respecto, hay que recordar las observaciones que el Honorable Congreso de la Unión realizó en 2013, respecto a la violencia a los derechos humanos que sufren en el país los médicos residentes, entre otros aspectos menciona que:

“A contracorriente de la cultura de los derechos humanos que en nuestro país cobra cada vez más fuerza, el trabajo de los residentes médicos ha quedado a la zaga, pues éstos reciben tratos crueles e inhumanos y sufren una explotación laboral que quizás no tenga parangón, lo que es inadmisible ya que en las residencias médicas se forman los futuros especialistas que tendrán en sus manos la vida y salud de todos los mexicanos. Pero además, […] los médicos se protegen unos a otros sin importar la gravedad de los hechos que se les imputen a alguno de ellos, razón por la que ha tardado en salir a la luz esta espeluznante situación….



“En las instituciones hospitalarias, que deberían ser ejemplo de humanismo, las y los médicos titulados, que acceden a una residencia […] reciben, por una costumbre añeja, una violencia constante, que se traduce en una explotación laboral inconcebible, insultos, humillaciones, amenazas, incluso hasta golpes y, por encima de toda una misoginia que resulta intolerable y alarmante…

“A los residentes se les niegan los descansos, muchas veces se les tienen parados todo el día, no se le permite ingerir sus alimentos, se les impide dormir y hasta satisfacer sus necesidades fisiológicas, entre otros tormentos. Esto a cambio de míseros salarios. Violencia, que no sólo es ejercida por los médicos sino por los residentes de mayor antigüedad, con la complicidad de éstos. La frase, que usan para arrinconar a estos jóvenes médicos, es “si no sirves, vete”. Con las mujeres usan adicionalmente otras, “estás fea”, “ya estás vieja”; sumado al hostigamiento, no sólo laboral, sino sexual, como norma permanente. Lo que ocasiona que pocas mujeres concluyan sus estudios de especialidad. En concreto, las mujeres son objeto de humillaciones y obstáculos por su sola calidad de mujeres.

“Al respecto los residentes han referido que los médicos “con mayor experiencia” les dicen que este innombrable trato es normal y que el aceptarlo es parte de su capacitación para ejercer la medicina, “que les forma carácter”...

“Este maltrato afecta la salud física y psicológica de los residentes, y además lleva a que muchos de estos jóvenes, que serían de enorme valor para impulsar una salud de calidad entre nuestro pueblo, deserten…”1

A raíz de los elementos expuestos, el Congreso de la Unión acuerda:

Primero. La Comisión Permanente del Congreso de la Unión exhorta a la Secretaría de Salud para que en su calidad de coordinadora del Sistema Nacional de Salud, adopte las medidas necesarias para prevenir y en su caso sancionar los casos de violencia laboral y psicológica de que pudieren ser objeto los médicos residentes adscritos a las instituciones que integran el Sistema Nacional de Salud.

Segundo. La Comisión Permanente exhorta a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y a las comisiones estatales de los derechos humanos, para que inicien una investigación de oficio sobre la violencia a los derechos humanos que sufren en el país los médicos residentes.




En respuesta a la mencionada exhortación, la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Puebla (CDHP), en marzo de 2015, emite la Recomendación 3/2015 en la que expone los resultados de la “Encuesta sobre la investigación de oficio sobre la presunta violación a los derechos humanos de los médicos residentes en el estado de Puebla” contestada, entre otros, por médicos residentes del HNP. Hay que destacar que 72% de los entrevistados considera que ha sido víctima de agravio por parte del personal del hospital, 81% ha recibido tratos crueles, inhumanos o degradantes, 69% ha sufrido algún acto de violencia física o psicológica como médico residente y 67% considera que se le ha violado algún derecho humano como médico residente.

En consideración, entre otros, de los resultados expuestos, para la CDHP quedó acreditado que en el estado de Puebla, existen médicos residentes a quienes “… les han sido inferidos agravios por parte de personal de los hospitales; han llegado a sufrir violencia psicológica y/o física y trato degradante, por parte de sus titulares en algunos nosocomios del Sector Salud en el estado de Puebla en los cuales se encuentran estudiando y prestando sus servicios”. En consecuencia, “para este organismo, resulta preocupante conocer las condiciones en la que prestan sus servicios los médicos residentes, ya que a los Servicios de Salud del estado de Puebla le corresponde garantizar los aspectos éticos y el bienestar físico y psicológico, así como hacer respetar la dignidad de estos profesionistas…”

La CDHP agrega que de las respuestas a la encuesta:

“… se obtuvieron indicios suficientes que permiten establecer que algunos médicos residentes adscritos a los Hospitales Generales e Integrales en el estado les han inferidos tratos degradantes, por parte del personal de los hospitales a los que se encuentran adscritos, que afectan su dignidad y no existe un medio de defensa contra estos actos; lo anterior, en atención a que de manera coincidente señalaron que sí han sufrido y/o conocen casos de maltrato físico y/o psicológico, por parte de los médicos adscritos, además el diseño de la encuesta permitió que expusieran sus comentarios, de donde se deduce que los profesores adjuntos y los jefes en el área en que se desarrolla sus funciones, que los tratan de manera despectiva y humillante; que les gritan delante de pacientes o sus familiares y personal de los nosocomios; que se dirigen hacia ellos con palabras altisonantes y comentarios ofensivos; son acusados de diferentes conductas de manera falsa; que son castigados con guardias extras o también conocidas como “guardias complementarias”; que en ocasiones realizan las funciones de los médicos titulares lo que genera excesiva carga de trabajo; y que es una práctica aceptada, que al ingresar a su residencia se les informa que no pueden hacer ningún tipo de reclamo o exigencia.” (p: 22 inciso 38).





La respuesta de la Secretaría de Salud y de los Servicios de Salud del Estado de Puebla fue negar los resultados de la encuesta realizada por la CDHEP. De igual manera, lo hace ahora en el caso de Zyanya, el HNP rechaza que haya maltrato a los médicos residentes. Por su parte la Secretaría de Salud estatal afirma que el HNP se apega a la normatividad correspondiente y la Facultad de Medicina de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, a quien corresponde avalar los estudios realizados en el HNP, hace gala de disimulo y renuncia irresponsablemente a las funciones que por ley le corresponden.

Es evidente que las autoridades del Sistema Nacional de Salud han sido omisas ante esta situación y las universidades totalmente incompetentes para resguardar el derecho a la educación y a una vida digna y libre de violencia de los estudiantes inscritos en sus programas de formación de médicos especialistas.

Como nos lo recordó en 2016 la muerte de Gabriel Apolo y ahora en 2018 la de Zyanya Estefanía atender esta situación ya es cuestión de vida o muerte. Que en paz descansen.

FRANCISCO DOMINGO VÁZQUEZ MARTÍNEZ, Coordinador del Observatorio de Educación Médica y Derechos Humanos del Instituto de Salud Pública de la Universidad Veracruzana (UV).

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