La escuela y la familia son los espacios donde más se debe trabajar para evitar el rechazo hacia las personas de la comunidad LGBT+, población que por el entorno en el cual le toca vivir es más vulnerable en su salud mental que aquella identificada como heterosexual, expresa Silvia Susana Jácome.
En entrevista, la responsable del Programa de Integración y Desarrollo Social de Personas LGBTTTI del DIF municipal cita datos oficiales que indican que personas de la diversidad sexual representan un mayor porcentaje en intentos de suicidio (14.2 por ciento contra 4.2 por ciento de heterosexuales).
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Además, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía documenta que los motivos son muy parejos en problemas familiares, salud y trabajo, pero al nombrar a las escuelas hay una gran diferencia.
Del total de personas con intento de suicidio por problemas en la escuela, el 20.3 por ciento fue de la comunidad de la diversidad sexual y 8 por ciento heterosexuales.
Ante este panorama, enfatiza que la salud mental es un problema que se debe atender desde los diferentes frentes, con quien vive el conflicto de manera silenciosa, con familiares y con personal educativo, con el fin de brindar recursos y herramientas necesarios.
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Expone además la importancia de aprobar un protocolo de atención escolar a niñas, niños y adolescentes de la comunidad LGBT+, para lo cual, asegura, ya hay esfuerzos y un trabajo adelantado.
Silvia Susana Jácome precisa que ni la orientación sexual ni la identidad de género predisponen a la vulnerabilidad en salud mental sino el entorno, y cita también estudio realizado en Estados Unidos en el año 2008, con adolescentes y personas adultas jóvenes.
“Cuando hubo aceptación de las familias, las condiciones de desarrollo fueron mejores pero cuando hubo rechazo los episodios de depresión aumentaron 3.5 veces más y también hubo 8.5 veces más intentos de suicidio”.
Al referirse a la edad en la cual se registra una mayor vulnerabilidad, expresa que en general la infancia y adolescencia son etapas cruciales para el desarrollo de todas las personas.
Nadie nace siendo homofóbica –manifiesta–, se aprende en la familia o en el ámbito social, y en el caso de quienes están en la etapa de descubrimiento de identidad, en muchos casos hay una homofobia internalizada.
“Cuando empiezas a sospechar, piensas que solo es una etapa, que después serás ‘normal’, hasta que llega la aceptación, pero esto genera un conflicto muy fuerte ligado con la dificultad de platicarlo, porque siendo heterosexual hablas de tus problemas y hay contención emocional, pero si dices que eres gay, hay posibilidad de vivir rechazo, burla o alejamiento del amigo o amiga”, detalla Silvia Sauna Jácome.
Subraya que es un conflicto que se vive, en la gran mayoría de los casos, en soledad, pero por fortuna “empiezan a cambiar las cosas y ya hay familias que buscan información”.
Así como hay quienes buscan la ayuda, están todavía quienes “viven en una religiosidad patriarcal que hace daño porque lleva a la incomprensión y al rechazo, con graves problemas de salud mental”, añade.
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Silvia Susana Jácome puntualiza que ni la identidad ni los derechos humanos son renunciables:
Hay que reconocer que como sociedad nos falta mucho por hacer para garantizar el derechos a las identidades sexuales diversas
En Xalapa, quien requiera hablar de sus emociones o sentimientos, o aclarar dudas sobre la variedad de expresiones de la sexualidad humana, puede recurrir al DIF municipal. El llamado se hace extensivo a familiares y docentes, pues hay distinto servicios gratuitos.
Para mayor información está disponible el número (228) 3 67 63 25, extensión 110. También se puede acudir directamente a Jorge Cerdán sin número esquina Marco Antonio Muñoz, colonia Adolfo López Mateos.
Muchos han intentado quitarse la vida
Atender la salud mental de la comunidad LGBTQ+ tiene que ocupar un lugar prioritario en la agenda de Estado, indica la doctora Tania Rocha Sánchez, quien revela que en México, por el estigma, 40 por ciento de personas de entre 18 y 19 años han pensado en el suicidio y 15 por ciento lo ha intentado.
En “Género y salud mental”, actividad virtual coordinada por la maestría en Salud Pública de la Universidad Veracruzana, expuso además que están latentes las autolesiones, problemática para la cual no hay respuesta estatal.
Apunta que no solo es urgente atender la violencia que se registra contra personas lesbianas, gay, bisexuales, trans e intersexuales sino también reconocer que la violencia caracterizada por el prejuicio, que está sostenida socialmente, tiene un impacto directo pero también simbólico.
Anota que la ineficiencia para atender la violencia se evidencia en la falta de adopción de medidas efectivas para prevenir, investigar, sancionar y reparar actos de violencia contra personas LGBT+, con impacto en la salud mental.
Explica que el contexto lleva a la mayoría de las personas a estar en estados de "expectancia, autovigilancia e interiorización del rechazo".
Entre los factores que vulneran y posibilitan el suicidio nombró el rechazo familiar, la falta de apoyo social, la homofobia internalizada, y hacer o no pública la identidad de género u orientación sexual.
“A menor edad de develación de la identidad de género y orientación sexual LGBT, mayor probabilidad de victimización de género y mayor riesgo de comportamiento suicida”, sostiene.
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En su presentación señaló que la estigmatización conlleva un prejuicio que produce discriminación y violencia, con una serie de procesos psicológicos internos como la no autoaceptación u ocultación por miedo al daño o por el propio estigma interiorizado (homofobia interiorizada).
Al ahondar en discriminación y violencia, compartió resultados de la encuesta “Impacto diferenciado de la Covid-19 en la comunidad”, en la que colaboró y arroja que 47.26 por ciento de las personas de la diversidad sexual dijo que es en la familia donde se enfrentó a mayor violencia o discriminación.
El 36. 46 por ciento respondió que en las redes sociales o plataformas en línea, en tanto el 16.9 por ciento, en algunos espacios públicos transitados, calles, centros comerciales.
“La salud mental no se resuelve solo en el consultorio médico, menos cuando se habla de una salud que se ve deteriorada o vulnerada por el contexto y no por su identidad u orientación sexual”, lamenta.
Sostiene que la violencia simbólica manifiestan vivirla día a día al escuchar, ver o sentir que algo está mal con las personas jóvenes de la comunidad LGBT+.
De acuerdo con la misma encuesta, las personas jóvenes consultadas refirieron que para ellas sí es importante el empleo de los pronombres que las reconocen, y entre las necesidades enumeran el trato respetuoso e incluyente, así como personal sensibilizado en espacios de servicio.
Además, que las instituciones garanticen la no discriminación, que haya un desarrollo de políticas y públicas, justicia en casos de crímenes de odio, acciones contundentes para erradicación de la violencia y apoyo psicológico no solo para ellas sino también para las familias.
En este marco, el activista veracruzano Benjamín Callejas Hernández exhorta a conocer la investigación “Al final del Arcoíris no siempre hay un final feliz”, disponible en https://enlinea.rtv.org.mx/.