La investigadora Silvia María Méndez Maín da a conocer adelantos de investigación que ubica a Xalapa como centro regional de mercado de personas entre 1588 y 1677, especialmente de mujeres negras de Angola que fueron vendidas como esclavas en la misma capital del estado y la región.
La especialista comparte su interés por aproximarse a estas mujeres que, subraya, fueron esclavizadas, cosificadas y mercantilizadas, y de quienes se sabe por menciones en documentos notariales.
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¿Por qué es importante reconstruir historias?
La integrante del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales de la Universidad Veracruzana (IIHS-UV) enfatiza en la importancia que tiene reconstruir sus microhistorias, como grupo y como personas, y darles voz.
Apunta que las “terribles condiciones” a las que fueron sometidas desde su captura en África hasta su llegada a la Nueva España sí han sido contadas de manera general, pero falta recuperar y explicar la segunda o tercera parte de su forzada migración y lo que les sucedió después de su llegada al puerto de Veracruz.
“Sin las historias de estas mujeres, el conocimiento de la sociedad novohispana está incompleto. Donde ellas vivieron participaron activamente y contribuyeron a desarrollar una nueva sociedad, seguramente muy lejos del papel pasivo en el que se les ha situado”, expresa.
En el Coloquio Académico Anual 2023 del IIHS-UV detalló que Xalapa fue mercado de la mano de obra esclava necesaria para el desarrollo de la industria azucarera en la región, así como de otras actividades.
Reitera que la vida de las africanas, a pesar de la importancia que tuvieron para la vida económica, social y cultural de los pueblos, es poco conocida, pero sí es posible nombrarlas en el presente.
Revela que sí hay información de ellas en las “Actas notariales de compra-venta de esclavos del siglo XVI y XVII del pueblo de Xalapa” y en los “Archivos sacramentales de matrimonios, bautizos y entierros”.
Abunda que los expedientes de los Archivos Notariales del acervo histórico de la UV en Xalapa ubican el periodo de 1588 y 1677 como las fechas que se corresponden con el primer y último registro.
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¿Cómo se hacía la compra-venta de esclavas y esclavos?
Al ser Xalapa un punto del Virreinato, refiere que son los contratos los que permiten la reconstrucción: 61 por ciento de los registros eran de personas catalogadas como “angolas” y más del 34 por ciento corresponde a mujeres; de 590 transacciones, 383 fueron de hombres y 207 de mujeres.
La edad de preferencia era los 20 años, pero existe la curiosidad de compra de niños y adolescentes de 10 a 14 años, supone la investigadora, “por la docilidad”, mientras que en mujeres, quizá por la fertilidad, sobresalen las de 15-18 años. Después de los 30, la comercialización, indican los registros, se volvía menos probable.
“En cuanto al precio, eran similares entre hombres y mujeres; el 47 por ciento de ellas fueron vendidas a un precio de 360 a 450 pesos oro y el 25 por ciento lo hizo entre 260 y 350. El precio estaba determinado por edad, aptitudes y salud. Hay quienes fueron vendidas por mercancías y bienes”.
Silvia María Méndez expone que de las 207 mujeres en quienes centra su estudio, el 26 por ciento fueron vendidas por personas procedentes de fuera de la región e incluso de fuera de la Nueva España; eran capitanes y mercaderes de negros residentes en Portugal y Cartagena de Indias.
El 40 por ciento corresponde a vendedores de la región de Xalapa y un número reducido fueron vendidas por quienes provenían de las provincias cercanas como la Ciudad de México, Puebla, Córdoba y Orizaba.
¿En qué sitios y para qué se comerciaba con personas?
Ahonda que las mujeres se quedaban en la capital del estado y en pueblos como Jilotepec, Naolinco, Coatepec y Actopan, donde estaban situados los ingenios.
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“Los propietarios de ingenios compararon el 22 por ciento de las mujeres, los dueños de las rentas el 6 por ciento y el resto fue adquirido por mercaderes, regidores, escribanos, maestros, clérigos, eclesiásticos, mercaderes de negros, alcaldes mayores, dueños de sus carros, jueces de camino, herreros, etcétera, cuyo lugar de origen era mayormente Xalapa, en un 50 por ciento”.
Prácticamente todos quienes pudieran pagar, participaban en este comercio, ya fuera para aprovecharse de la mano de obra o para aumentar su estatus, menciona Méndez Maín. La investigadora espera pronto dar a conocer más detalles de las microhistorias para visibilizarlas y darles voz. Se trata de 207 mujeres identificadas con 35 nombres: María (21 por ciento), Isabel (10 por ciento), Catalina, Lucrecia, Lucía o Magdalena (16 por ciento) y 29 nombres más.