Este jueves salió a la luz en la corte de Brooklyn una grabación de una conversación telefónica entre el narcotraficante Joaquín El Chapo Guzmán y un miembro de la guerrilla colombiana FARC a quien le quería comprar cocaína.
“Que mire primero la mercancía y luego le pago las dos toneladas”, se oye a El Chapo decirle al guerrillero.
La grabación de la conversación ocurrió en mayo de 2010, y ésta fue explicada por el exnarcotraficante colombiano Jorge Milton Cifuentes, quien testifica en el juicio de Guzmán.
La relación de las FARC y El Chapo
En anteriores declaraciones el narcotraficante colombiano Jorge Milton Cifuentes Villa aseguró hoy que Joaquín “El Chapo” Guzmán adquiría cocaína del ahora extinto grupo guerrillero Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
En el juicio de Guzmán en la corte de Brooklyn, Cifuentes aseguró que entre 2007 y 2008, él comenzó a enviar la cocaína desde Ecuador debido a su temor de regresar a Colombia y ser asesinado.
Desde Ecuador, Cifuentes adquiría la cocaína principalmente del traficante colombiano Gilberto García, alias “Serpa”, “Pastrana” o “Político”. García compraba la coca en el departamento de Putumayo, en una zona que era controlada por las FARC.
García entregaba esa coca adquirida en Colombia en la comunidad de San Lorenzo, en Ecuador, desde donde Cifuentes la transportaba a sus bodegas en las ciudades de Quito y Guayaquil.
Cifuentes explicó que dado que las FARC controlaban la zona de Colombia limítrofe con Ecuador, esa era “la única forma” de comprar cocaína.
A El Chapo le pareció bien adquirir drogas en las FARC
“Le dije al señor Guzmán que comprábamos cocaína de la FARC y le pareció bien”, declaró bajo juramento el testigo Cifuentes.
Para transportar la cocaína desde San Lorenzo a las bodegas en Quito y Guayaquil, Cifuentes explicó que pagaba sobornos al capitán del ejército ecuatoriano Telmo Castro, quien cobraba 100 dólares por cada kilo de coca que transportaba en camiones militares.
El objetivo de transportar la cocaína en camiones militares era que así la mercancía no se perdería ni sería decomisada, señaló Cifuentes.
Desde las bodegas, la cocaína era llevada a los puertos de Ecuador, donde lanchas rápidas las transportaban hasta barcos tiburoneros provenientes de Perú, que se encontraban en aguas internacionales con barcos atuneros mexicanos.
Los barcos atuneros mexicanos entregaban a su vez la cocaína a lanchas rápidas frente a las costas de Sinaloa. De esa manera, cuando llegaban a los puertos, los barcos ya no contenían la droga.