Andrés Manuel López Obrador juramentó como Presidente de México y segundos después le fue colocada la banda presidencial de manos del líder de la Cámara de Diputados, Porfirio Muñoz Ledos.
“¡Presidente, Presidente, Presidente!’’. “Es un honor estar con López Obrador’’, se escuchó con fuerza.
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Un protocolo que reunió a presidentes, jefes de estado, un rey y un príncipe; diplomáticos, religiosos y líderes económicos, obreros, campesinos, inversionistas e intelectuales, que presenciaron un hecho histórico con la llegada de la izquierda al poder en México.
Con un salón de sesiones donde se encontraron personajes de diferente pensamiento, ideología y cultura, que convivieron por horas en una transmisión de poderes que provocó altas expectativas no sólo en México sino en diferentes del mundo.
La ovación que ha sido el selló de los que llegaron al poder: “es un honor estar con López Obrador’’, que fue arropado desde su entrada al Salón de Plenos, con saludos, palmadas y todos sus morenos una “selfie’’, algo nunca antes visto. Hasta el priista Eruviel Ávila se animó a pedirle una de esas fotos que se toman con el celular.
Apretujados, López Obrador, apenas y se abría paso entre los legisladores para ocupar su lugar en el Salón de Sesiones. Todos sonrientes y las muestras de cariño se departían de un lado y otro.
Subió a la Mesa Directiva y saludo a Enrique Peña Nieto, lo mismo hizo con el presidente de la Cámara de Diputados, Porfirio Muñoz Ledo. Y Peña Nieto se quedaba viendo a Andrés Manuel Obrador y daba un aplauso.