La igualdad de género es una condición fundamental para transformar los sistemas alimentarios, que actualmente tienen una feroz huella ambiental y rezagos sociales muy fuertes, aseguró la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
“En el 2050 vamos a tener que alimentar a 10 mil millones de personas. Hay que producir más, pero no podemos mantener los sistemas alimentarios como están porque tienen una feroz huella ambiental y un rezago social muy fuerte y dentro de estos rezagos sociales la desigualdad de género es una condición muy fundamental. No podemos hablar de transformar los sistemas alimentarios si dicho concepto no incluye una idea elemental: igualdad de género”, aseveró Julio Berdegué, representante regional de la FAO para América Latina y el Caribe.
El representante regional de la FAO subrayó que se tienen que atender todas las dimensiones del sistema alimentario para incluir a las mujeres, incluyendo las económicas, de innovación, productividad, producción, pero fundamentalmente en cuatro rubros importantes: en darles voz y participación a las mujeres en todo el sistema alimentario, “desde las comunidades indígenas, las asociaciones y cooperativas de agricultura familiar campesina donde también hay fuertes rezagos en las posiciones de decisión de las mujeres hasta las grandes empresas, los grandes directorios, las gerencias generales de las grandes multinacionales”.
Así mismo, garantizar el acceso a la tierra, ya que “las grandes luchas agrarias y las reformas agrarias del siglo pasado no resolvieron para nada la desigualdad de género en el acceso de la tierra, al agua, bosques zonas pesqueras, entre otros, así como el acceso a los servicios públicos básicos en el sistema alimentario como el financiamiento y asistencia técnica, “de los cuales las mujeres están brutalmente excluidas”, pero también de servicios indispensables como la conectividad a internet, toda vez que 70 por ciento de los hogares rurales no están conectados a la red”
Por último, Julio Berdegué consideró fundamental generar políticas de seguridad alimentaria sensibles al género, ya que aseguró “tenemos que hablar de erradicar el hambre, de enfrentar la epidemia de sobrepeso y obesidad porque ambos problemas tienen una dimensión de género innegable. No podemos seguir teniendo políticas de seguridad alimentaria insensibles, que cieguen esta dimensión de género”.
“Quiero hacer un llamado a todos los países que están llevando a cabo diálogos nacionales previos a la cumbre de sistemas alimentarios. Quisiera pedirles que en cada país se discuta esta agenda de igualdad de género como parte del concepto de transformación de los sistemas alimentarios y quiero también hacer una invitación a organismos multilaterales regionales y subregionales a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), al Sistema de la Integración Centroamericana (Sica), la Comunidad del Caribe (Caricom) a que en sus proceso hacía la cumbre consideren manifestarse en la igualdad de género en la transformación de los sistemas alimentarios”, concluyó.
Apuntó que las mujeres de la región latinoamericana sufren con mayor rigor la inseguridad alimentaria ya que 32 por ciento de las mujeres están en una condición de inseguridad alimentaria moderada y severa, lo cual es ocho puntos porcentuales mayor al porcentaje de los hombres en la misma situación, así como dio cuenta de que las mujeres se encuentran cuatro puntos porcentuales por encima de los varones en temas como sobrepeso y 18 puntos porcentuales más en obesidad.
En su participación, la primera dama de Argentina, Fabiola Yañez, remarcó que las mujeres tienen un papel decisivo en la lucha contra el hambre, la mal nutricion y para la creacion de sistemas alimentarios mas productivos y sostenibles ; aunque siguen siendo son objeto de una elevada discriminación social y económica.
“Las mujeres cultivan alimentos, reducen pérdidas alimentarias, hacen que las dietas sean más diversas y que los productos agrícolas se comercialicen mejor a lo largo de las cadenas. Son el pilar de nuestros sistemas alimentarios y agentes de cambio en favor de la seguridad alimentaria”, comentó.
Fabiola Yañez criticó que históricamente se han asignado roles de género, donde a las mujeres se les destina el trabajo reproductivo y las tareas necesarias para garantizar el cuidado bienestar y supervivencia de las personas que componen el hogar, mientras que que el trabajo productivo que se vincula al que se realiza en el mercado y de manera remunerada aparece asociado a los varones.
“Además de las brechas de ingresos se observan fenómenos de segregación horizontal y vertical, es decir , la existencia de barreras para la participación de las mujeres en determinados empleos y acceso a puestos jerárquicos”, agregó.
La subsecretaria para Asuntos Multilaterales y Derechos Humanos de México, Martha Delgado enfatizó que para abordar los actuales desafíos vinculados a las crecientes presiones sobre los sistemas productivos y la seguridad alimentaria se requiere “invertir de manera contundente en la capacidad de las mujeres para crear un entorno en el que puedan participar en igualdad de oportunidades y beneficiarse de los cambios que se están teniendo en los contextos rurales”
“Resaltar que las mujeres son claves para el desarrollo rural, también lo son para la erradicación del hambre del mundo. El representar el 43 por ciento de la mano de obra agrícola y el producir la mitad de los alimentos en el mundo, hace manifiesta la presencia de las mujeres”, subrayó.
La subsecretaria mencionó que el trabajo de las mujeres como madres es muy decisivo en la composición de las dietas familiares, por lo que que pueden contribuir significativamente a superar no sólo la desnutrición sino también a corregir los malos hábitos alimenticios.
Dijo que es necesario garantizar los derechos humanos de las mujeres, ya que sin ellos no se puede hablar de temas como riego efectivo sin asegurar el acceso al agua a las mujeres
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“Y por supuesto aquí se desprende la importancia de garantizar los derechos humanos de las mujeres y de las lenguas indígenas y los saberes milenarios, que contribuyen enormemente a los sistemas alimentarios”, agregó.
Igualmente, llamó a considerar otras agendas relacionadas como son la agenda de biodiversidad y la agenda de combate al cambio climático, así como a considerar políticas diferenciadas para las mujeres, cuidando evitar estereotipos que repliquen estigmas que las perjudiquen
“Necesitamos sistemas alimentarios donde además de la perspectiva de género se impulse un enfoque interseccional, las mujeres no somos un grupo homogéneo tenemos necesidades y contextos diferentes y debemos transitar por esto a políticas que reconozcan los impactos diferenciados que se tienen en las mujeres. También es importante mencionar que aunque los sistemas alimentarios pueden ser una fuente de empoderamiento para las mujeres también pueden ser motivo de estereotipo en la ejecución de estos procesos, pueden replicar estigmas de las mujeres tanto en el ámbito de los esquemas alimentarios como en las labores de trabajo”, expresó..
Por su parte, Jemimah Njuki, directora de IFPRI para África y custodia para la igualdad de género y empoderamiento para la Cumbre de Sistemas Alimentarios de la ONU, señaló que para transformar los sistemas alimentarios, estos esquemas deben de ser sostenibles, que busquen entregar alimento nutritivo y sostenible para todos, que proteja el medio ambiente, otorguen puestos de trabajo decentes, y que en el centro ubiquenla equidad de género y el empoderamiento femenino.