Las fracturas al interior de Movimiento Regeneración Nacional (Morena) por el control del partido han resquebrajado la unidad de su bancada en la Cámara de Diputados. De actuar como un grupo homogéneo en la primera recta de la Cuarta Transformación, ahora está dividido entre tres grandes liderazgos que se disputan el apoyo de los legisladores.
Los diputados federales Mario Delgado Carrillo, Porfirio Muñoz Ledo y Javier Hidalgo Ponce visibilizan y encarnan esa división que existe entre los 251 legisladores que conforman el grupo parlamentario de Morena.
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La división ha sido evidente en las últimas votaciones del Congreso. El ejemplo más reciente de que ya no son una bancada unida ocurrió el lunes 31 de agosto, en la elección de la presidenta de la Mesa Directiva que propuso el PRI, Dulce María Sauri. Morena votó de manera dividida: 93 acataron la recomendación del presidente López Obrador y votaron a favor, 72 lo hicieron en contra, 63 se abstuvieron y 23 de plano no asistieron.
También hay al menos seis subgrupos que responden a intereses locales, ideológicos y sociales, y buscan espacios en el nuevo acomodo de poder tan pronto se elija a la nueva dirigencia nacional del instituto que fundó el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Estos grupos son: el que representa los intereses de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE); los mexiquenses, que responden al senador Higinio Martínez Miranda; los de Ciudad de México, abiertamente partidarios de Bertha Luján y de la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum; los de Veracruz, leales a la secretaria de Energía, Rocío Nahle; las feministas, que se han confrontado con la bancada al defender los derechos de la mujer y finalmente “los ultras” o “talibanes”, conocidos así por su fundamentalismo irreductible para modificar los principios y propuestas de AMLO.
LA LUCHA POR EL PODER
Bertha Luján, presidenta del Consejo Nacional morenista, y la secretaria general, Yeidckol Polevnsky, abrieron las fracturas al interior del partido en su búsqueda por controlarlo.
Después de la dimisión de Luján para encabezar al partido y el golpeteo que Ramírez Cuéllar (aliado de Luján) dio a Polevnsky, ambos liderazgos se debilitaron. Y hoy, tres diputados federales —Delgado, Porfirio e Hidalgo— pelean por los apoyos de las bases morenistas, de cara a la encuesta que habrá de realizar el Instituto Nacional Electoral (INE) para elegir a su nuevo dirigente. Al ser los tres legisladores, la lucha por el poder naturalmente se trasladó a San Lázaro.
El coordinador y presidente de la Junta de Coordinación Política (Jucopo), Mario Delgado, hasta hace poco aglutinaba a un grupo de 120 diputados de los 251 que componen su bancada.
Sin embargo, con la dimisión de Bertha Luján en la contienda por la dirigencia del partido, legisladores afines a ella se han sumado a Delgado, además de otros cercanos al senador Ricardo Monreal, lo que le da al legislador un apoyo de hasta 140 legisladores.
Porfirio Muñoz Ledo emprendió un movimiento democratizador con la diputada Lorena Villavicencio, al que se han unido diputadas feministas. Su grupo en el Congreso apenas llega a una veintena de legisladores que simpatizan con el exdiplomático y en el que algunos seguidores de Bertha Luján también se han sumado.
Finalmente, Javier Hidalgo Ponce —integrante de los llamados morenistas puros—, trata de articular lo que queda de las tropas de Bertha Luján y Alfonso Ramírez Cuéllar.
TRIBUS DENTRO DE LAS TRIBUS
En este río revuelto, seis corrientes en el Congreso mueven sus cartas en busca de no quedarse fuera del reparto de poder.
El más numeroso es el de los legisladores mexiquenses, integrado por 36 diputados que son leales al senador y exalcalde de Texcoco, Higinio Martínez Miranda.
Su liderazgo más visible, Sergio Gutiérrez Luna, es cercano a Mario Delgado y se perfila para ser su sucesor en la coordinación de la bancada morenista, en caso de que Delgado se quede con la presidencia nacional de Morena.
Un segundo subgrupo es el de los legisladores de la Ciudad de México, que suman 31 elementos. Sus cabezas son el propio Javier Hidalgo y Aleida Alavez, abiertamente partidarios de Bertha Luján y Claudia Sheinbaum.
En tercer lugar están los legisladores de Veracruz, afines a la secretaria de Energía, Rocío Nahle. Este grupo suma 25 diputados federales y tiene a Flora Tania Cruz Santos como exponente más visible. La corriente parece decantarse por Delgado.
Están también las diputadas feministas encabezadas por Lorena Villavicencio, Wendy Zuloaga y Sandra Paola González, que apoyan a Muñoz Ledo.
DIFICULTAN CONSENSOS
Por otro lado están los “talibanes”, que por su radicalismo dificultan los consensos de Morena con otras fuerzas políticas. Este subgrupo ronda los 65 diputados entre fundadores del partido (que se dicen morenistas puros y son cercanos al ala de Bertha Luján) y otros como Dolores Padierna y Pablo Gómez, que llegaron con la ola creciente de López Obrador en 2018.
El también llamado grupo de los ultras se ha fragmentado. Padierna y Gómez mantienen la radicalidad en su discurso pero han sido pragmáticos cerrando filas con Mario Delgado, mientras que el ala más radical, la de María de los Ángeles Huerta, se ha plegado con Javier Hidalgo.
Finalmente está el grupo magisterial afín a la CNTE, que representa una cuota de 50 diputados, encabezado por Santiago Chepi, Irán Santiago, María Chávez y Tania Cruz Santos. Algunos miembros se han decantado por Delgado.
A diferencia de los múltiples grupos y subgrupos de la Cámara baja; el Senado sólo tiene dos divisiones. La mayoría respalda a su coordinador Ricardo Monreal, que tiene en Alejandro Rojas a su candidato para presidir al partido. El otro puñado es encabezado por Martí Batres.