/ martes 12 de marzo de 2019

Vamos a infiltrar a Morena: José Carral

El banquero que por años estuvo al frente de Bank of America en México recuerda que los empresarios también están en contra del robo y la corrupción

“México —suspiró melancólico don José Carral— tan 'ri-qui-sí-si-mo' por su petróleo que tan mal manejado ha sido. ¿Sabe usted que este país tenido por bananero apenas alcanza un dos por ciento del mercado mundial? Ecuador se lleva el 30. Agárrese: Europa no conoce la buena fruta mexicana. Nuestro país conoció momentos luminosos y caídas estrepitosas.

Así iba la conversación con un vigoroso, elegante e informado abogado que a sus 96 años de vida alienta infinidad de empresas financieras, culturales, filantrópicas, tecnológicas y ambientales que, ante el presente nacional, recomendó:

“¿Qué deben hacer los empresarios hoy? Pues vamos a convencernos de que ya que no podemos contrarrestar las malas decisiones -que en ocasiones se toman- y en virtud de que nos interesa que se decida bien, yo pienso que los empresarios debemos infiltrarnos en Morena. Sí. Los empresarios y Morena nos unimos para luchar juntos.

“Los empresarios deben convencer a Morena de que persiguen propósitos idénticos. Pero el camino para ello es diferente. Hay que convencer a Morena con buenos modos, sin ofensas. Exhibir que existe paralelismo. Para conseguir un México robusto, un México nuevo.

“País cuyo turismo creció —con Enrique de la Madrid— 6-7 por ciento. La agroindustria floreció con José Calzada . El Bajío con la automotriz, comparable a la de Corea. México no estaba en crisis”. “¡Vamos a infiltrar a Morena!”, arengó don José Carral.

Repasó décadas de vida nacional el exitoso banquero. Vio al PRI “convaleciente, dañado”. Al PAN, “con el afecto y admiración hacia Manuel Gómez Morín, acabado y dividido”. Deseó a ambas formaciones pronta renovación. Y reconoció: “Morena es el partido político más poderoso que yo he visto. ¿80 por ciento de apoyo al licenciado Andrés Manuel López Obrador? ¡Uf!

“¿Qué saco en conclusión? —se preguntó en el espacio del salón Monterrey del Club de Industriales don José Carral—. Pues que el sector empresarial debe hacer evidente que todas las aspiraciones de Andrés Manuel López Obrador y su movimiento Morena son absolutamente legítimas. Les asiste toda la razón.

Foto: Roberto Hernández | El Sol de México

“Pero —contuvo sin tomar aliento este hijo de padres cristeros que se formó en la UNAM— es nuestra obligación -de los empresarios, digo- hacer saber públicamente que el esfuerzo que ellos hicieron entre las clases populares muy principalmente, es paralelo al que ha realizado el empresariado mexicano. “¿O es que acaso creen que los empresarios no estamos en contra de los robos y de la impunidad?

“Nosotros acusamos a los mismos que ellos acusan. Lo hacemos simultáneamente. Como ellos —los de Morena— los empresarios estamos contra la corrupción. Contra los empresarios corruptos. ¡Claro que sí!

“Y todavía más: Pues la impunidad es costumbre nacional. Sí. Vea: A nadie se castiga.

“Veamos: ¿Quién hace el 90 por ciento -quizá más- de los empleos en el país? ¡Nosotros! —exclamó—. De manera que no es cosa de última hora. Cincuenta años de historia nacional respaldan lo que digo. Décadas de crecimiento del país. ¿Quieren más prueba?

“¿De Estado de derecho hablamos? ¡Pues si es lo que queremos: un Estado de derecho que atrae a la inversión extranjera. Para beneficio del último obrero y del más abandonado campesino. Y que llegue la tecnología de vanguardia. Que el saber alcance a todas las universidades de México, las públicas y las privadas.

“Vea el ejemplo de Eugenio Garza Sada. ¡Todo lo hizo! Industrias y casas y hospitales para los trabajadores. Y el Tec, institución de avanzada. Hombre de bien, tan recto como Manuel Senderos, como Carlos Trouyet. Juntos crearon la Ibero. Hombres ejemplares como Raúl Baillères. Minas de oro y plata. Y su empuje, intacto. Y ¿qué me dice de don Lorenzo Servitje? Nomás creó un imperio. Con verticalidad. ¿Qué más?

“Trabajo por el agua. Llevar agua del Pánuco a Monterrey, a Tamaulipas. Gran acueducto. Rodrigo Medina, el exgobernador de Nuevo León es un 'raterazo', lo tenemos demandado. Un pájaro de cuenta. ¡Uh, no se imagina usted qué clase de individuo es! —sostuvo con opaca, enfurecida voz—.

“Defiendo el agua. Del Nevado de Toluca nos llega a la Ciudad de México, ¿sabe en qué porcentaje? ¡Adivine! ¡El 65 por ciento! Estoy en Bosque de Agua. Agua que va a Morelos. Al Estado de México. Al Ajusco. Hasta Cuajimalpa. Se infiltra. Defiendo el bosque. Cuido el árbol de la tala, de las plagas, de los incendios y también del cemento. Sí. Que no se construya por doquier.

“Veo con tristeza que ni en su natal Linares, Nuevo León, existe una calle que lleve el nombre de Rodrigo Gómez. Sí. El hombre de Banco de México, director. Ahora el cargo es gobernador. Rodrigo Gómez, el descubridor de Cancún. Don Rodrigo me recomendó ante los directivos del entonces banco más grande del mundo, el Bank of América, para que yo lo dirigiera. Se iba don Juan March. Permanecí en ese puesto 32 años. Y empecé de cajero en City Bank en Nueva York, desde mero abajo. Estudié en la Escuela de Jurisprudencia. Ahí conocí a Jacobo Zabludovsky. ¡Tipazo! Y a Antonio Ariza. A don Miguel Alemán Valdés y a su hijo, Miguel Alemán Velasco.

“Noruega pasó de nación de pescadores a país de petroleros. El Rey me invitó. Conocí Statoil. Da becas, miles, a jóvenes geólogos, ingenieros en hidráulica, siderurgia. No me pida que hable de Pemex. Tres hombres resultaron luminosos. Antonio J. Bermúdez, Pascual Gutiérrez Roldán -llegó al puesto por recomendación del general Lázaro Cárdenas al presidente López Mateos- y el brillantísimo Jorge Díaz Serrano. Nadie me cuenta esa historia. Hombre Bank of América -yo- con otros bancos soltamos miles de millones a Petróleos Mexicanos. Lástima que la intriga política lo liquidara. Fui a verlo en su cárcel. No una ni dos ocasiones, decenas de veces fui al reclusorio. Gran Jorge. Dejemos en descuidada a la industria petrolera nacional.

Foto: Roberto Hernández | El Sol de México

“En Estambul —pasó otra tarjeta de visita don José Carral—, una papaya se vende en ¡12 euros! Y no llega nuestra fruta fresca. Negocio mío, de mi familia. Reunimos a ejidatarios. Los hacemos socios. Ya tenemos el apoyo del líder de la Confederación Nacional Campesina. Cultivamos una piña pequeña, deliciosa.

“Estoy en Unicef. Sí. César Costa es nuestro embajador. Como lo fue Audrey Hepburn. La niñez. Con Xóchitl Gálvez trabajo en proyectos para empleo. Y desde Inglaterra trabajo para una organización que conserva las semillas de todos los vegetales del mundo. Gran trabajo. Como el que hace en Cerros Azules, en el estado de Chiapas, Julia Carabias. Jugué tenis muy niño.

“¿Sabe cómo nació el Club de Industriales? Por Alejo Peralta, Eduardo Prieto López y Raúl Cano, negociantes del cobre. Para hablar de sus negocios se reunían en un edificio de la calle de Sullivan, encargaban las tortas a una señora llamada Conchita. Agustín Legorreta los invitó al hotel Camino Real. Y mi primo, Jaime Zaldívar, lo mudó aquí (al Marriot de Polanco). Su amistad con artistas se transformó en patrimonio del club. Rufino Tamayo, Juan Soriano, Chucho Reyes...

Elegante el bien cortado traje gris, impecable el aseo. Franca la sonrisa de un individuo que hace pocas semanas pasó por el quirófano. “Cosa de coronarias, para evitar un infarto. Soy un hombre —se pintó Don José Carral—, un hombre con mucha suerte, creo en la suerte. ¿Se ha visto usted en trance de muerte? Yo sí. Varias veces.

Posó con gusto. Obedeció al reportero gráfico y salió a toda prisa.

“Gisel, mi secretaria, trata de ordenar mi existencia”, dijo a guisa de despedida don José Carral.

“México —suspiró melancólico don José Carral— tan 'ri-qui-sí-si-mo' por su petróleo que tan mal manejado ha sido. ¿Sabe usted que este país tenido por bananero apenas alcanza un dos por ciento del mercado mundial? Ecuador se lleva el 30. Agárrese: Europa no conoce la buena fruta mexicana. Nuestro país conoció momentos luminosos y caídas estrepitosas.

Así iba la conversación con un vigoroso, elegante e informado abogado que a sus 96 años de vida alienta infinidad de empresas financieras, culturales, filantrópicas, tecnológicas y ambientales que, ante el presente nacional, recomendó:

“¿Qué deben hacer los empresarios hoy? Pues vamos a convencernos de que ya que no podemos contrarrestar las malas decisiones -que en ocasiones se toman- y en virtud de que nos interesa que se decida bien, yo pienso que los empresarios debemos infiltrarnos en Morena. Sí. Los empresarios y Morena nos unimos para luchar juntos.

“Los empresarios deben convencer a Morena de que persiguen propósitos idénticos. Pero el camino para ello es diferente. Hay que convencer a Morena con buenos modos, sin ofensas. Exhibir que existe paralelismo. Para conseguir un México robusto, un México nuevo.

“País cuyo turismo creció —con Enrique de la Madrid— 6-7 por ciento. La agroindustria floreció con José Calzada . El Bajío con la automotriz, comparable a la de Corea. México no estaba en crisis”. “¡Vamos a infiltrar a Morena!”, arengó don José Carral.

Repasó décadas de vida nacional el exitoso banquero. Vio al PRI “convaleciente, dañado”. Al PAN, “con el afecto y admiración hacia Manuel Gómez Morín, acabado y dividido”. Deseó a ambas formaciones pronta renovación. Y reconoció: “Morena es el partido político más poderoso que yo he visto. ¿80 por ciento de apoyo al licenciado Andrés Manuel López Obrador? ¡Uf!

“¿Qué saco en conclusión? —se preguntó en el espacio del salón Monterrey del Club de Industriales don José Carral—. Pues que el sector empresarial debe hacer evidente que todas las aspiraciones de Andrés Manuel López Obrador y su movimiento Morena son absolutamente legítimas. Les asiste toda la razón.

Foto: Roberto Hernández | El Sol de México

“Pero —contuvo sin tomar aliento este hijo de padres cristeros que se formó en la UNAM— es nuestra obligación -de los empresarios, digo- hacer saber públicamente que el esfuerzo que ellos hicieron entre las clases populares muy principalmente, es paralelo al que ha realizado el empresariado mexicano. “¿O es que acaso creen que los empresarios no estamos en contra de los robos y de la impunidad?

“Nosotros acusamos a los mismos que ellos acusan. Lo hacemos simultáneamente. Como ellos —los de Morena— los empresarios estamos contra la corrupción. Contra los empresarios corruptos. ¡Claro que sí!

“Y todavía más: Pues la impunidad es costumbre nacional. Sí. Vea: A nadie se castiga.

“Veamos: ¿Quién hace el 90 por ciento -quizá más- de los empleos en el país? ¡Nosotros! —exclamó—. De manera que no es cosa de última hora. Cincuenta años de historia nacional respaldan lo que digo. Décadas de crecimiento del país. ¿Quieren más prueba?

“¿De Estado de derecho hablamos? ¡Pues si es lo que queremos: un Estado de derecho que atrae a la inversión extranjera. Para beneficio del último obrero y del más abandonado campesino. Y que llegue la tecnología de vanguardia. Que el saber alcance a todas las universidades de México, las públicas y las privadas.

“Vea el ejemplo de Eugenio Garza Sada. ¡Todo lo hizo! Industrias y casas y hospitales para los trabajadores. Y el Tec, institución de avanzada. Hombre de bien, tan recto como Manuel Senderos, como Carlos Trouyet. Juntos crearon la Ibero. Hombres ejemplares como Raúl Baillères. Minas de oro y plata. Y su empuje, intacto. Y ¿qué me dice de don Lorenzo Servitje? Nomás creó un imperio. Con verticalidad. ¿Qué más?

“Trabajo por el agua. Llevar agua del Pánuco a Monterrey, a Tamaulipas. Gran acueducto. Rodrigo Medina, el exgobernador de Nuevo León es un 'raterazo', lo tenemos demandado. Un pájaro de cuenta. ¡Uh, no se imagina usted qué clase de individuo es! —sostuvo con opaca, enfurecida voz—.

“Defiendo el agua. Del Nevado de Toluca nos llega a la Ciudad de México, ¿sabe en qué porcentaje? ¡Adivine! ¡El 65 por ciento! Estoy en Bosque de Agua. Agua que va a Morelos. Al Estado de México. Al Ajusco. Hasta Cuajimalpa. Se infiltra. Defiendo el bosque. Cuido el árbol de la tala, de las plagas, de los incendios y también del cemento. Sí. Que no se construya por doquier.

“Veo con tristeza que ni en su natal Linares, Nuevo León, existe una calle que lleve el nombre de Rodrigo Gómez. Sí. El hombre de Banco de México, director. Ahora el cargo es gobernador. Rodrigo Gómez, el descubridor de Cancún. Don Rodrigo me recomendó ante los directivos del entonces banco más grande del mundo, el Bank of América, para que yo lo dirigiera. Se iba don Juan March. Permanecí en ese puesto 32 años. Y empecé de cajero en City Bank en Nueva York, desde mero abajo. Estudié en la Escuela de Jurisprudencia. Ahí conocí a Jacobo Zabludovsky. ¡Tipazo! Y a Antonio Ariza. A don Miguel Alemán Valdés y a su hijo, Miguel Alemán Velasco.

“Noruega pasó de nación de pescadores a país de petroleros. El Rey me invitó. Conocí Statoil. Da becas, miles, a jóvenes geólogos, ingenieros en hidráulica, siderurgia. No me pida que hable de Pemex. Tres hombres resultaron luminosos. Antonio J. Bermúdez, Pascual Gutiérrez Roldán -llegó al puesto por recomendación del general Lázaro Cárdenas al presidente López Mateos- y el brillantísimo Jorge Díaz Serrano. Nadie me cuenta esa historia. Hombre Bank of América -yo- con otros bancos soltamos miles de millones a Petróleos Mexicanos. Lástima que la intriga política lo liquidara. Fui a verlo en su cárcel. No una ni dos ocasiones, decenas de veces fui al reclusorio. Gran Jorge. Dejemos en descuidada a la industria petrolera nacional.

Foto: Roberto Hernández | El Sol de México

“En Estambul —pasó otra tarjeta de visita don José Carral—, una papaya se vende en ¡12 euros! Y no llega nuestra fruta fresca. Negocio mío, de mi familia. Reunimos a ejidatarios. Los hacemos socios. Ya tenemos el apoyo del líder de la Confederación Nacional Campesina. Cultivamos una piña pequeña, deliciosa.

“Estoy en Unicef. Sí. César Costa es nuestro embajador. Como lo fue Audrey Hepburn. La niñez. Con Xóchitl Gálvez trabajo en proyectos para empleo. Y desde Inglaterra trabajo para una organización que conserva las semillas de todos los vegetales del mundo. Gran trabajo. Como el que hace en Cerros Azules, en el estado de Chiapas, Julia Carabias. Jugué tenis muy niño.

“¿Sabe cómo nació el Club de Industriales? Por Alejo Peralta, Eduardo Prieto López y Raúl Cano, negociantes del cobre. Para hablar de sus negocios se reunían en un edificio de la calle de Sullivan, encargaban las tortas a una señora llamada Conchita. Agustín Legorreta los invitó al hotel Camino Real. Y mi primo, Jaime Zaldívar, lo mudó aquí (al Marriot de Polanco). Su amistad con artistas se transformó en patrimonio del club. Rufino Tamayo, Juan Soriano, Chucho Reyes...

Elegante el bien cortado traje gris, impecable el aseo. Franca la sonrisa de un individuo que hace pocas semanas pasó por el quirófano. “Cosa de coronarias, para evitar un infarto. Soy un hombre —se pintó Don José Carral—, un hombre con mucha suerte, creo en la suerte. ¿Se ha visto usted en trance de muerte? Yo sí. Varias veces.

Posó con gusto. Obedeció al reportero gráfico y salió a toda prisa.

“Gisel, mi secretaria, trata de ordenar mi existencia”, dijo a guisa de despedida don José Carral.

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