A punto de cumplir 25 años de que Mario Molina Pasquel recibiera en la Academia de Ciencias de Suecia el tercer Premio Nobel para un mexicano, el primero en el área científica, la tarde de ayer falleció en la Ciudad de México a consecuencia de un infarto. El hombre aficionado a la música, quien tocó en su infancia el violín, fue afecto a las novelas de piratas y tuvo sus primeros ensayos en un microscopio de juguete, dedicó la mayor parte de sus 77 años a estudiar el impacto de la actividad humana en el deterioro del medio ambiente.
Ganó el Premio Nobel de Química en 1995 junto a Sherwood Rowland, al establecer desde 1974 la relación de los compuestos de cloro y bromuro en la estratósfera y como consecuencia de ello, que se generara el agujero de ozono en el Polo Norte.
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En la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que ayer dio la noticia de su deceso, Mario Molina siempre se sintió en confianza. Por ello, en su más reciente visita en enero pasado, confió a los estudiantes que cuando el actual presidente Andrés Manuel López Obrador era jefe de Gobierno de la Ciudad de México, le planteó crear una universidad. “Yo le dije que no quería crearla y desgraciadamente lo hizo, y lo peor es que no se ha arrepentido de eso. Esa universidad es de chiste”.
Ese no fue el único desencuentro que el Nobel de Química mexicano tuvo con el actual mandatario, el otro tema por el que tuvieron diferencias fue el uso del cubrebocas. En agosto, en el marco de la reunión de los presidentes Donald Trump y López Obrador en Estados Unidos, el científico defendió el efecto del uso del cubrebocas para frenar la transmisión del nuevo coronavirus y pidió a los dos presidentes su uso como ejemplo para los ciudadanos.
“La ciencia nos dice lo que tenemos que hacer, pero desafortunadamente la política no. Es importantísimo que las gentes de alto nivel en el Gobierno usen cubrebocas para demostrárselo a la gente”, expresó en una charla virtual de El Colegio Nacional de México.
Según el propio centro que creó en nuestro país luego de recibir el Nobel, Molina fue un pionero y uno de los principales investigadores a nivel mundial de la química atmosférica.
En 1974 publicó el artículo que predecía el adelgazamiento de la capa de ozono como consecuencia de la emisión de ciertos gases industriales, los clorofluorocarbonos (CFC), que le mereció el Premio Nobel de Química.
Sus investigaciones y publicaciones sobre el tema condujeron al Protocolo de Montreal de las Naciones Unidas, el primer tratado internacional que ha enfrentado con efectividad un problema ambiental de escala global y de origen antropogénico.
Molina y su grupo de investigación publicaron una serie de artículos entre 1976 y 1986 que identificaron las propiedades químicas de compuestos que juegan un papel esencial en la descomposición del ozono de la estratosfera.
Subsecuentemente demostraron en el laboratorio la existencia de una nueva clase de reacciones químicas que ocurren en la superficie de partículas de hielo, incluyendo aquellas que están presentes en la atmósfera. También propusieron y demostraron una nueva secuencia de reacciones catalíticas que explican la mayor parte de la destrucción del ozono en la estratosfera polar.
Después de recibir la noticia en 1995 de que había sido galardonado con el máximo reconocimiento para un científico, el Nobel, Mario Molina confió que lo primero que quiso hacer fue verificar si eso era cierto. Se sintió desconcertado y sorprendido.
Los otros dos mexicanos que han ganado este reconocimiento fueron Alfonso García Robles (1982) y Octavio Paz (1990).
CAMPEÓN DE LA TIERRA
Molina Henríquez fue hijo de Roberto Félix Molina Pasquel, quien fue embajador de México en Etiopía, Australia y Filipinas, y de Leonor Henríquez, ambos originarios de Veracruz.
En 1960 ingresó a la Facultad de Química de la UNAM para estudiar ingeniería química y en 1965 siguió sus estudios de posgrado en la Universidad de Friburgo en Alemania. Para 1968 ingresó al programa de doctorado en físico-química en la Universidad de Berkeley, la universidad en donde laboran decenas de premios Nobel.
En 1973 se sumó al equipo de trabajo, como investigador asociado, de Frank Sherwood Rowland, en la Universidad de California.
En Estados Unidos Molina fue asesor del equipo de transición del expresidente Barack Obama para cuestiones del medio ambiente en noviembre de 2008, y desde 2011 fue uno de los 21 científicos que formaron parte del Consejo de Asesores de Ciencia y Tecnología de Obama.
Al conocer la noticia de su fallecimiento, el Sistema de las Naciones Unidas en México lamentó lo ocurrido y recordó que fue merecedor de más de un centenar de premios nacionales e internacionales, entre los que destaca el premio “Campeones de la Tierra” que le otorgó la ONU en 2014 por su liderazgo y compromiso y por generar un impacto positivo en la humanidad y el planeta.
La ONU reconoció su trabajo por hacer realidad el Protocolo de Montreal, un acuerdo ambiental internacional para proteger la capa de ozono de la tierra, con la meta de eliminar el uso de sustancias que la agotan.
MÁS CONDOLENCIAS
El rector de la UNAM, Enrique Graue, expresó que la Universidad y México están de luto, mientras que el presidente Andrés Manuel López Obrador también envió su pésame a su familia. A ellos se sumaron la clase política y la comunidad científica nacional quien tenía su mirada puesta en el debate del Congreso de la Unión por la posible extinción de los fondos para la ciencia dentro del presupuesto del año 2021.
En los últimos años Mario Molina recibió innumerables reconocimientos y galardones nacionales e internaciones por sus aportes al debate del cambio climático.
Las más recientes sugerencias del multigalardonado científico al gobierno mexicano fueron en la Ciudad de México para limitar el uso del automóvil: “Tenemos que convencer a la gente que no es un derecho natural el sacar el coche todos los días”.
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