Debido a la profundización de la crisis económica y social en su país, el éxodo de venezolanos no se detiene.
De acuerdo con cifras de la Red Eclesial Latinoamericana y Caribeña de Migración, Desplazamiento, Refugio y Trata de Personas (Red CLAMOR) hasta octubre pasado más de cinco millones de venezolanos habían salido de su país hacia diferentes naciones del mundo donde a su llegada enfrentan explotación laboral, trata y hasta xenofobia.
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En México, la llegada de venezolanos buscando refugio ha aumentado, pues mientras 361 solicitaron asilo en 2016, para 2019 la cifra llegó a mil 677, según datos de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar).
El reto para estos migrantes, afirmó en entrevista con El Sol de México Farida Acevedo, coordinadora de Venemex, inicia desde su llegada a los distintos aeropuertos mexicanos donde enfrentan una estigmatización por parte de los agentes migratorios, quienes los extorsionan y maltratan por el simple hecho de ser ciudadanos venezolanos.
“Los agentes migratorios violan sus derechos humanos y los obligan a un retorno forzado a Venezuela, aunque su vida esté en peligro allá; además los maltratan, les impiden hablar con sus familiares, los mandan a estaciones migratorias don- de los extorsionan y si denuncian pues les niegan el refugio”, afirmó la activista de origen venezolano.
A diferencia de los migrantes centroamericanos, quienes cruzan la frontera con México vía terrestre para llegar a Estados Unidos, la mayoría de los venezolanos que llegan a nuestro país lo hacen vía aérea aprovechando que no requieren visa de ingreso.
Los que logran el refugio en nuestro país, según Acevedo, enfrentan explotación laboral y en muchos casos a la discriminación principalmente en los centros de trabajo donde muchos venezolanos, sobre todo varones, son rechazados por su nacionalidad.
Con la pandemia por Covid-19, la dificultad de los venezolanos para encontrar trabajo en México, agregó Acevedo, se ha profundizado y muchos que habían logrado poner restaurantes han tenido que cerrar sus negocios. Pero el mayor riesgo lo enfrentan las mujeres venezolanas, quienes, de acuerdo con Farida Acevedo, son presas del crimen organizado que las “enganchan” mediante internet con la promesa de un empleo y una vez que las traen a México les quitan sus documentos y las encierran para prostituirlas.
“La preocupación por la alimentación y la salud de las niñas, los niños, las personas adultas mayores y las personas con enfermedades crónico-degenerativas, se ha sumado a la violencia política y la constante violación de derechos humanos que se vive actualmente en Venezuela, como causas para verse forzados a dejar el país”, señaló Gustavo Rodríguez Vega, arzobispo de Yucatán y presidente de la Red CLAMOR.
En entrevista con este diario, aseguró que los robos, las extorsiones o incluso los intentos de asesinato son otras de las razones por las que los venezolanos deciden salir de Venezuela.
“La escasez de dinero en efectivo, de alimento, medicinas y los cortes de electricidad ponen aún más en riesgo la seguridad en los barrios y las ciudades venezolanas y se convierte en un catalizador para la salida del país de sus ciudadanos”, agregó el religioso, quien junto con la ONU coordinaron el estudio Pies Para que
Te Tengo, que recaba más de 200 testimonios de venezolanos en su trayecto hacia otros países.
“Tanto en las diferentes rutas de tránsito, como en las ciudades y países de acogida, incluido México, las personas refugiadas y migrantes venezolanas han sido víctimas de xenofobia, la cual se ha manifestado de diversas formas: violencia física, discursos de odio y discriminación intencionada, encubierta y estructural”, agregó.
El arzobispo de Yucatán consideró indispensable que México no sea servil a las demandas de Estados Unidos en cuanto a cerrar su frontera y por el contrario aplique una política de mayor apertura tanto para los venezolanos como para los migrantes en general.
“Superemos la barrera de la indiferencia, creemos conciencia sobre el valioso aporte que las personas refugiadas y migrantes venezolanas hacen al país que las acoge. Aprendamos a tirar los muros que nos separan y a crear puentes de encuentro para enriquecernos unos con otros”, finalizó el religioso.