El secretario de Estado Vaticano, Pietro Parolin, quien vivió como joven sacerdote todo el proceso de restablecimiento de las relaciones entre México y la Santa Sede y las reformas constitucionales que permitieron el reconocimiento jurídico de las iglesias por parte del Estado Mexicano, hoy 30 años después, recordó esas vivencias.
Con emoción, externó su sentir personal, su servicio como sacerdote asignado a la Delegación Apostólica en nuestro país entre 1989/1992.
“Y me acuerdo de aquellos años, de la intensidad de los trabajos de la Conferencia del Episcopado Mexicano, de las autoridades civiles y de quienes a nombre de la Santa Sede y de manera especial a monseñor Jerónimo Prigione, quien tuvo un papel muy importante en el proceso y al resultado que se llegó”, comentó.
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Y en el encuentro académico y conmemorativo “Laicidad Abierta y libertad religiosa, una visión contemporánea”, que tuvo lugar en el Palacio de la Escuela de Medicina, de la UNAM, en el corazón del Centro Histórico, también habló de “quienes colaboramos en este nuevo camino en la historia del país”.
Afirmó que transcurridos treinta años, México y la Santa Sede miran al futuro juntos, compartiendo los mismos valores, valores de paz, de fraternidad, de justicia social y respeto de los derechos humanos, en vista de alcanzar el mismo objetivo, es decir, el bien común del pueblo mexicano.
Sostuvo: “La Iglesia católica está en primera línea para servir a toda la población en los diversos ámbitos de su gestión pastoral de su evangelización, entre otros, la dimensión litúrgica y catequética; la dimensión de salud, cultural y educativa”.
Y en cuanto al futuro, el cardenal Prieto Parolin, dijo que se preparan mecanismos de cooperación para servir al pueblo de México, a partir de las personas más necesitadas. Y agradeció la oportunidad de trabajar juntos.
De la libertad religiosa, comentó que es un derecho humano fundamental para creyentes y no creyentes.
LIBERTAD RELIGIOSA DERECHO FUNDAMENTAL
Por otra parte, el cardenal Carlos Aguiar Retes, arzobispo primado de México, dijo que este reconocimiento jurídico de las iglesias en nuestro país “constituyó un paso fundamental para gozar de la libertad religiosa, reconocida en el Artículo 18 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos”.
Señaló: “Una nación que asume su gobierno y garantiza los derechos humanos ciudadanos, es un gran país, donde cada persona pueda desarrollar sus capacidades, sus habilidades para bien de la sociedad”.
Para ello, siempre será necesario ofrecer desde la edad temprana en la niñez instituciones de educación que permitan a las nuevas generaciones incorporarse activa y propositivamente para constituir un pueblo que viva en armonía, fraternidad, en solidaridad y en la permanente construcción de la siempre anhelada paz social.
Este proceso no se construye de una vez para siempre porque los conceptos socioculturales evolucionan al ritmo del desarrollo científico y tecnológico que presenta a la vez nuevas maneras de comunicación e interrelación humana que genera diversos estilos de vida y costumbres, de necesidades y satisfactores, dijo el Primado de México.
Por tanto, será siempre necesaria la constante revisión y adaptación de los servicios públicos y privados.
Y el presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), el arzobispo Rogelio Cabrera López, mandó un mensaje de paz de los obispos de México que en este tiempo de Pascua, “nos alegra poder compartir con ustedes esta conmemoración del trigésimo aniversario de la reforma de los Artículos 3, 5, 24, 27 y 130 Constitucionales así como de la promulgación de la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público.
Subrayó que esta reforma cristalizó un esfuerzo de muchas personas para que las y los mexicanos tuviéramos la protección constitucional de un derecho humano fundamental: la libertad religiosa.
Afirmó: “Se han alcanzado grandes cosas: el reconocimiento jurídico de las iglesias y de todas las asociaciones religiosas, buscando respetar su organización y principios; se garantiza la libertad religiosa y perfilado deberes de los ministros y líderes religiosos.
Y en especial, con la Ley de Asociaciones Religiosas se busca que las asociaciones sean un espacio seguro que no se consienta ningún tipo de abuso.
“Sin embargo, al mismo tiempo que nos comprometemos a respetar y hacer valer la ley, reiteramos que aún falta mucho por hacer”, apuntó.
Así, dijo: La verdadera libertad religiosa no podemos limitarla a la libertad de culto sino que tiene que llegar a permitir que cada persona viva su fe, viva según su conciencia, no violentar nunca los derechos de las personas, antes bien, contribuyendo a la construcción de una mejor sociedad.
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La libertad religiosa es un derecho humano fundamental, que no debe olvidarse en el camino de la fraternidad y de la paz, dijo el Papa Francisco.
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