Los daños ecológicos que generará la construcción del Tren Maya es apenas la punta del iceberg de los problemas, ya que lo peor será el impacto ambiental y social que traerá su operación, destacaron especialistas en la cuarta sesión del Consejo de Crisis Climática de la Organización Editorial Mexicana (OEM).
Presidida por Martha Ramos, directora general editorial de este grupo de medios, los ponentes alertaron sobre las consecuencias de la construcción de la megaobra insignia de la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador y que recorrerá una distancia de alrededor de mil 500 kilómetros por los estados de Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo.
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Entre los mayores señalamientos se habló de la tala indiscriminada de los árboles de la selva y la afectación de los mantos acuíferos en los ríos, cuevas subterráneas y cenotes.
Otra de las preocupaciones de los ambientalistas es la fragmentación del hábitat de distintas especies, algunas en peligro de extinción, entre estas el jaguar. Y, sobre todo, los desarrollos inmobiliarios y turísticos, especialmente extranjeros, que traerá la operación del tren por la compra y descontrol en el uso de terrenos aledaños a las estaciones.
También el crecimiento de los asentamientos humanos, la generación de empleos de poca calidad (que se traducen en una esclavitud moderna) y la fragmentación social por la expansión del crimen organizado en esas zonas.
La ambientalista Mina Morsán expresó que una de las preocupaciones es la afectación a unas de las pocas reservas del agua en un país cada vez más árido y con una crisis climática que no va a detenerse. Añadió que la promesa de reforestación como mitigación del daño no tiene ningún sentido.
Alertó de que al meter el trazo del tren lo que genera es llevar la expansión urbana. “Ahora mismo, si pueden darse una vuelta, van a encontrarse un montón de terrenos de especuladores inmobiliarios desde hace tiempo, que habían tenido guardaditos y ahora sí se activó el proyecto. Ya están incluso construyendo muros, no están talando la selva todavía, aunque no tardan, pero sí están amurallados indicando que ahí habrá fraccionamientos comerciales, lo que gusten…
“Eso tiene años, pero lo que nos dice ahora el tren es lo de menos; lo que va a provocar el tren es que esto se acelere”, aseguró Morsán.
Sandra Guzmán, especialista en financiamiento climático y miembro permanente del consejo de la OEM concordó en que el problema no sólo es la deforestación al paso del tren, sino toda la tala de árboles que ocurrirá con los asentamientos humanos en torno al proyecto.
“La mancha urbana va a generar otro tipo de desarrollos… Pero hay algo más, que tiene que ver con la fragmentación social en la entrada del narcotráfico, la expansión del narcotráfico en la zona… El presidente ha hablado mucho de que este cambio es importante para la región, porque ha estado olvidada, pero quiero ponerles en su cabeza el tema de Cancún.
“Cancún era una zona muy hermosa, muy protegida, y a raíz justamente del desarrollo y de traer inversiones, pues se volvió un Miami y con eso se destruyó mucho de la zona y tiene grandes impactos sociales. No hay empleos de calidad, sólo para los grandes terratenientes y quienes son dueños de los hoteles”.
Por su parte, el activista socioambiental Francisco Ayala describió al proyecto como la crónica de un desastre socioambiental anunciado. Lo consideró una afrenta contra la humanidad y contra el patrimonio ecológico, el patrimonio biocultural, el patrimonio arqueológico. Y, sobre todo, un ejemplo más del actual modelo de desarrollo extractivista capitalista.
“Hoy lo estamos viendo en todo lo que es la Riviera Maya. Los hoteles sacan 85 por ciento de las actividades a Washington… y obviamente ningún gobierno de México los obligó, porque justamente era esta ambición de vamos a traer desarrollo y progreso para que los pueblos de pescadores, las tejedoras, todos estos oficios bio culturales, todas estas tradiciones, se pierdan para convertirlos en taxistas, mucamas de este mundo desarrollista al servicio de los grandes turistas extranjeros. Hoy eso es lo que está haciendo el Tren Maya”, lamentó.
Aurelien Guilabert, activista y miembro permanente del Consejo de la OEM, coincidió al respecto: “Me parece que es un tema del cual no se habla, es el tema de la esclavitud moderna. Me pareció muy interesante esos comentarios sobre qué tipo de empleos se crearon en la zona y si realmente la gente es más feliz o menos feliz o con un bienestar mayor que antes, con este tipo de desarrollos y con esta esclavitud moderna basada en el servicio al turismo”.
Durante su intervención, Carlos Orozco, exdirector general del proyecto del Tren Maya, explicó que la construcción del proyecto lo que busca es tener el menor efecto posible en contra de la naturaleza, además que disminuirá el uso de los vehículos automotores.
“Hay un efecto sobre la naturaleza y sobre el medio ambiente. Sin duda que tiene que ser el menor posible, que tiene que ser duplicado, que tiene que ser conciliado, que tiene que ser adecuado y protector. Las cosas deben protegerse, sin duda. Pero la protección ambiental y el cuidado del medio ambiente tiene que ver con la supervivencia de las personas.
“Y para eso cuidamos el medio ambiente, para sobrevivir las personas… Si vamos a hablar de los efectos del tren, también hablemos de los efectos tan benéficos que tiene, y pongamos en proporción los efectos perniciosos que pueda tener. La realidad del asunto es que el tren es mucho más ecológico que los automóviles”, concluyó.
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