"Duré 13 días hospitalizado, lo pasé fatal. Fue entonces cuando comencé a preguntarme ¿por qué no me había cuidado?, ¿por qué no exigí el equipo necesario para protegerme? Fue un suicidio lo que había hecho, entrar a atender pacientes sin el equipo correcto. Una misión suicida que yo autoricé”, relató un médico de un hospital del ISSSTE, en la capital del país, a quien por motivos de confidencialidad su nombre fue cambiado por Andrés.
En México, la crisis sanitaria provocada por la pandemia del coronavirus ha afectado particularmente a quienes se encuentran en la primera línea. Se trata del personal de salud. De acuerdo con las cifras proporcionadas por autoridades de la Secretaría de Salud, al 10 de junio, el acumulado de casos confirmados en el gremio asciende a 26 mil 666 casos, de los cuales, cuatro mil 465 son activos.
El doctor José Luis Alomía, director general de Epidemiología, detalló que las entidades del país que presentan más casos activos en el personal de salud son la Ciudad de México, el Estado de México, Tabasco, Jalisco y Chiapas.
Desde que llegó la epidemia, médicos y enfermeros se han dado a la tarea de denunciar la mala calidad de los equipos de protección que han recibido por parte de las instituciones públicas en las que laboran; sin embargo, en muchos casos también alzaron la voz para señalar que la cantidad de insumos nos es la suficiente y, por lo tanto, su salud está en riesgo.
“Para empezar, los equipos son de pésima calidad. Uno ve en internet a médicos de otros países que parecen astronautas, con trajes especiales, respiradores con filtros, mascarillas… Yo entré con googles para nadar, un supuesto cubrebocas N-95, pero sin marca y seguramente sin certificación, y una bata realmente delgada que se transparentaba”, continuó el cirujano.
“Yo soy cirujano, pero como se preveía la epidemia nos anunciaron que todos los especialistas atenderíamos casos Covid-19. La circunstancia así lo ameritaba, pero realmente no es mi área, no tengo capacitación en ventiladores, por ejemplo”.
Rubén, cuyo nombre es ficticio para mantener el anonimato, es un médico residente, que comenzó sus labores en marzo, justo cuando comenzó el brote.
“Yo creo que (mi contagio) que es un conjunto de varios factores, como puede ser por la falta de equipo de protección, su alto grado de contagio o simplemente porque por más que te cuides y sigas las medidas de prevención, sales a la calle y hay muchas personas que no se cuidan”,.
La cifras de la Secretaría de Salud muestran que el grupo más afectado es el de los enfermeros, y médicos, pues del total de casos acumulados comprenden el 41 por ciento y 31 por ciento, cada uno.
“Después de los 13 días que estuve internado permanecí otros 15 días en aislamiento, cuando regreso al hospital del ISSSTE me dicen que sólo me pueden dar incapacidad por 15 días, debido a que, como me interné en una institución privada y no en el Instituto, no sabían sí realmente tuve Covid-19, eso pasó aunque yo tenía los documentos que me dieron en donde me atendí”, señala Andrés.
“Regreso al hospital y me doy cuenta que muchos enfermeros y médicos que se contagian y regresan a los 15 días y no puede ser, hay evidencia que la enfermedad dura 15 días, pero si se agrava puede durar más. Es inhumano que a los 15 días regresan a laborar sabiendo que esta infección pulmonar deja secuelas, te duele el pecho, te cansas, te falta el aire, porque tenemos una lesión pulmonar”, denuncia.
La poca atención que se le presta a la salud del personal médico no es reciente. En una auditoría al Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER), realizada por la Secretaría de la Función Pública (SFP) y entregada el año pasado, los 55 empleados entrevistados aseguraron que han sufrido padecimientos derivados de la atención médica que ofrecen.
Asimismo, 23 médicos, enfermeras y residentes reportaron fatiga, 18 empleados del INER dijeron sufrir de cefalea o dolores de cabeza y 18 más indicaron tener una pérdida del apetito o apetito excesivo.
Al menos 12 de los empleados del INER sufren de ansiedad, otros 12 viven con trastornos del sueño, así como seis trabajadores que padecen de depresión y dos sufrieron situaciones violentas.
El reporte señala que 71 por ciento consideró que las anteriores afectaciones a su salud en realidad se deben a que el personal en el Instituto “es insuficiente”.
De acuerdo con la Secretaría de Salud, 91 por ciento de los contagios han sido ambulatorios, por el contrario, se contabilizan mil 154 hospitalizaciones graves y 147 hospitalizaciones requirieron intubación.
“Comencé a sentir dolor de garganta, al día siguiente tenía fiebre de 38 grados, me realicé una tomografía en un hospital privado y el resultado arrojó que tenía neumonía de focos múltiples, por lo que me tenía que quedar hospitalizado. La prueba de Covid-19 fue positiva. Luego se presentaron otros signos de gravedad, como diarrea, dolor de cabeza, pérdida del olfato y el gusto. El miedo se hizo presente, más siendo médico, pues sabía que todos los síntomas que tenía no eran buenos, yo iba de mal en peor. Me decía ‘ya valí’, la ansiedad se apoderaba de mí y sólo esperaba el momento en que tendría que despedirme de mis hijos, el momento en que me iba a morir”, menciona Andrés.
La situación de Rubén fue completamente distinta. Pese a que ambos gozaban de buena salud, el médico residente no presentó ningún tipo de complicación, por lo que permaneció en casa, con su familia, pero completamente alejado de ellos.
Las autoridades federales también anunciaron que por ahora se tiene registro de 385 muertes por la enfermedad entre el personal médico y 18 sospechosas. Aunque no especificaron el número por entidad, la lista sigue siendo encabezada por la Ciudad de México, seguida del Estado de México, Tabasco, Puebla y Veracruz.
Ambos médicos coincidieron en que el personal de salud está cansado, después de las jornadas laborales que parecen no tener fin, pues los casos nuevos siguen al alza y gran parte de la población no acata las medidas sanitarias recomendadas.
“Imaginemos, estamos dedicados a la atención de los pacientes y sales y ves a las personas que no siguen las recomendaciones, pues te enojas y sientes que tu esfuerzo no vale la pena”, finaliza Rubén.
Con información de Enrique Hernández | El Sol de México
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