"Los héroes son invencibles y mis colegas y yo somos muchas cosas menos eso, nos enfermamos, sangramos, nos morimos”, estas fueron las palabras de un médico residente del Hospital 1° de octubre, del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), en la Ciudad de México, a quién por motivos de confidencialidad se le cambió el nombre por Bruno.
Bruno, es residente de segundo año de urgencias, él está a cargo de la sala y se involucra en todos los procedimientos médicos. Su trabajo es atender a los pacientes que lleguen.
Los médicos de este hospital enfrentan la falta de personal, debido a los contagios y las muertes de compañeros en este frente, que además dejan el duelo de perder amigos y una carga laboral que parece no tener fin.
El brote ha provocado que la plantilla del personal de salud, al menos en el hospital donde labora Bruno, se haya reducido. En un primer escenario, el centro médico mandó a casa a todos los trabajadores que pertenecen a grupos vulnerables o bien, tienen familiares bajo esta condición.
Aún así comenzaron los contagios. “La verdad es que ya perdí la cuenta, mi compañero residente de primer grado ya se incapacitó tras ser contagiado, ahora estoy solo en sala guardia. Ahora mismo tengo a un cirujano y un enfermero aquí en urgencias, sus cuadros son de moderado a severo”, precisó.
“Además, hay al menos una compañera residente, un médico adscrito, un enfermero que ya falleció y un cirujano estaba intubado en terapia, porque atendió a un paciente que no sabíamos que tenía Covid-19”, añadió.
La mayoría de los casos positivos en personal por fortuna han sido leves. Bruno atribuye su contagio a la falta de equipo médico, pero también a “la negligencia del paciente”, debido a que señala que la población no permanece en su casa y esto incrementa los contagios.
El 11 de abril, Miguel Ángel, un enfermero de urgencias del hospital 1° de Octubre perdió la vida luego de haber sido contagiado. El médico considera a lo anterior como una de “las muertes más injustas”.
“Era amigo mío. Tenía un año de conocerlo en el servicio de urgencias. Era una muy buena persona, siempre sonriendo, siempre haciendo una broma por las tardes, su esposa está embarazada, creo que es de las muertes más injustas.
“Mucha gente quiere conocer casos para creer en esto. Ojalá se les pueda sensibilizar y que adquieran un poco de empatía con la situación por los compañeros médicos, pero más por la población en general. Es real, si te cuidas tú me cuidas a mí y nos cuidamos todos”.
A partir del fallecimiento del enfermero Miguel Ángel, el personal de salud exigió que se garantizara el equipo médico de protección necesario y fue sólo esa la vía por la que pudieron ser escuchados. Hoy, Bruno relata que existe un abasto del material, pero aun así “lo cuidan mucho”.
Aunado a ello, la baja en la plantilla del personal debido a los brotes ha ocasionado que, pese a las indicaciones, todo el personal que queda se dedique a atender casos Covid; no obstante, el médico residente dice: “nos está rebasando la cantidad de pacientes”.
EN EL LIMBO
Los médicos residentes todavía no están considerados dentro de la plantilla de trabajo, pese a las 36 horas que trabajan de forma ininterrumpida, muchos de ellos no tienen seguro médico y otros apenas reciben un estímulo quincenal, que dista mucho de un sueldo en comparación con los sueldos de los especialistas.
De acuerdo con Bruno, durante el primer año de residencia, los becarios reciben siete mil pesos quincenales, ya en segundo son ocho mil 200 pesos.
“Oficialmente somos becarios. Estamos atrapados en el limbo porque tenemos muchas tareas asignadas, pero no queda a nuestro cargo la responsabilidad total del paciente, eso le corresponde al médico adscrito”, precisó el residente.
Como él, muchos médicos entran a una residencia después de haber terminado la carrera, el internado y el servicio social, con el fin de poder especializarse en un área.
Las jornadas de trabajo suelen cambiar dependiendo la especialidad que se elija, pero todas tienen algo en común, y es el trabajo sin descanso por más de 24 horas.
El caso de Bruno no es la excepción, su jornada normal es de alrededor de 36 horas, pues entra a las 6:00 de la mañana y sale al día siguiente entre las 3:00 y 6:00 de la tarde.
Te acostumbras, dijo Bruno refiriéndose a las largas jornadas de trabajo. “Al principio es muy complicado hacer jornadas de 36 horas y sientes que es poco descanso”, señaló.
La situación se agravó con la llegada del coronavirus, pues cambiaron las jornadas habituales ante la emergencia. A partir de que se declaró la Fase 2 de la epidemia se les limitó el tiempo de guardia a los residentes del hospital 1° de Octubre. “Nos pusieron a hacer una guardia mínima de 24 horas cada tercer día para disminuir la exposición al Covid-19”, indicó el médico.
Pese a ello, en un inicio el suministro de equipo fue limitado. Según cuenta Bruno, la indicación oficial fue que los residentes no estuvieran expuestos por falta de equipo, por lo que los adscritos deberían atender a los casos sospechosos, lo que provocó un retraso en atención al paciente.
El residente de segundo año mencionó que cada día reciben a más pacientes con afecciones respiratorias, lo que pone en riesgo al resto de los derechohabientes.
“Por ahora estamos tratando de sacar a pacientes que no son Covid, porque se nos están infectando, han llegado pacientes que ni ellos mismo sabían que estaban contagiados. Esto ha complicado la salud de compañeros e incluso ya se ha presentado un fallecimiento”, destacó.
“La población tiene que entender que ya no estamos para atender gripas, diarreas o dolores de panza. Existen unidades de medicina familiar a donde pueden asistir”, continuó.
-¿Sientes depresión o tristeza por el exceso en la carga de trabajo?
-“Todo el tiempo”, mencionó el residente entre risas.
“Añoras mucho tu tiempo libre, siempre estás pensando: ¿por qué no fui maestro? Por supuesto que no me arrepiento, por algo estoy ahí, pero sí pienso constantemente ‘¿qué estoy haciendo aquí?’”, detalló Bruno.
“Tanto encierro, tanta presión, sí te llega a pegar anímicamente, pero lo que vas a obtener al final es lo que te motiva. Yo hablo con amigos psicólogos, no tengo terapia formal, pero sí pido consejos, muchos médicos adscritos te ayudan y hablar con la familia te levanta el ánimo”, señaló.
Para Bruno, salir airosos de la contingencia sanitaria es una tarea compartida, los médicos hacen su parte, pero considera que el resto de la población tiene que hacer lo que le corresponde, aunque agradece los gestos de apoyo.
“Los héroes son invencibles y mis colegas y yo somos muchas cosas menos eso, nos enfermamos, sangramos, nos morimos. Hay gente que se ha acercado a regalarnos caretas y comida, pero es muy sencillo lo que las personas podrían hacer. Ellos se podrían convertir en héroes no saliendo de casa”, exhortó.
“Si usamos el distanciamiento social, si cuidamos a nuestros ancianos y pacientes con comorbilidades, eso nos ayuda más a nosotros los médicos, lejos de que nos regalen algo o nos aplaudan. Al final del día, lo que importa es la participación ciudadana”, concluyó Bruno.
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