Después de la fase aguda de la pandemia, la industria de la construcción en Estados Unidos ha recuperado su crecimiento, convirtiéndose en un nuevo atractivo para los profesionistas mexicanos que, ante la falta de oportunidades y salarios precarios, no dudan en emigrar al país del norte para laborar como albañiles, carpinteros o electricistas por sueldos que superan los 30 mil dólares anuales.
De acuerdo con la Oficina de Estadísticas Laborales, sólo en lo que va del año más de nueve mil mexicanos se han incorporado a distintas construcciones en toda la Unión Americana, de los cuales 40 por ciento eran profesionistas en México.
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Son médicos, administradores, abogados, contadores e incluso profesores quienes han decidido cambiar las aulas por las palas y los picos.
En 2019, antes del inicio de la pandemia por Covid-19, siete mil 234 connacionales obtuvieron una visa H-2B, a través de la cual las empresas estadounidenses suelen contratar albañiles extranjeros.
De esa cifra, apenas entre el cinco y el 10 por ciento desempeñaba una actividad profesional distinta a la de la construcción en México antes de viajar a Estados Unidos. Muchos puestos de trabajo en las construcciones son ocupados también por migrantes que logran cruzar la frontera sin una visa y llegan a las obras directamente a ofrecer sus servicios.
Mario Mendoza no dudó en aceptar la oferta de una constructora de Nueva York para ir a cargar y descargar materiales por un sueldo cuatro veces más alto que el que había ganado en más de 10 años como ingeniero civil en su natal Guadalajara.
“Trabajé aquí en México, por más de 10 años, en varias constructoras como ingeniero civil, pero a pesar de mi experiencia y de mi título universitario, mi sueldo nunca superó los 15 mil pesos netos al mes; en cambio, allá llegué a ganar 18 dólares (unos 360 pesos mexicanos) por hora. En siete meses logré juntar lo que trabajé aquí en por lo menos cinco años”, relató Mario a El Sol de México.
El tapatío agregó que regresó a nuestro país apenas hace unos días para pasar las fiestas patrias y de fin de año con su familia, pero regresará a Nueva York en enero próximo, consciente de que aquí no logrará, como ingeniero civil, ganar lo que obtiene en Estados Unidos como albañil.
“Pues no es lo que hubiera querido, verdad, no es lo mismo dirigir una obra como ingeniero civil que estar cargando y descargando materiales todo el día, pero la industria en México tardará en recuperarse por la pandemia y definitivamente no hay trabajo y el que hay es muy mal pagado”, dijo.
De acuerdo con el ranking 2022 del Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco), la ingeniería civil es la segunda carrera profesional mejor pagada en nuestro país, con un promedio de 15 mil 831 pesos mensuales.
En primera posición está medicina, con una paga promedio de 17 mil 896 pesos al mes; las carreras educativas, como orientación o formación educativa inicial o especial son las peor pagadas en el país, con un sueldo mensual de ocho mil 673 pesos.
El año pasado, en Estados Unidos el salario anual promedio para albañiles y otros trabajadores de la construcción como electricistas, carpinteros o colocadores de pisos fue de 37 mil 80 dólares, según la Oficina de Estadísticas Laborales (OEL).
Los que menos ganaron consiguieron 25 mil 770 dólares y a los que mejor les fue lograron un salario anual de 65 mil 780 dólares. Por el contrario, el año pasado un albañil en México recibió un sueldo mensual de ocho mil 23 pesos.
Ernesto Tapia es otro ejemplo. A él no le importó cambiar las finanzas para viajar a California a cavar zanjas, rellenar hoyos o compactar la tierra para preparar la construcción, pues le pagarían al día tres veces lo que como administrador ganaba en una empresa en Guanajuato.
“Llevo trabajando en California ya casi un año. He ido y venido dos veces y cada vez que regreso encuentro nuevos compañeros profesionales, doctores, maestros, arquitectos, desempeñándose como albañiles y todos te dicen que andan allá porque aquí les pagan poco”, señaló.
La OEL prevé que el empleo para albañiles crezca siete por ciento entre 2020 y 2030. “Se proyectan alrededor de 167 mil 800 vacantes para trabajadores de la construcción cada año, en promedio, durante la década. Se espera que muchas de esas vacantes resulten de la necesidad de reemplazar a los trabajadores que se transfieren a diferentes ocupaciones o que abandonan el oficio”, afirma.
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