En el periodo de 1900 a 2017 se han registrado en México 34 terremotos que han causado poco más de 11 mil fallecimientos, haciendo de este tipo de evento geológico el más peligroso para el país en cuanto a pérdidas humanas se refiere.
No obstante, la frecuente ocurrencia de ciclones tropicales, 92 para el mismo periodo, hace de este fenómeno el más costoso de afrontar, con daños calculados en 31 mil 044 millones de dólares a lo largo de poco más de 100 años.
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Una investigación del Senado de la República, a través del Instituto Belisario Domínguez, titulada “La vulnerabilidad de México ante el cambio climático, revela que la ubicación geográfica de México, así como la diversidad climatológica de suelo, relieve e hidrológica, expone al país a una serie de riesgos naturales que han derivado en cuantiosos daños humanos y materiales. Después del continente asiático, América es la segunda región más afectada por desastres naturales.
De acuerdo con The International Disaster Database, entre 1900 y 2017 se han registrado 3 mil 589 desastres en la región. En el mismo periodo, en México han ocurrido 258 desastres naturales, lo que lo convierte en el segundo país con mayor ocurrencia de este tipo de eventos, después de Estados Unidos, con 979 desastres.
Los terremotos de 1985 y 2017 han sido los que mayores pérdidas humanas han causado; a pesar de ello, entre el primer y segundo evento se registra una importante disminución de dichas pérdidas. Asimismo, es evidente que los fenómenos hidrometeorológicos como los ciclones tropicales y las inundaciones han tomado relevancia en las últimas décadas, no solo por la frecuencia de ocurrencia sino por el monto de los daños que estos eventos provocan. Vale la pena enfatizar, como se mencionó, que su peligrosidad aumentará debido al cambio climático antropogénico.
México es un país naturalmente vulnerable ante desastres naturales de carácter climático y esa vulnerabilidad será mayor conforme se hagan presentes las secuelas más intensas del cambio climático: huracanes inundaciones y períodos de sequía más amplios.
Aunque en México se ha avanzado en diversas políticas para atender los desastres naturales y de otros tipos, en su conjunto las políticas, se han enfocado en tareas de reacción y recuperación, en lugar de promover la prevención.
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En el estudio se indica que el diseño y reglamentos del Fondo Nacional para Desastres favorecen el gasto en reacción, prevaleciendo espacios para su uso discrecional. Por ello, se recomienda revisar la normatividad para cambiar esta relación.
Asimismo, los investigadores del IBD recomiendan revisar las políticas asociadas al sistema para preparar al país en casos de desastres, entre éstas: garantizar la cobertura y el funcionamiento de los sistemas de alerta temprana y monitoreo; procurar que los gobiernos locales cuenten con planes de emergencias y atlas de riesgos actualizados y accesibles; y rediseñar los programas de asentamientos humanos para crear zonas resilientes, entre otras.
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