La alcaldesa ecologista de Ámsterdam, Femke Halsema, respaldada por la Policía y la Fiscalía del distrito propuso prohibir los coffeeshops, locales de venta y consumo de marihuana, debido al aumento de demanda de drogas blandas provocado por el “turismo del cannabis”.
El objetivo, según la alcaldesa es alejar de la ciudad a los turistas para reducir "el poder de atracción de Ámsterdam como lugar de veraneo del turismo de las drogas suaves", en una carta dirigida a su consejo municipal.
"En los últimos años hemos visto que la demanda de cannabis en Ámsterdam ha aumentado enormemente", dijo Femke Halsema en una entrevista concedida en la televisión pública NOS.
"Esto se debe sobre todo al aumento de los turistas", añadió, estimando que una parte de ellos son "turistas del cannabis" que viajan a Ámsterdam exclusivamente para consumir esta droga.
Estos "turistas del cannabis" son una molestia para el centro de la capital, según la alcaldesa de Ámsterdam.
"Ámsterdam es una ciudad internacional y queremos acoger a los turistas, pero nos gustaría que los turistas vinieran por la riqueza de la ciudad, por su belleza, por sus instituciones culturales", precisó a la televisión pública holandesa.
Holanda cuenta con 570 coffeeshops, según cifras del ministerio de Salud Pública. Sólo la capital holandesa cuenta con 166, lo que representa 30 por ciento de todos los coffeeshops del país, según las cifras de la ciudad de Ámsterdam.
Sin embargo, la capital holandesa ha visto el número de estas cafeterías reducirse de 283 a 166 en las dos últimas décadas, mientras se dispara la demanda.
Desde la década de 1970, el gobierno holandés tolera estos establecimientos que venden cannabis a los consumidores.
La producción y el suministro de cannabis son ilegales en el país.
La alcaldesa tiene claro el objetivo de esta medida: “Nos gustaría que vinieran turistas interesados en la riqueza y la belleza de las instituciones culturales. y no los turistas que solo vienen aquí a caminar ebrios y drogados por las calles”, comentó.
Según una investigación llevada a cabo por el municipio, un gran número de turistas extranjeros ya no querrían venir a Ámsterdam si se les prohíbe la entrada a los “coffeeshops”, lo que supondría que, en 2025, la capital neerlandesa solo necesitaría 73 locales de venta y consumo de marihuana para atender a la demanda local.
La alcaldesa aún tiene que hablar de sus planes con los propietarios de los “coffeeshops” y el concejo municipal, y encargará una investigación para determinar hasta qué punto la venta ilegal de cannabis puede trasladarse a las calles de la ciudad si estos locales ya no son accesibles a los extranjeros.
Halsema espera poder implementar esta prohibición dentro de un año.
Estos planes son un cambio importante de política en la capital neerlandesa, que hasta ahora se había negado a seguir el criterio de residente que sí aplican otros municipios de Países Bajos, admitiendo únicamente a los ciudadanos neerlandeses, lo que la capital justificaba en sus temores a que esta estrategia aumente el tráfico ilegal de drogas en sus calles.
El ayuntamiento de Ámsterdam también investiga la posibilidad de trasladar el Barrio Rojo a una especie de “centro erótico” en otro lugar de la capital, alejando la prostitución del centro turístico.
Se trataría de una apuesta por atraer “un turista diferente” a la ciudad, para hacerla más atractiva también para los propios residentes, que en los últimos años se han trasladado a la periferia para huir del turismo masivo.
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