La cumbre de Bruselas entre la Unión Europea (UE) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) concluyó con una declaración que expresa “preocupación” por “la guerra contra Ucrania” pero evita referirse a Rusia, tras arduas negociaciones que no consiguieron consenso con Nicaragua.
Los líderes europeos, latinoamericanos y caribeños culminaron una cumbre “histórica” y “exitosa” en la que se comprometieron a relanzar la relación política y económica entre bloques, tras ocho años sin reuniones al más alto nivel, aunque empañada por las disputas sobre cómo abordar la guerra de Rusia en Ucrania.
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La reunión de unos 50 líderes de las tres regiones en Bruselas pretendía revitalizar sus relaciones mientras la UE trata de renovar sus alianzas internacionales, en respuesta a la invasión rusa de Ucrania y a la creciente desconfianza hacia China.
“Es una página prometedora y optimista la que se abre en las relaciones entre América Latina, el Caribe y la Unión Europea”, dijo Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, que reúne a los dirigentes nacionales de la UE.
Pero aunque los líderes presentes en la cumbre declararon compartir valores comunes como la democracia, los derechos humanos y el Estado de Derecho, sus pugnas en torno a la guerra de Ucrania pusieron de relieve las diferencias en un asunto de capital importancia para Europa, y que incluso relegó a segundo plano un importante anuncio de inversión europea por 50 mil millones de dólares.
Los funcionarios de la UE esperaban que la cumbre deplorara claramente a Rusia por invadir a su vecino, pero el comunicado final no mencionó a Rusia.
Finalmente, los dirigentes expresaron su profunda preocupación por la guerra en curso contra Ucrania, que estaba causando un “inmenso sufrimiento humano, limitando el crecimiento, aumentando la inflación, perturbando las cadenas de suministro e incrementando la inseguridad energética y alimentaria”.
Pero la redacción fue demasiado fuerte para Nicaragua, gobernada por el exguerrillero Daniel Ortega.
El texto final del documento recibió el apoyo de 59 de los 60 países participantes, pero especificó que un país no estaba de acuerdo con un párrafo.
Más tarde, el gobierno nicaragüense acusó a la UE de romper los procedimientos y mecanismos al haber aprobado “mentirosamente” la condena a la guerra.
El presidente argentino, Alberto Fernández, insistió en que la cumbre iba mucho más allá de la guerra, abordando temas como el cambio climático, el comercio y el uso justo de los recursos naturales.
El presidente chileno, Gabriel Boric, fue el único que pidió al resto de líderes latinoamericanos reconocer la agresión rusa a Ucrania, al advertir que “mañana podríamos ser nosotros” los agredidos.
Un logro importante fue el pronunciamiento a favor de poner fin al embargo económico, comercial y financiero de Estados Unidos a Cuba, al señalar que la inclusión del país en una lista de Estados patrocinadores del terrorismo obstaculiza las transacciones financieras internacionales a la isla caribeña.
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El texto final también citó por primera vez la disputa territorial sobre las Malvinas, reclamadas por Argentina y bajo soberanía británica desde 1833.
“En cuanto a la cuestión de la soberanía sobre las Islas Malvinas/Falkland Islands, la Unión Europea tomó nota de la posición histórica de la Celac basada en la importancia del diálogo y el respeto al derecho internacional en la solución pacífica de controversias”, indica el punto 13 del texto pactado por ambas partes.