TAIPÉI. Los taiwaneses acuden a las urnas este día para elegir un nuevo presidente, que tendrá el desafío de mantener el rumbo de la democracia frente a las crecientes amenazas de la comunista china de poner fin a la autonomía de la isla.
Tres hombres se disputan el cargo, en unos comicios que se definen a una sola vuelta. Pekín ya hizo saber que consideraba al favorito, el vicepresidente saliente Lai Ching-te, del Partido Progresista Democrático (PPD), como “un grave peligro” por su postura en defensa de la independencia de la isla.
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Sus adversarios son el expolicía Hou Yu-ih, del Kuomintang (KMT), partidario de mantener el statu quo con China, y Ko Wen-je, líder del pequeño Partido Popular de Taiwán (PPT).
Taiwán y China continental están separados desde 1949, cuando las tropas comunistas de Mao Zedong derrotaron a las fuerzas nacionalistas, que se refugiaron en la isla e impusieron una autocracia que mutó en democracia en los años 1990.
China nunca dejó de proclamar su intención de “reunificar” el país, por la fuerza de ser necesario. El Ejército chino prometió “aplastar” cualquier intento de “independencia” de Taiwán, situada a apenas 180 km de sus costas.
Quien resulte electo sucederá a la presidenta Tsai Ing-wen, que considera que Taiwán, de 23 millones de habitantes, ya es de facto un Estado independiente.
Los candidatos intensificaron su campaña en la última semana: visitaron templos y mercados, celebraron mítines con decenas de miles de participantes y atendieron a medios internacionales que siguen de cerca la elección.
Pekín acentuó por su lado su presión diplomática y militar. El jueves, el Ministerio de Defensa taiwanés detectó cinco globos, 10 aviones y seis buques de guerra chinos alrededor de la isla.
El estatus de Taiwán es uno de los asuntos más espinosos de la rivalidad entre China y Estados Unidos, principal respaldo militar de la isla.
Washington considera que “corresponde a los electores de Taiwán decidir su próximo dirigente libremente y sin injerencia externa”, declaró el portavoz del Departamento de Estado, Vedant Patel.
La rivalidad enfrenta a la segunda economía mundial con la próspera isla, puntal de la producción mundial de semiconductores, componentes indispensables de la fabricación de smartphones, de automóviles o de misiles.
La divulgación de encuestas está prohibida en Taiwán desde 10 días antes de los comicios, pero los observadores estiman que Lai es el favorito para ganar la presidencia, aunque su partido podría perder la mayoría en la cámara.
Desde la transición democrática en 1996, Taiwán ha vivido ocho elecciones presidenciales, y en pocas ha habido tanta igualdad entre los tres candidatos.
Aunque los tres candidatos son favorables al mantenimiento del statu quo, por el que Taiwán no ha declarado formalmente la independencia pero tampoco es gobernado directamente por China, estas elecciones pondrán a prueba dos modelos de relación con el continente: el esgrimido por el PDP, más próximo a tesis soberanista, y el defendido por el KMT y el PPT, que apuestan por retomar el diálogo con Pekín para garantizar la paz en el estrecho.
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En opinión de Weng-ti Sung, experto en Taiwán de la Universidad Nacional Australiana, una victoria del PDP “probablemente se enfrentaría a la crítica retórica de Pekín, sanciones económicas selectivas contra exportaciones taiwanesas y demostración de fuerza”, movimientos que buscarían mostrar el “descontento” de China y “anclar” los términos de la relación entre ambos Gobiernos.
Desde que comenzó la campaña electoral, el Gobierno taiwanés ha reiterado sus denuncias por los presuntos intentos del Partido Comunista de China (PCCh) de influir en el resultado electoral mediante campañas de desinformación, viajes subvencionados de taiwaneses al continente o presión militar, entre otras estrategias.