PEKÍN, China. El país quiere introducir antes de 2020 un sistema social de puntos en todo el país que pretende medir la fiabilidad de los ciudadanos y distinguir entre ciudadanos buenos y malos.
Ya en la actualidad las conocidas empresas Alibaba y Tencent miden la solvencia de millones de usuarios de Internet a la hora de concederles un crédito.
Para muchos, se trata de un ataque a la esfera privada, de una especie de Big Brother plasmado en la novela 1984 de George Orwell. Los críticos occidentales alertan de un "totalitarismo digital".
Pero a los chinos no parece preocuparles: el sistema social de puntos está incluso bien valorado por la mayoría, según un estudio de la Universidad Libre de Berlín.
El 49% de los dos mil 209 encuestados expresaron un "fuerte apoyo" a la medida, mientras que el 31% estaba "de alguna forma de acuerdo". Por lo tanto, según la encuesta online, al 80% de los chinos les parece bien, un resultado sorprendente. Muchos se preguntan por qué.
Según los investigadores, que también realizaron entrevistas personales, detrás se esconde una profunda crisis de confianza en la sociedad china, como confirmaron el 76% de los encuestados. Ya nadie confía en los demás. Los escándalos alimenticios o la actual crisis de las vacunas defectuosas dañan continuamente la fe en la capacidad del órgano de vigilancia de proteger a las personas de timadores y otros "malos" ciudadanos.
La corrupción está muy extendida y las autoridades permanecen pasivas. Además, en el sistema comunista hace falta una justicia independiente.
"Como tienen la sensación de que no pueden confiar en nadie, muchas personas ven positivamente el sistema de crédito social", dice la profesora Genia Kostka la autora del estudio. Proporciona orientación, ya que no sólo valora a las personas, sino también a las empresas, explica. "Pese a ello, es sólo la segunda mejor solución. Lo mejor que podría hacer el gobierno es crear regulaciones e implementarlas adecuadamente".
"Pero al gobierno le interesa recabar estos datos", apunta. "Es control social". Los gigantes de Internet chinos, que son precursores en todo el mundo en los sistemas de pago a través del smartphone, ya recopilan hoy en día numerosos datos sobre el comportamiento de los consumidores y la solvencia de sus clientes. Los puntos de los amigos de un usuario también pueden influir en su valoración.
"En la transformación de China, el sistema crediticio de los bancos y los sistemas regulatorio y legal se han desarrollado con demasiada lentitud", explica.
Las personas tienen problemas a la hora de recibir pequeños créditos comerciales de los bancos. Pero sí lo hacen a través de la empresa Sesame Credit, de Alibaba, o Tencent, que a la hora de concederlos se basan en la puntuación de las cuentas de crédito social de sus propios sistemas.
Los sistemas sociales de puntos de las autoridades son sin embargo obligados. Ya se han implementado en 40 proyectos piloto en todo el país. Aquí también es necesario ser un "buen ciudadano" para poder obtener un crédito del banco, por ejemplo, para comprar una casa. Se restan puntos cuando el ciudadano quebranta alguna ley, alguna norma de circulación o cuando se retrasa en el pago de sus facturas. Además, los comentarios críticos en las redes sociales podrían significar en el futuro la retirada de puntos, advierten los críticos. Con donaciones o trabajo voluntario se pueden recuperar.
Sin una prensa libre en China no se crea conciencia sobre los problemas que presenta el proyecto ni se expresan las dudas sobre el posible abuso. "En los medios, manejados por el gobierno, apenas hay críticas", dice Kostka.
La mayoría tampoco lo entiende como vigilancia, sino como herramienta para "mejorar la calidad de vida" y salvar "los vacíos institucionales y regulatorios".
La utilidad de los sistemas de crédito de las empresas de Internet allana también el camino al sistema de puntos político. "Hoy hay más ventajas que desventajas por el sistema. Puede que se intente acostumbrar a la gente y engatusarla", dice Kostka haciendo referencia a los sistemas comerciales que utiliza el 80% de los encuestados. Sólo el 7% afirmó formar parte del sistema social de puntos de las autoridades, que aún está poco extendido.
Los dos sistemas ya están negociando cómo pueden unir todos sus datos. Pero los dirigentes también pretenden educar a los ciudadanos. Muchos de los encuestados indicaron que ya han cambiado su comportamiento o que se han autocensurado en Internet. Casi uno de cada cinco (18%) comparte otros contenidos porque forma parte de un sistema social de puntos. La misma proporción también se ha separado de amigos en las redes sociales porque su baja puntuación podría perjudicar a su propia fiabilidad.