TEHERÁN. El ultraconservador Ebrahim Raisi fue elegido nuevo presidente de Irán tras ser declarado ganador en primera vuelta de unas elecciones a las que no pudieron presentarse sus principales adversarios y que registró la participación más baja de la historia.
Raisi ganó los comicios con el 61.95 por ciento de los votos, según los resultados definitivos anunciados por el ministro del Interior Abdolfazl Rahmani Fazli, un día después de celebrarse la elección.
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La tasa de participación se estableció en 48.8 por ciento, precisó el ministro, es decir la más baja para una elección presidencial desde la instauración de la República islámica en 1979. Jefe de la autoridad judicial, Raisi, era archifavorito ante la falta de competencia real tras la descalificación de sus principales adversarios.
Tocado siempre con un turbante negro y ataviado con un largo abrigo de religioso, Ebrahim Raisi es un hombre austero que se presenta como el defensor de las clases desfavorecidas y como un paladín anticorrupción.
Sin embargo resulta ser un personaje incómodo para Occidente. el nuevo presidente iraní figura en la lista negra de responsables sancionados por Washington por "complicidad en graves violaciones de los derechos humanos".
Tras los resultados, Amnistía Internacional pidió una investigación por crímenes contra la humanidad contra Raisi, a quien acusa de una "espiral de represión" contra los derechos humanos.
"El hecho que Ebrahim Raisi haya ascendido a la presidencia en vez de ser investigado por crímenes contra la humanidad como asesinato, desaparición forzosa y tortura, es un desalentador recordatorio de que la impunidad reina supremamente en Irán", indicó la organización en un comunicado.
Amnistía indicó que Raisi fue miembro de la "Comisión de la Muerte", presuntamente responsable de la desaparición forzosa y la ejecución extrajudicial de miles de prisioneros opositores en 1988.
Al ser preguntado en 2018 y 2020 sobre este episodio, Raisi negó haber estado implicado, pero rindió "homenaje" a la "orden" de que se procediera a esa purga, dada -según él- por el ayatolá Jomeini, fundador de la República Islámica.
Amnistía aseguró que "el destino de las víctimas y el paradero de sus restos han sido, hasta ahora, sistemáticamente escondidos por las autoridades iraníes".
Según Amnistía, esto ha llevado a la detención de "cientos de disidentes pacíficos, defensores de los derechos humanos y miembros de minorías perseguidas".
También lo acusa del "arresto masivo de miles de manifestantes y la desaparición forzosa de cientos, además de torturas y malos tratos" durante y después de la ola de protestas de noviembre de 2019.
Para EU, los iraníes no pudieron participar de "un proceso electoral libre y limpio" en las elecciones presidenciales, un hecho que lamentó en la primera reacción de Washington a la victoria de Raisi, un vocero del Departamento de Estado dijo que "a los iraníes se les negó su derecho a elegir a sus propios líderes en un proceso electoral libre y limpio".
Para Israel, la elección del nuevo presidente iraní "debería suscitar una gran preocupación" en el mundo porque este ultraconservador tiene un claro "compromiso con el programa nuclear militar" de su país, advirtió un portavoz del gobierno.
"El único lugar para Raisi es el banquillo de los acusados, no la presidencia", dijo Shadi Sadr, directora ejecutiva de la oenegé Justice for Iran, con sede en Londres.
"El hecho de que sea el actual jefe de la Autoridad Judicial y un candidato presidencial muestra el nivel de impunidad en Irán", añadió, en referencia al historial del ultraconservador partidario del "orden" y de la línea dura contra los opositores.
Nombrado fiscal adjunto del tribunal revolucionario de Teherán a mediados de la década de 1980, desempeñó un papel clave en la ejecución en 1988 de miles de detenidos marxistas o de izquierdas, en su mayoría sospechosos de ser miembros del movimiento prohibido de los Muyahidines del Pueblo, según los activistas.
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