BRASILIA, Brasil. La judicialización y la incertidumbre son dos de las características distintivas de las elecciones presidenciales en Brasil, cuyo primer turno transcurrirá el próximo 7 de octubre con la participación de 13 candidatos.
El activismo judicial nunca fue tan decisivo como ahora, lamentó en declaraciones a la prensa Leonardo Avritzer,analista político y coordinador del HYPERLINK "http://www.observatoriodaseleicoes.org/" \o "" \t "_blank" Observatorio de las Elecciones, un proyecto que reúne a académicos de las universidades Federal de Minas Gerais (UFMG), Estadual de Campinas (Unicamp) y la de Brasilia (UnB).
Esta será -afirmó- la disputa más judicializada de la historia; mucho más de la que tuvimos en 2014, pues “parte del Poder Judicial parece dispuesto a sustituir la soberanía del elector”,aumentando así el riesgo de que sea electo un presidente débil, además de gobernadores sin legitimidad.
La manifestación más clara de los criterios de Avritzer resulta, sin dudas, la exclusión de la contienda, como consecuencia de sucesivas decisiones judiciales, del líder absoluto en todas las encuestas de intención de voto: el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, preso político desde el pasado 7 de abril.
Condenado a 12 años y un mes de cárcel por “actos indeterminados”, sin presentar una sola prueba material que sustentara la acusación y en un acelerado proceso judicial que abogados de su defensa y peritos internacionales consideraron plagado de irregularidades y viciado de origen, Lula fue imposibilitado de competir en las urnas con base en la llamada Ley de Ficha Limpia.
El dispositivo legal, promulgado en el año 2010, estableció nuevas hipótesis de inelegibilidad, entre éstas la de que ningún reo condenado en segunda instancia pudiera contender por cargos políticos.
Una regla que, sin embargo, no se aplicó nunca en otros mil 500 casos de candidatos que de entonces a esta parte concurrieron a las elecciones sub-júdice (aguardando determinación judicial) y gracias a cuya omisión en 2016 un total de 145 candidatos a alcalde disputaron los comicios, de los cuales 98 fueron electos y ejercen su mandato.
Por otra parte, la decisión del Tribunal Superior Electoral (TSE) de impedir a Lula disputar las venideras elecciones presidenciales además de defraudar a la mayoría del electorado brasileño, desacató la decisión proferida el 17 de agosto último por el Comité de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
El órgano de la ONU indicó al Estado brasileño que debía garantizar a Lula el pleno ejercicio de sus derechos políticos, incluso los inherentes a su candidatura presidencial, “hasta que todos los recursos pendientes de revisión contra su condena sean completados en un procedimiento justo”.
De ahí que la abogada Maria Cláudia Bucchianeri, integrante del equipo de la defensa del exdignatario, considerara “irónico, para no decir trágico”, que fuera precisamente el Poder Judicial, presuntamente encargado de proteger los derechos humanos, quien se rehusara a cumplir la determinación del Comité.
LAS ELECCIONES MÁS INDEFINIDAS
La forzosa salida de la contienda en las urnas del expresidente Lula, quien de acuerdo con todas las encuestas de intención de voto debería ganar sin contratiempos en la primera vuelta, dejó a Brasil ante las elecciones más indefinidas de su historia.
De los 13 nombres ahora enlistados, hay coincidencia entre especialistas aquí que por lo menos cinco están en condiciones de disputar un segundo turno que, a todas luces, parece inevitable.
Si el no voto (en blanco/nulo/o no concurre a votar) alcanzara - como todo hace presumir - un 35%, el candidato que consiga el respaldo de un 20% del electorado obtendrá un 30 por ciento de los votos válidos y con ello una alta probabilidad de concurrir a una eventual segunda vuelta, marcada para el 28 de octubre, valoró el analista político, Alon Feuerwerker.
Como otros observadores, Feuerwerker percibe que cinco de los presidenciales serán los que centren la porfía: el candidato de la extrema derecha Jair Bolsonaro, del Partido Social Liberal (PSL); Fernando Haddad, quien reemplazó a Lula; y el exgobernador de Sao Paulo Geraldo Alckmin, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB).
Además, la tres veces candidata presidencial Marina Silva (Red Sustentabilidad) y el aspirante del Partido Democrático Laborista (PDT, por sus siglas en portugués), Ciro Gomes.
De tal suerte, quedarían virtualmente excluidos de la contienda el representante del gobernante Movimiento Democrático Brasileño (MDB) Henrique Meirelles; el senador Alvaro Dias (Podemos); Guilherme Boulos, del Partido Socialismo y Libertad (PSOL) y Joao Goulart Filho, del Partido Patria Libre (PPL).
También, Joao Amoedo, del Partido Nuevo (Novo), Vera Lúcia, del Partido Socialista de los Trabajadores Unificado (PSTU); José María Eymael, de la Democracia Cristiana (DC) y Benevenuto “Cabo” Daciolo, del Partido Patriota.
Más allá de la preferencia del electorado, hasta ahora manifiesta apenas en los sondeos de intención de voto, mucho tendrán que ver en el desempeño y resultado final de los presidenciables las nuevas reglas de financiamiento para campañas y de tiempo de propaganda en radio y televisión vigentes para la actual contienda.
Instituido a partir de sendas reformas del sistema electoral hechas en 2015 y 2016, el nuevo ordenamiento limita las formas de financiamiento de las campañas (que además acorta) al suprimir la posibilidad de recibir recursos de parte de las empresas y establecer un Fondo Especial de mil 700 millones de reales (más de 410 millones de dólares) para ser distribuidos entre los 35 partidos registrados en el país.
Sin embargo, no establece límites para el llamado “autofinanciamiento”, con lo cual un aspirante con alto poder adquisitivo podrá financiar la totalidad de los gastos de su campaña electoral, pudiendo crear –de cierta forma – algunos “supercandidatos”.
Tales serían los casos, por ejemplo, de Amoedo (Novo) y del ex ministro Meirelles (MDB), quienes concentran el 96 por ciento de todo el patrimonio declarado por los 13 presidenciables, con bienes que suman 425 millones de reales (más de 100 millones de USD), el primero, y 377 millones de reales (unos 91 millones de dólares), el último.
En el extremo opuesto se sitúan Boulos (PSOL) y Vera Lúcia (PSTU), con solo 15 mil 400 reales (poco más de tres mil 750 dólares) y 20 mil reales (unos cuatro mil 880 USD), respectivamente.
Por otra parte, el reparto del espacio de televisión también perjudicará a los partidos menores, pues éste responde al tamaño de las bancadas en la legislatura.
Así, Alckmin, quien representa a la coalición Para unir a Brasil compuesta por nueve fuerzas políticas, dispondrá de más del 44 por ciento del tiempo establecido para estos fines (11 minutos y cuatro segundos).
Después le siguen la alianza El pueblo feliz de nuevo, que encabezan el PT y Haddad, con un 19 por ciento del tiempo total (4.46 minutos), y la coalición Esa es la solución, de Meirelles, con un 15,3 por ciento (3.50 minutos).
Gomes, por el contrario, dispondrá de apenas un minuto y 16 segundos; Marina de 42 segundos y Bolsonaro de 16.
MAS DE 146 MILLONES DE VOTANTES
Según los últimos estimados dados a conocer, 146,8 millones de brasileños están aptos para votar en los comicios de octubre próximo, cuando además del presidente y vicepresidente de la República serán electos los 27 gobernadores, 54 senadores y 513 diputados federales.
Para optar por esos puestos fueron inscriptos 28 mil 125 candidatos, un 7,5 por ciento más que los 26 mil 162 registrados para los comicios de 2014.
Entre los 35 partidos políticos que aspiran a ocupar alguna de las mil 654 plazas que se pondrán en disputa, seis inscribieron más de un millar de aspirantes: el Partido Social Liberal (PSL) encabeza la relación con mil 487 candidatos, seguido por el Partido Socialismo y Libertad (PSOL), con mil 319.
Después le siguen el Partido de los Trabajadores (PT), con mil 283; Patriota (mil 142); el gobernante Movimiento Democrático Brasileño, MDB (mil 082) y el Partido Republicano del Orden Social, PROS (mil 059).
El Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), articulador del golpe parlamentario-judicial que truncó en 2016 el mandato de la presidenta constitucional Dilma Rousseff, registró 934 contendientes, mientras Demócratas (DEM), otro activo partícipe de la asonada golpista, 660.
De cualquier modo, el centro de la atención estará sobre aquellos 13 que aspiran a ocupar el Palacio de Planalto y entre los cuales la ausencia más notoria (aunque no su determinante incidencia en el desarrollo de la contienda) será la del ex presidente Lula.
En ese sentido, el primero y uno de los más renombrados especialistas en gerenciamiento de crisis de Brasil, Mario Rosa, autodeclarado amante de la política y el fútbol, comentó que la elección con Lula sería otra.
Sin Lula, la elección no parece una decisión, sino un entrenamiento. Es algo desanimado, sin gracia. Puede hasta haber goles, pero no arrebatan. Parece que no valen. La “torcida” no se levanta. El estadio no grita. La bola rueda en el campo, pero no entusiasma, opinó.
Con Lula, no. El graderío iba a permanecer de pie; las banderas irían a agitarse frenéticas. No faltaría el palabrón. El juego sería jugado y con garra. Iba a tener marcación cerrada, confusión, falta, cartones…!pero qué juegazo¡, remató.
“Del modo en que está es un pleito que llama más la atención por una ausencia de lo que por todas las presencias reunidas. La elección sin Lula es la final de un campeonato estadual. Con él, sería una final de Copa del Mundo”, concluyó.