Dallas.- En las semanas previas a que el huracán Harvey azotara las costas de Texas en agosto pasado, las aguas del Golfo de México estaban más cálidas que en ninguna otra ocasión registrada hasta ahora, según un nuevo estudio del Centro Nacional de Investigación Atmosférica (NCAR) en Boulder, Colorado.
Las condiciones más calientes de lo normal sobrealimentaron el huracán, previéndolo con vastas reservas de humedad, indicaron los autores del estudio.
Cuando la tormenta se estacionó sobre una zona del este de Texas cerca del área de Houston, las lluvias resultantes superaron las marcas de registros de lluvias y causaron inundaciones devastadoras.
El estudio fue publicado esta semana en la revista científica Earth's Future, una publicación de la American Geophysical Union.
"Mostramos, por primera vez, que el volumen de lluvia sobre la tierra corresponde a la cantidad de agua evaporada del océano inusualmente cálido", dijo el autor principal del estudio, Kevin Trenberth.
A medida que el cambio climático continúa calentando los océanos, podemos esperar más tormentas sobrealimentadas como Harvey.
El huracán Harvey estuvo más o menos aislado en su ubicación y tiempo, a pesar de una ocupada temporada de huracanes en 2017.
Harvey se trasladó sólo sobre aguas relativamente tranquilas en el Golfo de México, lo que ha permitido estudiar en detalle cómo la tormenta se alimentó del calor almacenado en el Golfo de México, una cuenca oceánica de mil 500 kilómetros de ancho.
El equipo del NCAR comparó las temperaturas en los 160 metros superiores (525 pies) del Golfo antes y después de la tormenta con los datos recopilados por Argo, una red de flotadores autónomos que miden la temperatura a medida que se mueven hacia arriba y hacia abajo en el agua.
Para medir la lluvia sobre la tierra, los científicos aprovecharon un nuevo satélite climatológico de la NASA, dedicado a medir la precipitación en el mundo.
A medida que los huracanes se mueven sobre el océano, sus fuertes vientos azotan la superficie del mar y facilitan la evaporación del agua. El proceso de evaporación también requiere energía del calor, y cuanto más cálidas sean las temperaturas en el océano superior y en la superficie del océano, mayor será la energía disponible.
Cada vez que la tormenta avanza sobre el océano y evapora el agua conforme avanza, deja una estela fría en su camino.
En el caso del huracán Harvey, los científicos descubrieron que la estela fría no era muy fría. Había tanto calor disponible en la capa superior del océano que, a medida que la temperatura de la superficie se enfriaba por la tormenta, el calor de abajo se expandía y recalentaba las aguas superficiales y alimentaba la tormenta.
La temperatura del Golfo cercano a la superficie antes del paso de la tormenta fue de 30 grados Celsius (86 grados Fahrenheit), y después del paso la temperatura todavía estaba alrededor de 28.5 C (83 F).
Generalmente las temperaturas de la superficie del mar superiores a 26 C (79 F) son necesarias para que un huracán crezca. Incluso después de que Harvey tocara tierra, extendió sus brazos sobre el océano y generó fuerza (y agua) del Golfo, aún tibio.
Harvey azotó la costa de Texas la noche del 25 de agosto de 2017 y provocó la muerte de 68 personas. La tormenta se estancó con su centro sobre o cerca de la costa de la entidad durante cuatro días, y arrojó "cantidades históricas de precipitaciones de más de 60 pulgadas (1.52 metros) sobre el sureste de Texas".
Harvey fue el evento de lluvia de ciclones tropicales más importante en la historia de Estados Unidos, tanto en alcance como en cantidades máximas de lluvia, ya que los registros de precipitaciones confiables comenzaron alrededor de 1880.